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Marrakech
A ti que traspasas mi puerta se te cumplan las
más altas esperanzas
diez puertas repartidas por los noventa kilómetros
de muralla, de adobe rojizo, que caracteriza
la Ciudad
Nos vamos a quedar impresionados en sus bulliciosas
calles llenas de zocos, plazas, artesanos
que compran y venden cosas impensables en
sus pintorescos puestos, a los que te invitan una
y otra vez…
Los numerosos riads, alojamientos en casas
tradicionales que voy viendo llaman mi atención
por el encanto que desprenden la mayoría de
ellos.
Tenemos que agudizar nuestros cinco sentidos
al máximo, ya que la zona además de muchos
peatones acoge multitud de motos que hay que
esquivar a la vez que prácticas el regateo.
Realmente es agotador pero muy gratificante
ir paseando por las calles de techos cubiertos
de juncos para tener algún grado menos que a
pleno sol, me llama la atención que se reparten
por gremios y pasas de la zona del oloroso cuero
a las vistosas lámparas y las omnipresentes
babuchas para ver a continuación puestos de
carniceros o coloridas frutas ya que en esta laberíntica
medina también los autóctonos hacen
sus compras.
Roza la aventura y en algunas ocasiones puedes
llegar a sentirte intimidada con el siempre
presente, aunque elegante acoso, de los comerciantes.
Perderte, si no vas con alguien que te guie, es
bien fácil y te verás andando un poco a lo loco,
ya que allí los mapas no sirven de mucho, pero
por supuesto, ahí está el encanto de este gran
bazar, con la ventaja de no ser una ciudad peligrosa,
pero en la que tampoco hay que bajar
la guardia y evitar que se nos haga de noche
ya que la luz es tan tenue que los mecheros y
22 ic Diciembre 2017