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REVISTA BER MAYO 2019

La revista BER está diseñada para los vecinos y empresas del Noroeste de Madrid. Es un magnífico escaparate para que las marcas sean conocidas y reconocidas por su público potencial. Boadilla-Pozuelo-Majadahonda-Las Rozas.

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<strong>REVISTA</strong> <strong>BER</strong> I TU <strong>REVISTA</strong><br />

Padres<br />

NIÑOS SANOS<br />

Este mes en la revista compartimos con nuestros lectores<br />

este fantástico artículo escrito por Rafael Guerrero Tomás.<br />

Psicólogo y Doctor en Educación. Director de Darwin Psicólogos.<br />

Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad<br />

Complutense de Madrid (UCM). Experto en Psicoterapia<br />

breve con niños y adolescentes. Miembro de la Sociedad<br />

Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia. Publicado<br />

en el periódico El País, en la sección de Mamás y Papás.<br />

Etimológicamente hablando, el concepto de emoción proviene<br />

del latín emovere que significa “movimiento hacia”. Por lo<br />

tanto, las emociones nos impulsan a realizar una acción.<br />

como dice el prestigioso Dr. José Luis Marín, presidente de la<br />

Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia,<br />

el equilibrio o la felicidad se encuentra cuando las emociones<br />

y el pensamiento firman la paz.<br />

SIETE PASOS PARA CREAR NIÑOS EMOCIONALMENTE FUERTES Y SANOS<br />

La Felicidad se alcanza cuando las emociones y el pensamiento firman la Paz<br />

