Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Diario Co Latino
Opinión
Jueves 29 de julio de 2021 9
NAYIB BUKELE: El tiranosaurio
Carlos Ernesto García
Cuando en 1992 se firmaron los
Acuerdos de Paz, que ponían
fin a una larga guerra fratricida
en El Salvador, que se había alargado
por más de dos décadas, yo estaba a
punto de cumplir 32 años, y un tercio de
mi vida, en el exilio. Los esfuerzos por
lograr establecer, lo que sería la piedra
angular para la construcción de un nuevo
país, sería largo de exponer en este
breve artículo. Pero lo que sí puedo, y
debo de expresar como salvadoreño, es
que fueron unos acuerdos que como nación
nos llenaron de grandes esperanzas,
y que pronto darían sus primeros frutos,
como por ejemplo, en la creación de lo
que hoy conocemos como la Policía Nacional
Civil, cuerpo en el que se combinaban
componentes de lo que fue la antigua
Policía Nacional, ahora depurada,
y ex combatientes guerrilleros del Frente
Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN), que se convertiría en
partido político.
Las pérdidas en vidas humanas, superan
las 70 mil víctimas mortales, a las
que habría que sumar a los desplazados
internos, a los desaparecidos, y a los de
una diáspora que, en su mayoría, y en especial
desde la década de los 80´, recorre
el mundo y que solo en los Estados Unidos,
alcanzan los más de 3 millones.
Existen poblaciones, que, debido a los
constantes bombardeos por tierra y aire,
quedaron completamente destruidas, lugares
que difícilmente volverán a repoblarse.
El napalm, utilizado también en
la guerra de Vietnam, dejó buena parte
de la agricultura sin posibilidades de rehacerse.
Durante las últimas décadas, la realidad
ha impuesto la convivencia con lo
que sería una nueva forma de violencia,
ejercida, en su inmensa mayoría, por jóvenes
marginales, y que se convertiría en
producto de exportación al resto de la
región centroamericana: Las pandillas,
conocidas como maras. Todas estas, no
perdamos de vista, son organizaciones criminales,
que, a través de la extorsión, el
asesinato indiscriminado, el lavado de dinero,
así como el tráfico de drogas, de armas,
y de personas, han sumido en la desesperación
a la inmensa mayoría de la población
salvadoreña.
Han sido varios los gobiernos por parte
de ARENA (Alianza Republicana Nacionalista)
partido cofundado por el mayor
Roberto d’Abuisson Arrieta, destacado
líder de los Escuadrones de la Muerte
de El Salvador, y por supuesto, hombre
de confianza de la Administración de los
Estados Unidos de América. A diferencia,
la izquierda, apenas sí ha tenido un breve
periodo de 10 años en la presidencia de
El Salvador, uno con la figura del ex periodista
Mauricio Funes, y otro con la del
profesor y ex comandante guerrillero del
FMLN, Salvador Sánchez Cerén.
En medio de semejante panorama, surge
la figura de Nayib Bukele, un joven empresario,
que, con el apoyo de la izquierda,
alcanza la alcaldía de San Salvador;
una izquierda que le resulta incómoda, y
con la que rompe, no sin antes protagonizar
alguna que otra de sus pataletas políticas,
a las que ya nos tiene acostumbrados.
Poco después, Nayib Bukele, gana las
elecciones presidenciales, y desde entonces,
y con la complicidad servil sin precedentes,
de jueces, fiscales y magistrados,
se impondrá a sí mismo, el objetivo
de perseguir y destruir, a la izquierda
del FMLN. Para comenzar, se lanza con
todo el aparato judicial, en contra del destacado
líder de izquierda, Sigfrido Reyes,
uno de los fundadores del partido político
FMLN, ex diputado, y ex presidente,
en tres ocasiones, de la Asamblea Legislativa,
actualmente en el exilio. Pero la jugada,
le sale muy mal, porque se trata de
eso, de una jugada. Entonces, comienza
la persecución contra la familia, y amigos
cercanos de éste.
Mientras tanto, Nayib Bukele, se da a
la tarea de malversar fondos públicos con
los que fortalece la imagen de su partido,
Nuevas Ideas; asalta la Asamblea Legislativa,
con el apoyo incondicional de
su ministro de defensa, e insta a sus partidarios
al linchamiento de aquellos a los
que él considera sus principales enemigos;
durante la pandemia, impone más
de un cordón militar a la ciudadanía, saltándose
por completo los protocolos sanitarios;
y lo que no es menos grave: desconoce
el valor de los Acuerdos de Paz,
que desvirtúa en más de una ocasión, lo
que, como salvadoreño, me parece insultante.
En un artículo anterior, pronosticaba
que la persecución política a la izquierda,
por parte del Gobierno de Nayib Bukele,
no iba a parar y que, por el contrario,
subiría de tono, y que sería cada vez más
feroz. Lamento no haberme equivocado,
pues la madrugada del sábado recién pasado,
me despierto con la noticia que me
llega desde El Salvador, acerca de la captura
por parte de la Policía Nacional Civil,
de quien fuera la primera Alcaldesa
de San Salvador, y ex ministra de Salud
Pública y Asuntos Sociales, la doctora
Violeta Menjivar, así como de destacados
miembros del FMLN: Erlinda Handal,
ex viceministra de Ciencia y Tecnología,
Hugo Flores, ex viceministro de Agricultura,
y Calixto Mejía, ex viceministro de
Trabajo, quienes, en el momento de escribir
esta nota, aún se encuentran en dependencias
policiales, y cuyo único delito
es ser opositores de la gestión neoliberal
del actual Gobierno de Nayib Bukele
que ha ordenado la captura del ex Presidente
salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén,
y del ex Ministro de Obras Públicas,
Gerson Martínez, ambos del FMLN. La
misma persecución política, que se hace
extensible para el también ex Presidente
de El Salvador, exiliado en Nicaragua,
Mauricio Funes.
Confiemos en que las palabras del académico,
Armando Bukele, padre de este
tiranosaurio, se hagan realidad, y cito:
“La publicidad, la propaganda, puede hacer
que el pueblo siga a un demagogo.
Pero eso no durará. El pueblo, tarde o
temprano, abrirá los ojos”