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LUZ DEL MUNDO<br />
PEREGRINACIONES<br />
Testimonio Ma. Paula Fernández<br />
Me siento una privilegiada y bendecida de haber sido invitada por el Señor a conocer la tierra donde él vivió, predicó, hizo<br />
milagros, enseñó, murió y resucitó; una tierra llena de mensajes y con la posibilidad de seguir sus huellas de la mano de su palabra<br />
como guía espiritual.<br />
Como dice Jeremías 29,11 “El Señor me confió sus bienes para asegurarme mi porvenir…” y realmente siento que es así;<br />
porque en esta visita a esta <strong>San</strong>ta tierra pude constatar el Plan de Dios que tiene desde la eternidad, ya que en cada lugar tiene<br />
un mensaje para nuestra salvación y me mostró su gran providencia y gracia derramada en mí, haciéndome sentir una hija muy<br />
amada, invitándome a confiar y poner todo en sus manos, abandonándome a su gran bondad y misericordia, por medio de la<br />
perseverancia en la oración.<br />
También me llevo la certeza que Dios nos creó para que seamos felices y la llave para lograrlo es amar más y sin medida, como lo<br />
hizo Él, por medio de su hijo Jesús, que nos enseñó a amar, a perdonar, a ser humildes, fieles, agradecidos y poder llevar esta buena<br />
noticia por medio de Espíritu <strong>San</strong>to a los demás para que nadie pase por esta vida sin saber de Él.<br />
Otra gran certeza es que CRISTO HA RESUCITADO, VERDADERAMENTE HA RESUCITADO: estar en el <strong>San</strong>to Sepulcro, contemplar<br />
en silencio el Evangelio, rezar sobre ese lugar donde Jesús resucitó…Allí pude poner mi corazón sobre el suyo, esto me llenó de paz,<br />
de esperanza, calmó mis miedos, fortaleció mi fe y me llenó de alegría, una alegría que no se puede callar, que brilla como una luz<br />
intensa, que me invita a llevarla a los demás.<br />
Y como esto no siempre es fácil, podemos contemplar la vida de los <strong>San</strong>tos y mártires de la iglesia que sintieron en su alma el amor<br />
de Dios y vivieron y murieron dando testimonio de su fe con alegría y la esperanza de la vida eterna en el paraíso.<br />
Y cierro este testimonio con una frase que anoté en una homilía de los Padres que nos acompañaron: “…si uno hace la voluntad<br />
del Padre, siempre va a estar en Tierra <strong>San</strong>ta. Nuestra carpa es la voluntad de Dios”. Amén.<br />
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