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Edición No. 5 Revista Oopart: Internet

En 1982 Gabriel García Márquez recibe el premio nobel de literatura, en su discurso citó a William Faulkner quien en ese mismo lugar, 32 años antes, dijo: Me niego a admitir el fin del hombre, Márquez le complementaba instando a los escritores a crear una nueva y arrasadora utopía de la vida, contraria a la autodestrucción causada por la desigualdad, la opresión, el saqueo y el abandono. En ese mismo año 1982, el Apple II, que sería el primer ordenador para usuarios caseros producido en serie, sufriría el ataque del Elk Cloner, el primer virus de computadora, programado por Rich Skrenta. Este sería el indicio inicial de cómo un proyecto concebido para dar nuevas posibilidades a las personas, también se tendría que enfrentar a la autodestrucción por parte de sus usuarios. A modo de anécdota, este virus se manifestaba a sus víctimas de forma literaria: con un poema. Elk Cloner: The program with a personality It will get on all your disks It will infiltrate your chips Yes it's Cloner! It will stick to you like glue It will modify RAM too Send in the Cloner! 38 años después, prácticamente cada ser humano lleva un miniordenador personal en su bolsillo y se conecta a Internet cuando quiere. Esto supone una conectividad inmediata con cualquier persona en cualquier lugar del mundo, y un mar de información, datos, publicidad, contenido, entretenimiento ¡Una maravilla! Pues en esta oportunidad en Revista Oopart desarrollaremos esas maravillas llamadas Internet y tecnología, los alcances que tienen en nuestra vida diaria y por qué no, situaciones en las que desearíamos regresar a 1982, donde el peligro virtual al menos nos leía un poema.

En 1982 Gabriel García Márquez recibe el premio nobel de literatura, en su discurso citó a William Faulkner quien en ese mismo lugar, 32 años antes, dijo: Me niego a admitir el fin del hombre, Márquez le complementaba instando a los escritores a crear una nueva y arrasadora utopía de la vida, contraria a la autodestrucción causada por la desigualdad, la opresión, el saqueo y el abandono. En ese mismo año 1982, el Apple II, que sería el primer ordenador para usuarios caseros producido en serie, sufriría el ataque del Elk Cloner, el primer virus de computadora, programado por Rich Skrenta. Este sería el indicio inicial de cómo un proyecto concebido para dar nuevas posibilidades a las personas, también se tendría que enfrentar a la autodestrucción por parte de sus usuarios. A modo de anécdota, este virus se manifestaba a sus víctimas de forma literaria: con un poema.

Elk Cloner: The program with a personality
It will get on all your disks
It will infiltrate your chips
Yes it's Cloner!

It will stick to you like glue
It will modify RAM too
Send in the Cloner!

38 años después, prácticamente cada ser humano lleva un miniordenador personal en su bolsillo y se conecta a Internet cuando quiere. Esto supone una conectividad inmediata con cualquier persona en cualquier lugar del mundo, y un mar de información, datos, publicidad, contenido, entretenimiento ¡Una maravilla!
Pues en esta oportunidad en Revista Oopart desarrollaremos esas maravillas llamadas Internet y tecnología, los alcances que tienen en nuestra vida diaria y por qué no, situaciones en las que desearíamos regresar a 1982, donde el peligro virtual al menos nos leía un poema.

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30<br />

existe forma de que nadie salga a la<br />

calle a exigir información directa ni<br />

fragmentada de la situación médica del<br />

mandatario, sino que todos se someten<br />

a que sea la dictadura de la televisión<br />

quien, un día, decida contarles la verdad y<br />

les facilite o les indique una nueva forma<br />

de comportamiento: abarrotar las calles<br />

ante la muerte de un símbolo nacional<br />

irrecuperable, o guardar silencio y no<br />

decir nunca nada ante ningún abuso, por<br />

ejemplo.<br />

gracias a su incapacidad de mentir -a su<br />

obligación de informar en todo lugar y<br />

momento- y una seriedad auténtica con la<br />

verdad y la bendita divulgación, seguro,<br />

pronto, se atreverá a montar una versión<br />

de La Guerra de los Mundos que hará<br />

que la gente se eche a las calles y pierda<br />

la cabeza creyendo que nos invaden los<br />

alienígenas, mientras las comisarías de<br />

policía y las redacciones de noticias se<br />

bloquean por las llamadas de televidentes<br />

aterrorizados y desesperados que, aunque<br />

no escuchan ningún estallido de bomba<br />

De esta forma, aunque el hombre<br />

contemporáneo parece actuar sin fe ni<br />

creencia alguna dudando hasta de su<br />

propia sombra; el pleno auge, cuidado y<br />

necesaria reproducción de la información<br />

ni ven el cielo centellear, están seguros<br />

que el mundo se cae a pedazos por los<br />

ataques con gas de los marcianos simple y,<br />

llanamente, porque lo están viendo en su<br />

televisor.<br />

su época lo ha sumido a vivir en el<br />

régimen dialéctico de un gran hermano<br />

que no pretende vigilar para modificar<br />

controlar, sino que, contrario a lo que se<br />

ha esperado gracias a Orwell, prefiere<br />

divulgar, gritarlo: abrir sus fauces en<br />

cubrimientos especiales de 24 horas,<br />

abrir su ojo omnisciente para asegurar<br />

su presencia total, su capacidad para<br />

llegar a todos y fungir como un Dios: el<br />

Dios que todo lo ve y que todo lo cuenta;<br />

el único Dios de la posmodernidad que,

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