Conocer las emociones básicas, como el miedo,<br />

rabia, tristeza, alegría, curiosidad, asco, amor y para<br />

niños un poco más mayores, la vergüenza.<br />

Reconocer las emociones básicas en nosotros<br />

mismos y en los demás. Sin conocimiento no hay<br />

reconocimiento. Es importante que desde que<br />

nuestros hijos son muy pequeños les ayudemos a<br />

ponerles una nombre a las emociones que están<br />

experimentando en casa momento. Juan, tienes<br />

ganas de pegar a tu hermano porque sientes rabia o<br />

María te cuesta parar quieta porque estás muy<br />

alegre por la celebración de tu cumpleaños.<br />

Legitimar las emociones que nuestros hijos están<br />

experimentando, permitiéndoles que expresen sus<br />

emociones y no las juzguen ni ellos ni nosotros, es<br />

algo normal.<br />

Aprender a regular las emociones. Las emociones<br />

surgen en una parte concreta del cerebro que se<br />

llama sistema límbico. No podemos hacer nada para<br />

que determinadas emociones surjan, ya que son<br />

involuntarias, automáticas e inconscientes, pero lo<br />

que sí que podemos hacer es gestionar o regular la<br />

conducta consecuente. Tenemos que diferenciar<br />

entre emoción y conducta. Veamos un ejemplo. Si<br />

mi jefe me dice que el informe que le he presentado<br />

no le ha gustado nada y que lo tengo que repetir,<br />

quiera o no quiera, aparecerá la rabia en mí. Aunque<br />

yo sienta rabia, eso no quiere decir que conductualmente<br />

se la vaya a expresar. Seguramente la<br />

rabia que sentí me llevó a querer insultarle o<br />

pegarle, ¿os acordáis del “movimiento hacia”? Pero<br />

dado que yo tengo una buena gestión de mis<br />

emociones soy capaz de canalizar mi rabia y ponerme<br />

a hacer el informe sin rechistar. Con esto no<br />

estoy diciendo que siempre sea conveniente inhibir<br />

o no expresar las emociones, pero a veces es<br />

adaptativo. ¿No os parece? Pues bien, en esta fase<br />

debemos tener diferentes estrategias para gestionar<br />

o canalizar las diferentes emociones que experimentamos<br />

a lo largo del día. Por ejemplo, para<br />

aprender a gestionar correctamente la rabia poder<br />

practicar algún tipo de deporte, hacer mindfulness o<br />

hablar con una amiga pueden ser excelentes soluciones.<br />

Reflexionar sobre la emoción que estamos sintiendo.<br />

Resulta muy importante dedicarle un tiempo a<br />

pensar sobre las emociones que estamos experimentando,<br />

así como sobre las sensaciones, los<br />

pensamientos y las acciones consecuentes. Decían<br />

los poetas Quintero, León y Quiroga “Me lo dijeron<br />

mil veces pero nunca quise poner atención”. Es<br />

clave dedicar un tiempo, aunque sean unos pocos<br />

segundos, a prestar atención a lo ocurrido y a<br />

nuestro interior. Es verdad que cuando nuestros<br />

hijos tienen pocos años, aún no tienen la capacidad<br />

de pensar autónomamente, por lo que se hace<br />

imprescindible que reflexionemos con ellos haciéndoles<br />

conscientes de todo lo que experimentan. El<br />

niño se encuentra en equilibrio mental cuando hay<br />

una coherencia entre sus sensaciones, sus emociones,<br />

sus pensamientos y sus acciones. Cada una de<br />

estas variables se suele asociar con un verbo<br />

concreto: sensaciones (notar), emociones (sentir),<br />

pensamientos (pensar) Conocer las emociones<br />

básicas, como el miedo, rabia, tristeza, alegría,<br />

curiosidad, asco, amor y para niños un poco más<br />

mayores, la vergüenza.<br />

Reconocer las emociones básicas en nosotros<br />

mismos y en los demás. Sin conocimiento no hay<br />

reconocimiento. Es importante que desde que<br />

nuestros hijos son muy pequeños les ayudemos a<br />

ponerles una nombre a las emociones que están<br />

experimentando en casa momento. Juan, tienes<br />

ganas de pegar a tu hermano porque sientes rabia o<br />

María te cuesta parar quieta porque estás muy<br />

alegre por la celebración de tu cumpleaños.<br />

Legitimar las emociones que nuestros hijos están<br />

experimentando, permitiéndoles que expresen sus<br />

emociones y no las juzguen ni ellos ni nosotros, es<br />

algo normal.<br />

Aprender a regular las emociones. Las emociones<br />

surgen en una parte concreta del cerebro que se<br />

llama sistema límbico. No podemos hacer nada para<br />

que determinadas emociones surjan, ya que son<br />

involuntarias, automáticas e inconscientes, pero lo<br />

que sí que podemos hacer es gestionar o regular la<br />

conducta consecuente. Tenemos que diferenciar<br />

entre emoción y conducta. Veamos un ejemplo. Si<br />

mi jefe me dice que el informe que le he presentado<br />

no le ha gustado nada y que lo tengo que repetir,<br />

quiera o no quiera, aparecerá la rabia en mí. Aunque<br />

yo sienta rabia, eso no quiere decir que conductualmente<br />

se la vaya a expresar. Seguramente la<br />

rabia que sentí me llevó a querer insultarle o<br />

pegarle, ¿os acordáis del “movimiento hacia”? Pero<br />

dado que yo tengo una buena gestión de mis<br />

emociones soy capaz de canalizar mi rabia y ponerme<br />

a hacer el informe sin rechistar. Con esto no<br />

estoy diciendo que siempre sea conveniente inhibir<br />

o no expresar las emociones, pero a veces es<br />

adaptativo. ¿No os parece? Pues bien, en esta fase<br />

debemos tener diferentes estrategias para gestionar<br />

o canalizar las diferentes emociones que experimentamos<br />

a lo largo del día. Por ejemplo, para<br />

aprender a gestionar correctamente la rabia poder<br />

practicar algún tipo de deporte, hacer mindfulness o<br />

hablar con una amiga pueden ser excelentes soluciones.<br />

Reflexionar sobre la emoción que estamos sintiendo.<br />

Resulta muy importante dedicarle un tiempo a<br />

pensar sobre las emociones que estamos experimentando,<br />

así como sobre las sensaciones, los<br />

pensamientos y las acciones consecuentes. Decían<br />

los poetas Quintero, León y Quiroga “Me lo dijeron<br />

mil veces pero nunca quise poner atención”. Es<br />

clave dedicar un tiempo, aunque sean unos pocos<br />

segundos, a prestar atención a lo ocurrido y a<br />

nuestro interior. Es verdad que cuando nuestros<br />

hijos tienen pocos años, aún no tienen la capacidad<br />

de pensar autónomamente, por lo que se hace<br />

imprescindible que reflexionemos con ellos haciéndoles<br />

conscientes de todo lo que experimentan. El<br />

niño se encuentra en equilibrio mental cuando hay<br />

33 www.boadillaenred.com I CORREO boadillaenred@boadillaenred.com I<br />

una coherencia entre sus sensaciones, sus emociones,<br />

sus pensamientos y sus acciones. Cada una de<br />

estas variables se suele asociar con un verbo<br />

concreto: sensaciones (notar), emociones (sentir),<br />

pensamientos (pensar) y acciones (hacer). Veamos<br />

un ejemplo para entenderlo mejor. Miguel está muy<br />

enfadado con unos niños que no le dejan jugar al<br />

fútbol. En ese momento, su padre se acerca a él con<br />

la idea de ayudarle a reflexionar sobre lo ocurrido.<br />

Le puede decir algo parecido a esto: Miguel, esto<br />

que sientes se llama rabia (emoción) y es completamente<br />

normal. ¿Has notado (sensaciones) como tus<br />

brazos se ponían tensos y tu corazón latía más<br />

deprisa? Seguramente has pensado (pensamientos)<br />

que esos niños eran tontos por no dejarte jugar con<br />

ellos y has tenido ganas de insultarles y pegarles<br />

(acciones).<br />

Actuar las emociones de manera adaptativa. Como<br />

decíamos antes es importante que sepamos dar una<br />

respuesta lo más adaptativa posible a nuestras<br />

emociones. A veces la situación en la que estamos<br />

nos permite expresar naturalmente la emoción,<br />

pero otras veces no es beneficioso para nosotros.<br />

Establecer una historia de lo ocurrido. La última<br />

etapa por la que debemos transitar es la darle un<br />

sentido o una explicación a lo ocurrido. Veamos el<br />

caso de Julia, una niña de 5 años que está durmiendo<br />

en su habitación cuando de repente... grita y se<br />

pone a llorar. Ha tenido una pesadilla y sus padres<br />

acuden rápidamente a su habitación. Se encuentra<br />

muy alterada y con mucho miedo por la pesadilla<br />

que ha tenido. En ese momento, sus padres tienen<br />

que hilar fino para relacionar las sensaciones,<br />

emociones, pensamientos y acciones y devolver a<br />

Julia a un equilibrio. Tienen que darle una narrativa<br />

o un sentido a lo ocurrido. Además de abrazarla, los<br />

padres de Julia le dicen algo parecido a lo siguiente:<br />

“Julia, cariño, has tenido una pesadilla muy fea. Por<br />

eso has gritado cuando has sentido miedo. Es<br />

normal que ahora estés asustada, pero ya estamos<br />

nosotros aquí contigo; mamá y papá también<br />

sienten miedo cuando tienen sueños desagradables.<br />

¿Te parece que nos tranquilicemos un poco y<br />

volvamos a intentar dormir? Con una explicación<br />

tan sencilla como esta sería más que suficiente.

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