Periódico Amagi Diciembre 2019
Periódico Mensual de Desarrollo Humano y Sustentabilidad
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DESARROLLO HUMANO
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www..amagidesarrollo.com
Desarrollo sostenible,
economía circular, verde, azul…
y el valor de la educación
Isabel García Garcia
Marcelo Legna
David Legna de la Nuez
Carlos Legna Verna
1. La degradación
del medio ambiente
Todos los seres vivos viven, valga
la redundancia, en unos parámetros
concretos. Existen dentro de un rango
óptimo, donde el organismo realiza
sus funciones de nutrición, relación
y reproducción sin problemas.
Más allá de ese rango existe la zona
de estrés fisiológico, en la que el ser
vivo puede sobrevivir, pero no realizar
sus funciones correctamente. Por
último, sobrepasada la zona de estrés,
se encuentra la llamada zona de
intolerancia, en la que el ser no puede
sobrevivir. Esto quiere decir que
los seres vivos se encuentran adaptados
a un rango de parámetros concretos,
como podrían ser determinada
temperatura o acidez. Si estos
parámetros varían de forma brusca,
como está ocurriendo con el cambio
climático, las especies adaptadas a
los parámetros anteriores (como nosotros),
no podrán sobrevivir.
Los investigadores de WWF y la Sociedad
Zoológica de Londres afirman
en el “Informe Planeta vivo 2018”
que sólo entre 1970 y 2014 hemos
perdido el 60% de las especies de
vertebrados, y se calcula que esta
cifra alcanzará el 67% en 2020. Recordemos
que el ser humano también
es un vertebrado, y también necesita
vivir dentro de unos parámetros concretos
y es, por tanto, igualmente dependiente
de su ambiente.
En diciembre de este año se celebró
la XXV Conferencia de las Partes de
la Convención Marco de Cambio Climático
de la ONU. Es la XXV Conferencia,
pero el medio ambiente sigue
deteriorándose. Continúa el derretimiento
de los polos, el aumento del
nivel del mar, aumento de las lluvias
torrenciales a la vez que aumento
de las sequías, la intensificación de
tormentas y huracanes, y la multiplicación
de la probabilidad de que
éstos eventos climáticos extremos
sucedan. Todo esto se debe al calentamiento
global derivado de la acumulación
del CO2 de origen antrópico.
Esta acumulación también está
produciendo lo que algunos conocen
como el gemelo del cambio climático,
la acidificación oceánica, con consecuencias
potencialmente peores.
Tanto el aumento de la acidez como
de la temperatura media de mares y
océanos desplaza a los seres vivos a su
zona de estrés fisiológico. Entre ellos
se encuentra el fitoplancton, algas
unicelulares que flotan en el océano,
las cuales son responsables de la liberación
a la atmósfera de un gran porcentaje
del oxígeno que respiramos
(se calcula que entre el 70 y el 80%).
Por lo tanto, no solo nos estamos
enfrentando al aumento de las temperaturas,
subida del nivel del mar,
desaparición de especies o contaminación,
sino también a la potencial
disminución del organismo que nos
permite respirar.
2. Sobre la noción de
desarrollo sostenible y la
necesaria visión sistémica.
De lo anterior, resulta evidente que
la humanidad se enfrenta a un fuerte
desafío: está en juego su supervivencia.
Como ocurre con toda enfermedad,
la buena cura depende de un
buen diagnóstico. Debemos responder
a la pregunta ¿Cómo es el Desarrollo
Sostenible que permita la supervivencia
de la humanidad? Según
el Informe Grundland, se define “Desarrollo
Sostenible” como el que satisface
las necesidades del presente
sin comprometer la habilidad de las
generaciones futuras para satisfacer
las suyas (World Commision on Environment
and Developement, 1987).
Lo que es “sostenible” es el “desarrollo”.
