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Edicion 03 de octubre 2020

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EL ABISMO DE LA

PANDEMIA SALVADOREÑA

Verdaderos ríos de tinta han descrito la pandemia en muchas manifestaciones

humanas entre las diversas sociedades del planeta, un

contagio universal que creó “la hermandad del sufrimiento” que no

distingue geografía, economía, razas etc. debido a que desnuda la

fragilidad humana en todo su quehacer histórico.

sión

y temor, impuesto de un día para otro que se prolongó casi por

100 días, los resultados son desastrosos, muchos médicos y personal

médico ha fallecido en el cumplimiento de su deber, ciudadanos obligados a

cuarentenas sin límite de tiempo a pesar de las pruebas negativas, improvisación

de Centros de Contención etc. ello obligó a millones de ciudadanos a

refugiarse en sus domicilios mientras las batallas políticas se profundizaron

sin descanso.

En el silencio de los hogares los valores vitales comenzaron a cuestionarse, de

pronto el dinero “que todo lo compra” “el metal dorado que todo lo puede” no

podía resguardar la salud de sus “aurotenientes”; el ocio en todo su esplendor

reparador del cansancio laboral no existía, de tal suerte que ya no servía el

turismo, áreas vacacionales, exploraciones al Himalaya, viajes al centro del

placer, la vuelta al mundo en 80 cruceros, las ciudades que “nunca duermen”

ahora parecían reproducir a la bella durmiente en sus rascacielos o comercios

políticas, de pronto un modesto Papa en Roma recorría los sitios de peregrinación

solitario, le acompañaba su fe, con sus pasos titubeantes se aproximó al

de otra peste; mientras un mundo con templos vacíos observaba sus pantallas

de televisión, era la nueva rutina del aislamiento; la proximidad de la muerte

fue un sentido del peligro constante, adquirimos esa consciencia letal al recordar

la sentencia: “todos tenemos la misma distancia del Hades”, en el siglo

XXI “todos tenemos la misma distancia al Covid-19”.

La pandemia hizo visible el

grito de miles de salvadoreños

sitiados por el hambre

y la exclusión, las banderas

blancas amanecieron por

todas partes e incluso en

áreas insospechadas, mientras

las tormentas arrasaban

las casas de los pobres

construidas en la rivera de

pequeños riachuelos, sin

contar que la Tormenta

Amanda convertiría esos

nes

de concreto, un drama que pronto tocaría en nuestras puertas, porque nadie

estaba exento de la misma tragedia cuando una docena de autos era absorbido

Todos los días eran iguales, mientras la fatalidad acompañaba a muchas familias,

la ronda de esa contabilidad macabra se aproximaba a pocos metros de

nosotros, ya no eran desconocidos sino nuestros amigos, ya no eran lejanos

extranjeros sino los parientes nuestros, armados de valor asumimos nuestro

destino e incluso designamos a quién le tocaría cargar con las deudas, funera-

Ahora ha pasado la feroz cuarentena, el virus Covid 19 permanece entre nosotros

y ahí se quedará endémico, porque será como el Zika, Chicungunya, Dengue

etc. presente por temporadas y la vacuna tardará mucho tiempo en llegar.

Esta temporada de demonios hace visibles a los héroes clásicos vestidos de

blanco en los hospitales, otro abismo se inaugura en las normas sociales, quizás

iniciemos el retorno del destierro, aún debemos derrotar a la bestia con

la muerte en el mismo instante de la resurrección, como una historia feliz en

medio de tanta tragedia.

amazon.com/author/csarcaralv

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Edición Extra | 03 de Octubre de 2020 |

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