26.06.2021 Views

Edicion 26 de junio de 2021

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

EL PORTAL DE LA ACADEMIA

SALVADOREÑA DE

LA LENGUA

PARA

COmER

ARROZ

HAY QUE

PROdUCIR

ARROZ

Por: Eduardo Badía Serra,

Miembro de la Academia

Salvadoreña de la Lengua.

Contaba Jonathan Swift que una

vez, un hombre en su juventud

construyó un manicomio, y en su

vejez ingresó en él. Comienzo titulando

este portal con este sabio proverbio chino:

“Para comer arroz, hay que producir

arroz”.

Con esto del bitcoin y las criptomonedas,

en lo que se ha involucrado el país vía

motivos poco claros y confusos, y de las

crípticas explicaciones que se escuchan

todos los días, de todos los tonos y de

todos los colores, pareciera que el hombre

salvadoreño ha perdido ya la poca racionalidad

que le quedaba, y ha entrado

en una difusa etapa de confusión de su

conciencia. No se trata de discutir cómo

ha de administrarse esa nueva moneda, y

qué efectos tendrá al mediano y al corto

plazo; no se trata de argumentar, ligeramente,

que conociendo su reglamento se

“aclarará” todo. La pregunta esencial, en

primariedad, corre en el sentido de a qué

se debe tal cosa, cuál es la necesidad que

tiene el país de entrar a una nueva complicación

en su cotidiano vivir, porqué

tanta urgencia y tanto misterio en su implementación.

Porque si algo está claro

es que ello ha estado siendo programado

minuciosamente en los círculos de su interés,

y cuidadosamente estudiado. Otra

cosa es que la gente no tenga acceso a ese

conocimiento, aunque esto debería haber

sido lo justo.

El hombre debe meditar sobre su ser

mismo, sobre su sentido, sobre explicarse,

más que cómo ha llegado al mundo,

porqué ha llegado, cuál es su objeto, su

misión. Esta época megatecnológica,

que lleva al hombre a una vida virtual,

aparente, y que lo va orientando cada vez

do”,

“hombre-robot”, obliga a hacer una

Esto del bitcoin y su aliado strike no es

una cuestión aislada. Es un peligro verlo

de esta manera. Hay una tendencia

mundial a llevar al hombre a una total

dependencia de la tecnología, y conducirlo

a una condición de hombre virtual.

Se le está llevando progresivamente a la

supresión de lo que se conoce como su

“experiencia subjetiva”, importante condición

humana sin la cual el hombre deja

de ser en sí mismo: ‘En este momento,

veo la casa, y los árboles sobre la colina

en lontananza, escucho el rumor de los

autos en la carretera, siento el acogedor

calor de mi habitación, y me pregunto si

el rascar en la puerta es mi gato que reclama

entrar…..’ Todas estas sensaciones

son mías, y son de carácter privado, dotadas

de ese carácter privado, de esas cualidades

que no son comunicables a ningún

otro, cualidad inefable e indescriptible

tra

efectiva experiencial de la existencia

que ahora se encuentra en peligro de ser

negada. Cada hombre tiene sus “quale”,

y sus “quale” son sólo de él y no le son

comunicables a ningún otro. Son experiencias

reales, vivas, parte de “mi” mundo,

del ambiente en que vivo. Son todo

aquello que soy.

Por supuesto que hay un mundo físico,

del cual mi “experiencia subjetiva” se

origina. No podemos saber de qué está

hecho, cuál es su naturaleza profunda,

pero no dudamos que exista. ‘Si abro la

puerta, allí está el gato aruñándola, y la

puerta misma, y si hubiera otra persona

junto a mí, también vería al gato, y a la

puerta, pudiendo tocarla además de verla…..’

Pero mis sensaciones del gato y la

puerta son mías, y las de la persona junto

a mí son de él. No podemos confundirlas

ni igualarlas.

El hombre es un ser “mente-cuerpo”.

Es dos sustancias, la mente, inmaterial,

inextensa, y el cuerpo, material, extenso.

Es, pues, la “experiencia subjetiva”, la

“qualia”, por un lado, y el mundo físico

con él por el otro. El dualismo, en una

palabra. ¿Cómo se comunican ambas

sustancias? Este es el complejo proble-

moderna, desde el mismísimo Descartes

buscaba resolver recurriendo a la famosa

“glándula pineal”, y Leibniz por su lado,

a su también famosa “armonía preestablecida”.

