Sociedad San Juan – Anuario 2018

LUZ DEL MUNDO
FAMILIAS MISIONERAS
Familia Bontá
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“¡Jesucristo ha resucitado! ¡verdaderamente ha resucitado!”
Se escuchó en El Chacho, en La Batea, en Iglesia Vieja,
en Santa Ana, Paso Viejo, Pichanas y Tuclame. Fuimos
85 misioneros en familia, desde Córdoba y Buenos Aires.
Es el 6to año que misionamos en familia las tierras de
Serrezuela junto a los sacerdotes de la Sociedad San Juan y las
hermanas de la Sociedad de María, y año a año se siguen sumando
familias nuevas.
Descubrimos que misionar en familia es la mejor manera de vivir
la semana más santa del año para todos los cristianos... la dinámica
propia de la misión nos invita a acompañar a Jesús muy de cerca
en su Pasión, Muerte y Resurrección a través del servicio a sus
preferidos, los más humildes.
Nos sentimos llamados a misionar en familia compartiendo esta
tarea con nuestras hijas. Jesús, que eligió crecer y vivir 30 años en el
seno de una familia nos invita a brindarnos desde aquella vocación
a la que nos ha llamado, con humildad y sencillez, también con las
dificultades y limitaciones propias de nuestra familia, pero con el
deseo de brindarnos para vivir el amor en el servicio como Jesús
nos propone.
Viajamos desde Córdoba y Buenos Aires, 85 misioneros en total,
desde 3 a 78 años.
Nos dividimos en dos misiones para llegar a más lugares con la
Buena Noticia de Jesús.! Las familias de Buenos Aires nos alojamos
en Serrezuela y las familias de Córdoba se alojaron en Paso Viejo,
provincia de Córdoba. Misionamos en Tuclame, Iglesia Vieja, La
Batea, El Chacho, Santa Ana, Pichanas y Paso Viejo.
A cada una de estas localidades llevamos la Buena Nueva del
Amor de Dios a través de las celebraciones propias de cada día
de la Semana Santa... oramos con ellos, acompañamos a Jesús
y celebramos juntos la alegría de la Resurrección en cada uno de
aquellos días.
Nuestros hijos trabajaron preparando cruces para los distintos
vía Crucis, decenarios de Rosario, cuadernillos de catequesis
y muchos juegos con premios para compartir con los niños y
familias de los pueblos misionados. Visitamos las casas y rezamos
el Rosario por las calles todos los días, acercando la imagen de la
Virgen María a todos.
Cada uno de nosotros experimentó “la visita de Dios” a nuestras
familias, su amor y su bendición, que se derraman de modo
particular en estos días de misión... no tenemos palabras para
agradecer tantos dones recibidos... y con Jesús queremos orar:
“Te alabo Padre por haber ocultado estas cosas a los sabios y
prudentes y haberlas revelado a los humildes”... ¡Que el Señor
nos siga llamando a tan hermosa tarea...!
María y Hernán Bontá
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