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Acabamos el recorrido en Locarno, localidad
situada en Suiza y donde a pesar de estar en
otro país se habla italiano.
El regreso hasta Arona lo realizamos en un tren
de montaña con unas impresionantes vistas a
los pueblos en la falda de la propia montaña.
No faltaron en el trayecto las canciones
típicas de cualquier excursión que sin duda
amenizaron el viaje.
En autobús nos desplazamos a la localidad de
Stresa para pasar la noche en el lujoso hotel
Grand Dino a orillas del lago.
El segundo día salimos en dirección al lago
Orta que nos impresionó por su tranquilidad. A
bordo de un pequeño barco, nos dirigimos a la
islita de San Guilio, ocupada prácticamente
por el monasterio y la basílica del mismo nombre.
Finalmente, tomamos de nuevo el barco
para llegar a Orta San Guilio y continuar hasta
El lago di Como donde comenzamos la visita
al lago en la ciudad que le da nombre y en la
que sin duda brilla con esplendor su catedral
de mármol, el Duomo. De nuevo y como manda
la costumbre en las visitas a los lagos, tomamos
un barco para dirigirnos a Bellagio, no
sin antes soñar con pasar una noche en una de
sus impresionantes villas cuyo glamour, hasta
aquel momento, solo habíamos contemplado
en las revistas del cuore