Revista Central Edición 85
Habitar el Espacio: Víctor Demaría Pesce. Actualidad:Inés Arrondo,la mujer a cargo del deporte en Argentina. Historias: Elma Pelozo: el emocionante viaje de la madre de un caído en Malvinas.
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E
l cáncer de cuello de útero es una afección
que se localiza en esta porción anatómica del
útero, también conocida como cérvix. La
frecuencia de esta enfermedad en una población,
región o país en particular está directamente
relacionada con las medidas de prevención que se
instrumenten para evitarla. Es así, que en países desarrollados
esta enfermedad es la 6° o 7° causa de muerte por
cáncer en la mujer luego del cáncer de mama, colorectal
o de pulmón. Mientras que en países subdesarrollados
puede llegar a ser la 1° o 2° causa de muerte por cáncer.
El promedio de edad de detección es de 47 años, con un
pico de frecuencia entre los 35 y 39 y otro entre los 60 y 64
años.
La porción externa del cuello uterino -exocérvix, donde
se localiza la mayoría de este tipo de cáncer-, es fácilmente
accesible a la inspección médica para su estudio
durante el examen ginecológico de rutina, a través de la
especuloscopía, procedimiento relativamente rápido y
bien tolerado por la paciente, que se realiza en consultorio.
Durante este procedimiento se puede realizar una toma de
muestra de células (Papanicolau) para su análisis y una
observación ampli!cada y detallada del cuello del útero
(Colposcopía). Esto nos permitirá analizar la normalidad o
no de estas células, observar cambios sospechosos en el
cérvix y actuar en consecuencia para prevenir.
El suceso desencadenante de las lesiones que pueden
evolucionar a cáncer de cuello es la infección por el virus
del papiloma humano (HPV). Este virus se detecta en el
99 % de las mujeres con la variedad más frecuente de
cáncer cervical (escamoso). Existen más de 100 tipos
distintos de este virus, pero los subtipos 16 y 18 son los
que mayor relación tienen con lesiones malignas. Las
lesiones incipientes -pre malignas- por este virus no
producen síntomas, es decir, la mujer no sabe que la
padece si no concurre a las consultas de rutina recomendadas
con el ginecólogo para su detección. En muchos
casos cuando los síntomas aparecen las posibilidades de
cura son bajas o nulas.
El daño celular provocado por el HPV es muy gradual y
lento (años), induciendo en un principio lo que llamamos
lesiones leves o de bajo grado (siglas en inglés L-SIL, CIN
I)*con muy baja posibilidad de evolucionar a cáncer, o de*
alto grado (siglas en inglés H-SIL, CIN II-CIN III) con mayor*
posibilidad de malignización. La progresión CIN III a*
cáncer invasor puede tardar aproximadamente 10 años.
Este largo periodo de lesión pre-maligna nos brinda la
gran oportunidad de “actuar a tiempo” evitando que
lesiones leves evolucionen a mayor severidad con el
riesgo de desarrollar cáncer de cuello.
Existen ciertas condiciones (factores de riesgo) que
favorecen el desarrollo de este tipo de lesiones como bajo
nivel socio económico (por di!cultad para acceder a
medidas de prevención), inicio precoz de relacionessexuales
(antes de los 16 años), parejas sexuales
múltiples y el tabaquismo.
Una vez detectadas durante el examen ginecológico las
lesiones por HPV, no existe un medicamento para contrarrestarlas.
El tratamiento es la resección temprana de las
mismas, cuando esté indicado en cada caso en particular,
para evitar su progresión invasora (cáncer).
Cómo podemos actualmente en nuestro medio prevenir o
evitar el desarrollo de cáncer de cuello de útero:
En primer lugar, disminuyendo las posibilidades de contagio
del virus del HPV cumpliendo con el esquema de
vacunación obligatoria y gratuita en nuestro país para
mujeres y varones a los 11 años. Los pacientes que no la
recibieron a esta edad por diversos motivos deben consultar
para su aplicación con el médico que la indicará según
cada caso en particular.
En segundo lugar, realizando las consultas ginecológicas de
rutina, donde se indicará para descartar lesiones, la toma
de muestras de células del cuello del útero para su análisis
(Papanicolau), colposcopía con o sin biopsia según los
hallazgos, y según cada caso en particular se podrá indicar
test de identi!cación del sub tipo de HPV.
En general, se aconseja como prevención, realizar el
examen ginecológico con toma de Papanicolau a los 3 años
de iniciadas las relaciones sexuales -considerando realizarlo
antes según antecedentes y criterio médico-, con una
frecuencia anual si el resultado es normal hasta obtener 3
muestras consecutivas normales. Luego se podría en estas
circunstancias, realizarlo a los 3 años, siempre según
criterio médico y cada caso en particular.
Todas estas medidas preventivas -vacunación, examen
ginecológico con Papanicolau y colposcopía- que son de
fácil ejecución para el profesional capacitado y ocasionan
una mínima molestia durante el examen ginecológico en la
mayoría de las pacientes, generan un comprobado y e!caz
impacto en la prevención del cáncer de cuello de útero, y
están disponibles sin costos en el sistema público de salud
para aquellas pacientes que no dispongan de cobertura
médica para realizarlas.
Como vemos la prevención de esta evitable enfermedad
depende en gran parte de: conocer que existe y que se
puede evitar, y de tomar conciencia de la obligación de
cumplir con las medidas recomendadas (principalmente
vacunación y examen físico).
Podemos concluir a!rmando que el principal factor de
riesgo para cáncer de cuello de útero no es padecer una
infección por virus del papiloma humano (HPV), sino
claramente no realizar los controles ginecológicos indicados
para poder detenerla a tiempo.
www.hpc.org.ar
CENTRAL:))