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Novedades.
Pájaro: “El Gran Poder”.
pliego se acumula el polvo de
la carretera, el incienso, la
sangre, el carisma y el talento,
talento y carisma que se le caen
a borbotones a este artista de
corte profundo llamado Pájaro.
una sorprendente versión del
“Let’s go away for a while” que
Brian Wilson incluía en el “Pet
Sounds”, con la sensación de
que el viaje ha durado apenas
un suspiro.
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Solía decir Jim Morrison
que el tercer disco marcaba
el fi nal del comienzo, que
representaba un punto de
infl exión en el que el artista,
el músico, debía trabajar sin
el material acumulado durante
años, que es de alguna forma el
primer disco que se hace desde
cero, a conciencia. Pájaro
nos ha venido deslumbrando
desde que publicase “Santa
Leone” y posteriormente con
“He matado al ángel”, dos
obras maestras que deberían
haberlo encumbrado al altar
de los grandes. Mi miedo,
un miedo secreto de esos
que no compartes para que
no tomen cuerpo, era que el
nivel de estos trabajos fuera
complicado de mantenerse,
como si temieras que el amor a
alguien acabase resintiéndose
de alguna forma inexorable
que solo el tiempo entiende.
Pero mi falta de fe ha sido
castigada, Pájaro ha vuelto a
regalarnos (porque esto sólo
puede catalogarse de regalo)
otra obra de arte grande,
hermosa, grandilocuente
en su sencillez, repleta de
matices, repleto de recovecos
emocionales como si fuera un
retablo de iglesia barroca en el
que en cada vericueto, en cada
“Corre, chacal, corre” inicia
como si comenzaran los
créditos de la película,
polvorienta, dolorosa, intensa,
¡qué canción! En “Los callados”
Pájaro duele, porque la belleza
también duele, un canto a la
libertad y en defensa de los
olvidados, esos vientos elevan
la canción hasta encogerte las
entrañas. No puedo evitar decir
que, como en todos los trabajos
de Pájaro, la producción es
de una belleza exquisita,
está cincelada con un gusto,
una delicadeza y un empeño
descomunal, una colección
de detalles impresionante.
Acústicas y vientos aquí,
riffs con distorsión allá, el
hammond de Julián Maeso
que aparece… las canciones
aquí son como grandes obras
pictóricas conformadas por
mil y una pinceladas propias
de un maestro orfebre. “Rayo
mortal” golpea con furia (esas
guitarras…) y con “A galopar”
(poema de Rafael Alberti
con el que suelen fi nalizar los
conciertos) nos termina por
avasallar, parece que sientes
la sangre caliente entre esos
redobles como si fueran los
caballos que pasan por encima
de ti. El ritmo se vuelve aún más
trepidante con “El tabernario” y
alcanza sus más altas cotas
con una maravilla titulada “Yo
fui Johnny Thunders”. Como
regalo fi nal Pájaro nos deja
“El gran poder” es eso, fuerza,
belleza, sangre, un trabajo
impecable que además se
presenta con un diseño marca
de la casa de Álvaro de The
Fly Factoy. Pájaro es por
derecho propio un grande y lo
ha vuelto a demostrar. Gracias
maestro.
javistone
Decum:
“You’re a liar”.
Desde el sur aparecen en
escena estos Decum con su
debut titulado “You’re a liar”, un
desafi ante título acompañado
de una preciosa e intrigante
portada que nos promete
sensaciones fuertes. Y a pesar
de una presentación tan oscura,
el interior del disco invita más a
la fi esta que a la introspección,
sonido clásico que bebe de
todas esas bandas que nos han
infl uenciado y que sustentan
esto que se llama rock & roll. Si
os digo que la banda a la que
me suenan sobre todo es a
los New York Dolls os podéis
hacer una idea sobre de qué