Revista CENTRAL 61
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MARIANA RODRIGUEZ<br />
La encontré en la barra, me saludó y<br />
preguntó qué iba a tomar. Estaba indeciso,<br />
entonces me dijo: “yo me pedí media<br />
pinta de Playa Grande”. Sin pensarlo,<br />
opté por la misma cerveza. Agarramos<br />
nuestros vasos y nos sentamos en una<br />
mesa de dos. Antes de la primera pregunta,<br />
me confesó que era la primera vez que<br />
iba a dar una nota en solitario, sin sus<br />
socios, por lo menos en extenso. Encendí<br />
el grabador.<br />
PRIMEROS PASOS<br />
¿Cómo nació la pasión por la cerveza?<br />
En el ’94 estábamos viviendo en Melbourne<br />
(Florida, Estados Unidos), mientras Leo (Ferrari)<br />
estaba haciendo el master de ingeniería. Nos<br />
hicimos amigos de un californiano que hacía<br />
cerveza y lo empezamos a ayudar en la elaboración.<br />
Le juntábamos y lavábamos botellas,<br />
cuando hizo una con cerezas le sacamos los<br />
carozos; éramos sus asistentes. Desde ese<br />
momento tuvimos la idea de comprarnos el<br />
equipo para cocinar, pero nunca lo concretábamos<br />
porque teníamos otras necesidades. Entonces,<br />
el día antes de volver a Mar del Plata, Tim<br />
nos sorprendió y regaló un kit completo. Con eso<br />
y el libro Charlie Papazian hicimos nuestra<br />
primera cocción acá, ¡que salió horrible! (risas).<br />
De todas formas, en ese momento, sólo pensábamos<br />
hacer cervezas ricas para nuestro entorno.<br />
Después salieron mejores.<br />
Hasta ahí eran homebrewers<br />
Tal cual. La primera vez tardamos doce horas<br />
porque no sabíamos cómo ltrarla, separar el<br />
grano. Usábamos coladores de café, deos,<br />
cualquier cosa con tal de hacer cerveza.<br />
¡Hacíamos un enchastre!<br />
Pasaron cuatro años hasta que inauguraron Antares<br />
En ese tiempo, siempre hicimos cerveza. Leo, como<br />
ingeniero, anotaba -con exactitud- todo lo que cocinábamos.<br />
Más que nada para tener un registro de lo que salía<br />
bien.<br />
Entonces, ¿cuándo deciden comercializar su cerveza?<br />
Al principio no queríamos y la gente aspiraba a comprarla.<br />
Nosotros la regalábamos o la canjeábamos. Al soldador,<br />
que nos hizo el equipito, le dábamos cerveza, venía con la<br />
caja y se la llenábamos, por ejemplo. Si pensaba en<br />
comprárnosla le decíamos que ‘no’, para no tener la obligación<br />
de venderla. Un día, cuando la familia había crecido,<br />
queríamos ganar un peso más, Leo se cruzó con Pablo<br />
(Rodríguez), le contó la idea y le gustó. Entonces, pensamos<br />
que, si nadie la conocía, debíamos encontrar un<br />
espacio donde pudiéramos montar una mini fábrica para<br />
que las personas la pudieran degustar. Así llegamos al<br />
local de Córdoba y Alvarado (Córdoba 3025). Tuvimos un<br />
año de obra y abrimos en diciembre del ’98.<br />
Hace 20 años, ¿costó regularizarse?<br />
Costó bastante porque el rubro no estaba calicado.<br />
Existían las grandes cerveceras y nosotros que, en otras<br />
partes del mundo, éramos comparados con una panadería.<br />
Fue difícil. En cambio, con la gente tuvimos aceptación<br />
enseguida. A todos los que iban al local les dábamos de<br />
probar los tres estilos. Si bien todos les decían rubia, roja<br />
y negra, nosotros aclarábamos que eran la Kölsch, Scotch<br />
y Porter; hacíamos hincapié en la enseñanza, que es lo más<br />
importante para nosotros.<br />
¿Todavía siguen disfrutando hacer cerveza como cuando<br />
eran homebrewers?<br />
Sí, ni hablar. Por eso estamos involucrados en todos los<br />
procesos y más también. Si bien no tengo que ver con el<br />
área, me encanta juntarme y estar en la mesa de ideas de<br />
elaboración.<br />
Foto histórica: Mariana y Leo, junto a su primer<br />
equipo de cocción de cerveza montado en el garage<br />
de su casa (1996).<br />
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