Por tanto, en primer lugar,
debemos precisar qué es este último
para saber qué es lo que queremos
“sostener”. En el ámbito de la política
y de las ciencias sociales se empezó
a hablar de desarrollo después de la
Segunda Guerra Mundial, el que, durante
las posteriores primeras décadas,
era asimilado a más producción y
consumo de bienes materias (o crecimiento
del PIB). Pero, paso a paso, se
fue observando que el simple aumento
global de los bienes materiales, sin
atender a una más justa distribución
del ingreso y de la riqueza y a otras
características no materiales de la sociedad,
no hacía más feliz a la gente,
no mejoraba su calidad de vida. Y así
nacieron concepciones como las del
“desarrollo humano”, “el desarrollo a
escala humana”, el “otro desarrollo”,
etc.: todas ellas centradas en la realización
de las personas como tales, lo
que implica tener en cuenta aspectos
materiales y no materiales de las sociedades
(Legna Verna, 2018)(Legna
Verna, 2009). Aunque no tratemos
en detalle, en este artículo, esta segunda
línea de interpretación del
desarrollo, a ella nos adherimos. Para
nosotros, él no es simplemente el
crecimiento del PIB per cápita; debe
satisfacer las necesidades materiales
y no materiales de las personas (un
detalle de esta definición se encuentra
en (Legna Verna, 2009 y 2018)
Ahora bien, el vocablo “desarrollo”
conlleva la idea de cambio. Si un
adolescente se desarrolla, significa
que cambia: lo mismo cuando se
trata de una sociedad. Ese cambio
siempre tiene una dirección: el joven
puede desarrollarse para ser
un hombre fuerte, educado, etc., o
lo contrario. Como observa Gilberto
Gallopin, refiriéndose a las sociedades,
el Desarrollo Sostenible “(…)
es un cambio progresivo y en una
dirección, “sostenible” significa que
ese cambio se pueda mantener en el
tiempo” (Gallopin, 2003).
El Desarrollo Sostenible es entonces
un cambio de la sociedad que se
mantiene en el tiempo, que perdura.
Por eso preferimos su denominación
en Francés: “développement durable”,
que dura; pero por convención seguimos
utilizando la que se ha hecho habitual
en Castellano, próxima a la anglosajona
(“sustainable development”).
Ahora bien, la sociedad es un sistema
complejo; debemos observarla como
tal para tratar de comprender qué
significa su Desarrollo Sostenible. Un
sistema es un conjunto de elementos
interrelacionados, que tiene entradas
y salidas o productos (si es un sistema
abierto). Por ejemplo, un área agrícola
es un sistema abierto, constituido por
muchos elementos (tierra, máquinas,
hombres, etc.) que recibe insumos
(semillas, fertilizantes, etc.) y produce
salidas (trigo). Cuando hablamos de
“desarrollo” (que dura, que perdura),
debemos precisar, en primer lugar,
si nos referimos al sistema (el área
agrícola) o a sus resultados (la producción
de trigo); y, en segundo lugar,
que éste es un concepto dinámico,
que implica cambio: el desarrollo del
adolescente es cambios (¡lo saben
sus padres!). Por tanto, el Desarrollo
Sostenible es también un concepto
dinámico. Lo que perdura, lo que
se sostiene, es el cambio: éste es lo
permanente. No es lo mismo que se
mantenga el sector agrícola tal como
está (se sostiene), a que se mantenga
el cambio del mismo (se desarrolla, si
el cambio va en la dirección deseada)
(Gallopín, 2003).
Podemos estar interesados en la sostenibilidad
del sistema o en sus resultados.
La definición de Desarrollo
Sostenible de Grundland, que hemos
citado (como la mayoría de las definiciones),
da prioridad al resultado:
la satisfacción de las necesidades
futuras. Pero para lograr el resultado
deseado es necesario modificar
el sistema, pues el socio-económico
y ambiental actual lo único que asegura
es que no se podrán satisfacer
las necesidades futuras de las personas;
y garantiza también que el
planeta será inhabitable. Su estado
y tendencias, que hemos descripto
en la primera sección, nos lo dicen
claramente. Es interesante señalar
un fenómeno que nos toca más de
cerca. La agricultura pampeana en