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El experimento del que hablamos en el capítulo anterior entrelazó dos<br />
electrones atrapados en dos diamantes<br />
Cada uno estaba alejado del otro por una distancia de 1280 m<br />
Registraron la orientación de su spin y descubrieron que el entrelazamiento<br />
es una propiedad cuántica que “pone de acuerdo’ a las partículas”<br />
Fue imposible que hubieran tenido “orientaciones preestablecidas”, como<br />
Einstein había sugerido<br />
No hubo tiempo para que los electrones pudiesen transmitir información<br />
entre ellos, ni siquiera con una señal viajando a la velocidad de la luz<br />
Esto puso en duda el denominado "realismo local" de Einstein<br />
Creía que dos objetos alejados no podían interactuar entre sí; solamente<br />
podrían hacerlo en forma individual con su entorno inmediato<br />
A pesar de la opinión de Einstein, las orientaciones de los electrones estudiados<br />
son reales<br />
Estas partículas se han comunicado de alguna manera, y lo han hecho a una<br />
velocidad mayor que la luz<br />
Por ejemplo, la cantidad de espín es siempre la misma, pero el electrón<br />
puede girar en sentido de las agujas del reloj o, al contrario<br />
¿De qué trataba el experimento EPR?<br />
Una vez entendido el comportamiento del espín del electrón, podemos<br />
examinar el experimento EPR y el teorema de Bell<br />
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