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La cascabel letal

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Kyle con su mamá (al fondo) y Turin tras<br />

ser dado de alta del hospital.<br />

detener el vómito y fenatilo, un potente<br />

analgésico.<br />

Me insertó una aguja en cada brazo.<br />

Los fármacos funcionaron. El dolor<br />

cedió, dejé de vomitar y se detuvo la<br />

diarrea; el suero intravenoso me rehidrató<br />

temporalmente.<br />

Poco después, la cuadrilla de El Portal<br />

me subió a la camilla inflable. Logré<br />

sonreír cuando me pusieron gafas<br />

de sol para protegerme los ojos, anticipando<br />

que el helicóptero estaba a<br />

punto de llegar. Hasta tuvimos tiempo<br />

de tomarnos una foto familiar.<br />

A las 14:07, los camilleros me llevaron<br />

al punto de extracción. Entonces<br />

las cosas empezaron a complicarse.<br />

Montoya descubrió que el radio no<br />

tenía señal en el cañón.<br />

Un garaje en El Portal se estaba incendiando.<br />

Desde su posición, Garrett<br />

podía ver el humo negro. Entre nosotros<br />

y las llamas mediaba una pradera<br />

con hierba que tres años antes había<br />

ardido en media hora.<br />

“Si no lo sacamos de aquí ahora,<br />

vamos a tener un caso crítico en<br />

nuestras manos y no cuento con los<br />

medicamentos para tratarlo”, le dijo<br />

Yardley a Montoya. Los fármacos dejaron<br />

de hacerme efecto y los síntomas<br />

se volvieron a manifestar.<br />

Por si fuera poco, mientras los siete<br />

integrantes del equipo de emergencias<br />

me rodeaban, una abeja me picó<br />

en el muslo. “¡Soy alérgico!”, informé.<br />

Yardley le pidió a alguien que fuera<br />

por un autoinyector de epinefrina.<br />

“No, por favor”, rogué. Me preocupaba<br />

que el compuesto exacerbara el<br />

efecto del veneno. Justo entonces apareció<br />

el helicóptero sobre el puente y<br />

Yardley apostó a que, si no se había<br />

manifestado hasta entonces la anafilaxia,<br />

ya no aparecería.<br />

Eran las 16:30. Los arbustos se agitaban<br />

con el viento y consiguieron<br />

bajar un cable. Sentí cómo me elevaban<br />

desde el suelo y experimenté un<br />

profundo alivio.<br />

Mientras el rugido de los rotores<br />

se alejaba y desaparecía, los negros<br />

presagios que Turin había estado ignorando<br />

la invadieron de golpe. Tanto<br />

ella como mis padres comenzaron a<br />

sollozar. Bridger no emitía sonido alguno.<br />

No había llorado desde que se<br />

produjo la mordedura.<br />

foto: cortesía de Kyle Dickman

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