Sociedad San Juan – Anuario 2018

LUZ DEL MUNDO
PASCUA MISIONERA
Padre Máximo Stöck
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Una de las imágenes preferidas de mi Sacerdocio es el
momento inicial de la Vigilia Pascual, luego de todo
lo vivido en el retiro. Empieza a entonarse el cántico de
la Victoria del Cordero: el Pregón Pascual. Desde detrás del altar
miro a los cerca de 500 jóvenes que participan de este retiro y veo la
Iglesia en penumbras, pero cada uno sostiene una vela encendida…
¡que encendió desde el Cirio Pascual!
Todo está en la oscuridad excepto las caras de los jóvenes, que se
iluminan con la luz de Cristo. ¿Qué ilumina esa luz? Da claridad a
rostros alegres, sonrisas de victoria, ojos brillosos y gargantas llenas
de cantos de libertad. Es tan fuerte la imagen que no se sabe si la luz
viene de afuera o de adentro. Es que las almas han sido iluminadas
en estos gloriosos días de retiro.
Todo comienza el miércoles, día de quiebre: dejar de lado lo que
cada uno venía haciendo para poder escuchar. Cuánto nos cuesta
escuchar, y a la vez cuánta necesidad de palabras que den sentido
a la vida.
Así, conociendo a otros jóvenes que también se abren a escuchar
a Dios, que deciden retirarse por unos días y hacer un poco de
silencio interior, comienza la aventura.
El jueves es el día de la amistad. No de las amistades sino de LA
amistad. La amistad de Aquel que “me amó y se entregó por mí”
(Gal. 2, 20).
Los corazones, a través de las charlas, los testimonios y la Misa
comienzan a abrirse a la amistad que da sentido a todas las
amistades. El viernes es el día del perdón. Jesús desde la cruz dijo:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 34). Ese
día Cristo quiere perdonar a todos los corazones que se abren
a su misericordia.
Si pecamos por ignorancia del gran amor del Padre por nosotros,
nos reconciliamos a través de una comprensión más profunda de
su inconmovible amor. Por eso en los cenáculos, las confesiones,
las representaciones y los momentos de oración, Jesús empieza a
sellar su victoria sobre el pecado y la muerte, aunque todavía hay
que esperar hasta que ese triunfo sea consumado.
El día sábado la esperanza va en aumento. El reloj no puede
detenerse, las horas pasan y el Señor está haciendo algo nuevo.
Las lágrimas comienzan a transformarse en sonrisas; el dolor
en gozo y la tristeza en esperanza. María es la que sostiene la
esperanza de cada uno de los jóvenes.
A través del rezo del rosario, María les va diciendo en el corazón:
“Hagan todo lo que Él les diga” (Jn. 2, 5). ¡Ese es el camino de la
verdadera esperanza de una Vida Nueva!
Finalmente, en la Vigilia Pascual la alegría se hace plena. La
luz, la Palabra, el agua del bautismo y el pan de los ángeles. Los
corazones son renovados, y en ese momento, recién comienza todo.
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