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EL OCÉANO,<br />
un inodoro de nuestra civilización<br />
Dos exploradores que rivalizan por el récord de sumergirse<br />
hasta el lugar más profundo de la tierra ponen de<br />
relieve lo que desconocemos de nuestros océanos y los<br />
perturbadores datos de lo que estamos haciendo.<br />
POR HANNAH OSBORNE<br />
@hannah_osborne<br />
EN 2012, JAMES CAMERON, creador<br />
de Avatar y Titanic, se convirtió en la<br />
primera persona que hizo una inmersión en<br />
solitario hasta el punto más bajo del océano.<br />
Al llegar al fondo del abismo Challenger —el<br />
sitio más profundo del planeta, a casi 11,000<br />
metros bajo el nivel del mar—, dedicó algunas<br />
horas a crear un mapa de la región y tomar<br />
fotografías y muestras.<br />
“Los seres humanos nos sentimos atraídos<br />
por los absolutos: lo más profundo, lo<br />
más alto, lo más frío, lo más lejano”, explica<br />
Cameron. “Mi justificación era que, si<br />
construíamos un submarino capaz de alcanzar<br />
el lugar más profundo, sería posible<br />
sumergirnos en cualquier parte y abrir el<br />
océano a la exploración. Pero como narrador<br />
de historias, y curioso sin remedio, lo<br />
que quería era ver qué había allí”.<br />
Desde entonces, las inmersiones realizadas<br />
en la circundante fosa de las Marianas<br />
han revelado que lo que hay allí es plástico.<br />
“El océano se ha convertido en el inodoro<br />
de nuestra supuesta civilización”, acusa<br />
Cameron. “Si no cambiamos esto, y cuanto<br />
antes, los ecosistemas oceánicos seguirán<br />
colapsando aceleradamente”.<br />
En agosto pasado, durante su inmersión<br />
en el abismo Challenger (fosa del Pacífico localizada<br />
a unos 320 kilómetros al sureste de<br />
Guam), el explorador e inversionista texano<br />
Victor Vescovo encontró una bolsa de plástico<br />
y envoltorios de caramelos.<br />
Pero, de haber analizado los animales<br />
que viven en la fosa de las Marianas, habría<br />
hallado mucho más, ya que esos seres consumen<br />
microplásticos: fragmentos de plástico<br />
de menos de 5 milímetros. De hecho,<br />
una investigación publicada en febrero<br />
informa que el examen de diez crustáceos<br />
diminutos reveló fibras de plástico en sus<br />
tubos digestivos.<br />
Pese a ello, lo que ha captado los titulares<br />
es la declaración de Vescovo, quien<br />
afirma haber roto el récord de Cameron al<br />
descender 10,928 metros. El cineasta impugna<br />
la aseveración, alegando que el fondo<br />
del abismo Challenger es plano y que<br />
la diferencia pudo deberse a que usaron<br />
equipos de medición distintos.<br />
No obstante, Cameron señala que lo<br />
más preocupante es que la atención mediática<br />
esté centrada en los récords de<br />
buceo en vez de ocuparse de asuntos más<br />
importantes, como la salud de nuestros<br />
océanos y la falta de investigaciones científicas<br />
en aguas profundas.<br />
A pesar de décadas de estudios ambientales,<br />
no se ha determinado el impacto<br />
real del plástico y otras formas de contaminación<br />
oceánica.<br />
A principios de este año, la Organización<br />
Mundial de la Salud convocó a emprender<br />
investigaciones adicionales sobre<br />
el efecto medioambiental de los microplásticos<br />
y sus repercusiones en la salud<br />
humana, y los estudios iniciales apuntan<br />
a que la ingestión —directa e indirecta— de<br />
este material puede ocasionar reacciones<br />
inflamatorias que precipitan enferme-<br />
dades. Asimismo, se ha demostrado que<br />
el plástico suelta sustancias tóxicas en el<br />
agua, las cuales pueden incidir en la fecundidad<br />
de los animales y reducir sus<br />
poblaciones.<br />
Con todo, el plástico es apenas uno de<br />
los problemas poco esclarecidos que enfrentan<br />
nuestros mares.<br />
“Los plásticos son terribles, pero más lo<br />
son nuestros numerosos desechos mortales,<br />
como el carbono que calienta la atmósfera y<br />
acidifica el agua, o los escurrimientos agrícolas<br />
de todo el mundo, los cuales están creando<br />
zonas marinas muertas tan grandes como<br />
muchos países”, insiste Cameron.<br />
Igual que el resto del planeta, los océanos<br />
pagan el precio de nuestros combustibles<br />
fósiles y nuestras emisiones de gases<br />
de invernadero. Entre ellos, el dióxido de<br />
carbono, del cual hasta 30 por ciento se<br />
absorbe en el mar.<br />
Esa absorción acidifica el agua (el nivel<br />
de pH desciende, volviéndola más ácida),<br />
impidiendo que muchos animales marinos<br />
desarrollen conchas o esqueletos, y causando<br />
que incontables especies de la cadena alimentaria<br />
tengan dificultades para sobrevivir,<br />
lo que, a su vez, se traduce en serios trastornos<br />
para todos los ecosistemas.<br />
Es más, se piensa que la acidificación del<br />
mar desempeñó un papel crítico hace 252<br />
millones de años, cuando ocurrió la peor extinción<br />
masiva jamás registrada en la Tierra.<br />
Las próximas décadas agravarán el<br />
efecto del cambio climático en todos los<br />
NEWSWEEK MÉXICO 26 NOVIEMBRE, 20<strong>19</strong>