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BETWEEN LOVE & OTRAS CHINGADERAS 

… is a collection of  prose, poems and short stories. The product of the past five years—from the green mountains of Chiapas, Mexico to the dusty streets of (Tabarre) Port-Au-Prince and the irreverence that the Spirit of God has planted in his heart—put into the limits of words. Love, just as the iconic Mexican word, chigadera, is versatile, creative, life giving. The life that emanates out of love makes you radically unapologetic, irrational as to the healing power that it brings. Hence, the binary of life is undomesticated love, tenderness in private and justice in the public realm.

… is a collection of  prose, poems and short stories. The product of the past five years—from the green mountains of Chiapas, Mexico to the dusty streets of (Tabarre) Port-Au-Prince and the irreverence that the Spirit of God has planted in his heart—put into the limits of words. Love, just as the iconic Mexican word, chigadera, is versatile, creative, life giving. The life that emanates out of love makes you radically unapologetic, irrational as to the healing power that it brings. Hence, the binary of life is undomesticated love, tenderness in private and justice in the public realm.

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¡Pero que milagro más grande, gracias Señora de Chinquinquira, ya habla el niño, ya habla! Se<br />

acercó a la rendija de la puerta y me dijo, en ese tono que solo ella tiene, ¡Hijo mío, pero<br />

porque no quieres salir!¡tu mama y yo te queremos ver, sal, mira que te estamos esperando!<br />

Estoy ocupado abuela, pero parece que Mama no entiende—le conteste. Hubo un silencio<br />

profundo y ya no se escuchaba la Magdalena ni tampoco la Abuela. Me acerque a la rendija<br />

para escuchar mejor y pude oír que susurraban entre ellas. Me supongo que era ese mismo<br />

lenguaje secreto de miradas, señas y medias palabras que sólo las mujeres entienden. El mismo<br />

que mi madre y mi abuela solían usar cuando se juntaban con el resto de las tías a platicar.<br />

Clarito podía ver como de tras de la muralla de cedro mi abuela alargaba las cejas mientras<br />

Mamá le platicaba lo ocurrido. Quería abrir la puerta pero estaba en paños menores.<br />

Entonces, una vez más, ya que las aguas se habían calmado, me propuse a pararme encima de la<br />

silla frente al lavabo a terminar lo que él me prometió antes de aquella fatal noche. Tenía todos<br />

los instrumentos necesarios para celebrar la liturgia. Tomé la brocha sutilmente, y justo antes<br />

de aplicar la crema, la abuela se acerco a la puerta y me dijo, ¡Manuel, pero que es lo que estás<br />

haciendo ahí dentro, vamos sal, sólo quiero verte! Estoy ocupado, no puedo salir en este<br />

momento abuela—le conteste. ¡Vaya! ¿Pero qué es lo que estás haciendo que es tan<br />

importante?—me replicó. Me estoy afeitando—le conteste. ¡Hijo mío, pero tienes un mes sin<br />

poder hablar y ahora que lo haces te queremos ver sólo un segundo, sólo un segundito! Lleno<br />

con la determinación que solo un chiquillo sabe tener le conteste, ¡esto es más importante!<br />

Llevaba un mes, desde que me dieron la trágica noticia, que deje de hablar. No sé, algunos<br />

dijeron que fue trauma, la Abuela, que todo lo que dice se comprueba científicamente, dijo que<br />

mi alma había entrado en luto y el silencio fue prueba de eso. La verdad es que tenía miedo. ¿A<br />

quién le hiba a pedir ayuda? El novio de mi Tía Maura era lampiño, El Tío Pepe, con su artritis no<br />

podía mantener ni una cuchara en su mano, Don Román, el vecino, era muy antipático, jamás<br />

me cayó bien, y las mujeres de mi casa no sabían de esto, ¡esto es para hombres! Por causa de<br />

esto, me propuse a no hablar, pues no encontraba a quien pedirle ayuda y como me llene de<br />

miedo decidí guardar silencio hasta que yo pudiese resolver éste dilema. Así como fueron<br />

pasando los días y las semanas, y mientras me asfixiaba con la preocupación de no tener quien<br />

inaugurara mi hombría, me di cuenta que yo solo lo podía hacer.<br />

Lo había observado ciento de veces. Sabia como preparar la espuma y como aplicarla, haciendo<br />

pequeños círculos a través de mis mejillas. Recuerdo como él me decía, con rastrillo en mano,<br />

¡listo campeón, el área más vulnerable es entre el labio y la nariz, un paso en falso y te quedaras<br />

chato para toda la vida! Su técnica era simple, siempre de arriba para abajo con recortes<br />

pequeños, y enjuagando el rastrillo después de cada tres recortes. En la taza de la espuma<br />

todavía se encontraban residuos del último rito que él llevo a cabo. Sus bellos ya estaban<br />

resecos y atrapados en la porcelana. La brocha estaba eriza pero con un poco de agua recobro<br />

su flexibilidad, y el rastrillo estaba limpio con su navajilla nueva, la luz del foco se reflejaba<br />

tenuemente en su filo.<br />

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