EDICIÓN JUNIO 2020

Él se fue a plataforma, pues según nosotros, todavía faltaba tiempo para que mi
hijo naciera y pues resulta que el niño se adelanta… Tenía preclamsia, era cirugía si o
si, la mamá de él le aviso y le dijo que me fuera a ver, que fuera de Ciudad del Carmen
a Tabasco para conocer al niño y saber si era de él porque también la duda siempre
estuvo, si era su hijo. Entonces la siguiente decisión crucial fue el día que tuve a mi
hijo, él llego en la noche lo vio 5 minutos y se fue de la clínica y lo único que me dijo
fue “bajando de plataforma voy por mis cosas no quiero nada contigo”
...Yo no me daba cuenta de esta violencia, había una persona, de la que estoy
totalmente agradecida… él me decía “Ari no es posible que cada vez que venga te esté
golpeando y no es posible que te amenace” “Tu puedes” y entonces como que el
empezó a impulsar esa parte de créetela tu puedes, créetela… Recordé algo que yo ya
tenía súper abandonado y olvidado, que estaba súper enterrado… Empecé poquito a
poquito como a pensarlo y a decir “Ok pero entonces si se va cuáles son mis opciones”
ya vislumbra que podía hacer algo diferente... ya no nada más me enfocaba en cómo
me sentía de mal, sino me enfocaba en las soluciones. Cuando mi hijo tenía un año 8
meses ya él y yo estábamos prácticamente separados.
...Hubo una ocasión que ya la agresión fue muy fuerte, se bajó de la camioneta con
un bate a pegarme, entonces yo dije “si me levanto de esta -te juro que me acuerdo de
eso- si me levanto de esta no lo voy a volver a permitir en mi vida” yo muy molesta
conmigo misma, pensando, amiga date cuenta, reacciona, que está pasando contigo,
porque estas permitiendo todo esto, a tu papá no le gustaría que estés así, ósea si tu
papá viviera ya te hubiera agarrado a cachetadas por pendeja y por permitirlo,,
entonces como que yo sólita empecé a terapiarme y a decirme estas cosas dentro de
mi cabeza… Cambie el dialogo en mi cabeza, en vez de decirme “ni modo tienes que
aguantar” me dije “no, tu puedes, esto no está bien” lo que nunca pensé en ese
momento fue que mi hijo estaba en casa de su papá y ese fue el día en que me lo
quitaron.
...Me dijo “No, no te lo vas a llevar y hazle como quieras” y obviamente yo decía como
que no me lo voy a llevar si es mi hijo, dámelo, y empezamos a discutir y me decía
“¿Quieres a tu hijo? quédate aquí conmigo” entonces estaba entre la espada y la
pared, yo decía “ósea estás viendo como me dejaste -yo tenía marcado el cuello, traía
marcada la cara- estás viendo como me dejaste, no ósea no confió en ti” y empezaba
el circulo de violencia del perdón estaba muy ebrio, me molesto mucho pensar que
habías estado con alguien más, esto no va a volver a pasar. Ya sabes, la promesa,
entonces yo dije, NO, y cuando iba a abrir el portón, yo me subí al coche y me fui… De
ahí hacia adelante lo que sucedió es que la dinámica fue “¿Quieres ver a tu hijo?
tienes que estar conmigo.
...Cuando llegue a Mérida, fue como un refresh, esta fue una de las decisiones
cruciales que tome, aunque creo que antes de esa decisión la más difícil fue que al
seguir luchando por mi hijo Jorge y por querer verlo, hacia mil cosas, soportaba
insultos, humillaciones del papá, llego al grado de decirme una vez “¿Quieres ver a tu
hijo?” párate enfrente, te voy a atropellar, cuando salgas del hospital entones lo podrás
ver”… El haber tomado la decisión de irme, fue renunciar a la lucha por mi hijo, es
decir por verlo, por convivir con él para ponerle un alto a la manipulación que el papá
tenia conmigo usando a mi hijo como moneda de cambio, lo que me ayudó muchísimo
fue el haber puesto tierra de por medio.