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La historia de Joaquín (<strong>6to</strong>B)<br />
Esta es la historia de Joaquín y Amanda. Una mujer y un hombre golpeados<br />
por la vida y unidos por la pasión, en un conventillo de la Buenos Aires de<br />
principio del siglo XX. Este relato lo escribimos los chicos de sexto B, reunidos<br />
en grupo, a partir de todo lo trabajado. A continuación, escucharán la voz de<br />
Joaquín y la voz de Amanda, y el momento en el que se produce el encuentro<br />
de dos almas ávidas de amor.<br />
Me llamo Joaquín. Nací en un pueblo de Rusia y ahí conocí a mi esposa. Con ella<br />
tuve mi primer hijo llamado Pedro. Nuestra situación económica era muy mala, así<br />
que tuve que migrar a la Argentina. Fue muy complicado dejar a mi familia pero<br />
con el paso del tiempo lo pude superar. Mi familia me acompañó al puerto para<br />
despedirme.<br />
El viaje a la Argentina fue muy largo, no encontraba a nadie con quien hablar,<br />
nadie entendía lo que decía. Comencé a extrañar. Entonces se me ocurrió escribir<br />
una carta para mi esposa, que enviaría al llegar a destino. Luego de tres meses<br />
desembarqué.<br />
Tuve que hacerme el documento. Cuando dije mi apellido, las autoridades lo<br />
escribieron distinto a como era.<br />
Los primeros días, me instalé en el Hotel de Inmigrantes. Al principio me parecía<br />
demasiado grande, dormía rodeado de mucha gente. En el hotel también me<br />
daban comida. Tres días después, conseguí trabajo en el campo. Allí empecé a<br />
ganar plata y pude alquilar una casa.<br />
Con el tiempo, reuní el dinero suficiente para irme a la ciudad. Mi idea era<br />
conseguir una pieza para alquilar en un conventillo.<br />
En la ciudad había mucha más gente que en el campo, había casas y todo<br />
estaba amontonado.<br />
Necesitaba trabajar. Caminaba mucho para conseguir un trabajo. Recordaba<br />
y extrañaba mucho a mi familia. Me agarró una tristeza muy grande que se me<br />
hizo un nudo en la garganta, pero tenía que seguir buscando trabajo. Seguí<br />
caminando hasta que me encontré con una fábrica. Entré, pedí empleo, me<br />
tomaron. Mis compañeros me miraban con cara extraña porque era extranjero.