Zubiri, por su lado, habla de un

“constructo psicoorgánico”: “El hombre

es un constructo psicoorgánico en el cual

la mente es sólo ‘mente-de’ este cuerpo,

y el cuerpo es sólo ‘cuerpo-de’ esta mente”.

Es su famoso ‘constructo del de’.

Este problema de la comunicación de las

sustancias es lo que ha dado en llamarse

“el problema difícil de la conciencia”,

que confronta con el también llamado

“problema fácil de la conciencia”. Este

incluye la percepción, el aprendizaje, la

atención, la memoria, el modo en el cual

distinguimos los objetos y reaccionamos

a los estímulos, la diferencia entre el sueño

y la vigilia. Este es el problema fácil,

entendible, llano, en comparación con el

problema realmente difícil de “la experiencia

en sí misma”, esto es, responder

al como hace la “experiencia subjetiva”

para emerger de la objetiva materia cere-

como tratan de argumentar algunos.

Pero el caso es que el hombre es eso:

“qualia” y “mundo físico”, “experiencia

subjetiva” y “realidad objetiva”. Una es

propia, individual, incomunicable: Hay

tantos mundos como hombres en él. La

otra es común a todos, es una sola, el gato

que araña, la puerta que se abre. Negar

una es negar la otra, y, claro, negar al

hombre. Se rompe el constructo zubiriano,

la armonía preestablecida leibniziana,

las dos caras del reloj de Mallebranche,

y el monismo de la sola sustancia espinoziano.

Y esto es lo que, gravemente,

estamos afrontando ahora, oscuramente

por cierto, como efecto de la era megatecnológica

y sus malos usos. Estamos

rompiendo al hombre mismo, dejándolo

sin su “qualia”. Hay muchos mecanismos

para romper ese tiempo y lugar en

que la conciencia surge, esa línea-confín

conciencia. Uno de ellos, sutil, críptico,

confuso, subterráneo, subversivo, molesto,

peligroso, agresivo, violento, taimado,

es este adminículo que ahora aparece

con el nombre de “bitcoin” y su aliado

el “strike”. La estrategia es invertir los

planos estructurales del hombre, privilegiando

los planos de los medios, (econo-

nes,

(cultura, participación, familia). Uno

de los mayores peligros que subyace en

esta condición es que el hombre se traslada,

de individuo, a masa, masa social;

otro es que se convierte en hombre-zombie.

¿Ha escuchado usted algo sobre el

hombre-zombie? Seguramente que sí.

El hombre-zombie tiene un aspecto perfectamente

similar al nuestro, que hace,

piensa y habla como nosotros, pero no es

consciente. Este nuestro alter ego no tiene

ninguna experiencia privada y consciente,

sus acciones no son conscientes.

Roger Penrose, hablando de ello, se preguntaba,

¿Tenemos dos individuos conscientes

separados que habitan el mismo

cuerpo? Y yo siempre me he preguntado

también: Cuando se maneja un vehículo

y el conductor se distrae platicando con

una persona que le acompaña, quién realmente

va conduciendo? Porque sin verlo,

vamos siguiendo el entorno. Reducir al

hombre a “masa social”, “hombre-zombie”,

eso es lo que busca, no sólo el bitcoin

pero el bitcoin también.

Vamos, pues, al bitcoin, al strike, y a otras

peculiaridades de unas mentes difusas.

Esto, ¿nos dará de comer?, ¿nos hará

más educados?, ¿nos hará más cultos?,

¿tendremos más salud?, ¿tendremos más

vivienda?, ¿tendremos mejor vestido?,

¿un mejor techo para nuestros hijos? ¿Libertad

para dar sentido a nuestra “experiencia

subjetiva”? ¿Nos aclarará nuestro

sentido de la vida?

Pero repito: Este rompimiento del hombre

es lo que ahora llamo “la crisis de la

conciencia del hombre salvadoreño”. El

hombre salvadoreño ha entrado en una

etapa, triste, de su existencia, la etapa

de la “crisis de la conciencia”. De

ello continuaré hablando en próximos

portales……

Aunque desde ya, debo insistir:

Como decían los chinos, que por

eternos eran virtuosos, y por ágrafos

eran sabios, “para comer arroz,

hay que producir arroz”.

Edición Especial | 26 de Junio de 2021 | 07

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!