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PINTURA EL BOSCO
PINTURA EL BOSCO
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El BOSCO V CENTENARIO
son el equivalente del heno e imagen
simbólica de la concupiscencia. Se ha
dicho que el Jardín presenta un "falso
paraíso": a su carácter engañoso corresponde
esa misma ambigüedad, que
ha suscitado diversos análisis; para algunos
es la imagen de la vida terrenal si no
hubiese habido pecado original. Pero
Extracción de
la piedra de la
locura, por el
Basca, 1500·
151 O, óleo sobre
tabla, 48,5 x
34,5 cm, Madrid,
Museo del Prado.
¿por qué, entonces,
se vería finalmente
arrojada al infierno
esa misma humanidad
inocente?
El pesimismo es
evidente en sus Juicios
Finales, donde
son pocos los salvados y muchos los
condenados, quienes, a la derecha
del Jardín, devienen alimento y excremento
del Gran Cabrón. entronizado y
con cabeza de pájaro. Por si esto fuera
poco, en los Juicios de Viena y Brujas la
tabla de la vida terrenal se diferencia
poco de la del infierno. El protagonismo
del inframundo se debe también
al deseo de poner en juego su fantasía.
que puebla las regiones subterráneas
ya de figuras diabólicas, ya de monstruosos
deslizamientos entre lo animal,
lo humano y lo demoníaco, híbridos de
toda especie imaginable que invaden
naturaleza y edificios, estos poseedores
de una suerte de vitalidad maligna que
perturba hasta el recogimiento de san
Jerónimo (Gante), cuyo cobijo de rocas
coronan dos peñascos que semejan siniestros
cráneos equinos o asnales.
Que además se considere al Basca
como un pionero de la pintura de género
por ciertos detalles de observación
r.ealista -perceptibles en El carro o
Mesa de los
siete pecados
capitales, por el
Basca, 1490·
1 51 o. óleo sobre
tabla de chopo,
120 x 150 cm,
Madrid , Museo
del Prado.
en su exterior, que
muestra a uno de
sus dos "peregrinos
de la vida"- no
puede sino aumentar
el asombro y la
admiración que
merece, cuando
se vale de este realismo
para dotar de presencia más intensa
a sus quimeras, con los que nos
pinta sus jocosas pesadillas, en las que
quisiéramos colarnos un rato para trabar
conocimiento con personajillos tan
terriblemente cómicos como el que
enarbola un mazo en Las tentaciones
de san Antonio del Prado. n
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