Edicion 21 de Septiembre 2021
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8 Martes 21 de septiembre de 2021
Opinión
Diario Co Latino
Ética y Política
La crítica y la propuesta
José M. Tojeira
Criticar es siempre más fácil
que proponer. Y en El
Salvador se ha ejercido
tradicionalmente la crítica con
más fuerza que la propuesta.
Por eso cuesta ahora oponerse
a las propuestas presidenciales
por absurdas que sean.
Porque, además, las decisiones
presidenciales se dirigen hábilmente
contra muchas de las cosas
que tanto el liderazgo intelectual y
político como la población habían
criticado en los años anteriores.
El problema es que las imposiciones
presidenciales, aunque se dirigen
a instituciones ampliamente
criticadas, no cambian las instituciones.
Al contrario, si antes eran
malas, las vuelven peores. Si había
magistrados corruptos en el sistema
judicial, ahora se colocan caprichosamente
a personas no menos
corruptas que las anteriores y, para
colmo, más serviles y menos preocupadas
por la apariencia democrática.
Si había jueces lentos, miedosos
de otros poderes o corruptos,
ahora se quiere introducir en el sistema
jóvenes abogados tan inexpertos
como obedientes al partido en
Presidente:
Nelson López
Director General:
Francisco Elías Valencia
Jefa de Información:
Gabriela Castellón Fajardo
Coordinadora de Prensa: Patricia Meza
Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671, 2271,0971 Fax: 2271-0822
130 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD
el poder.
Y para asustarlos se hace una especie
de masacre laboral de jueces
en la que no importa ni la capacidad,
ni la calidad, ni el trabajo o
la experiencia adquirida. Basta
que tengan 60 años para
correrlos a la fuerza. Ya en
el ejecutivo habíamos visto
con preocupación el gusto
que tiene la presidencia de
la república por los castigos generales
y arbitrarios, como los emprendidos
en varias ocasiones contra
los privados de libertad. Pero la
arbitrariedad de someter a los jueces
a una “limpia pareja”, como decían
los militares antes de masacrar,
raya en lo absurdo y somete a un
sistema judicial, ya de por sí débil,
a un estado de postración y debilidad
que sin duda pagaremos caro.
Criticamos hace años y con razón
a los banqueros y a sus bancos,
nacidos de otra medida plagada de
corrupción, como lo fue el sistema
de privatización del sistema bancario
público. Ahora el bitcoin se utiliza
para librarnos, supuestamente,
de lo que nos quitan los bancos en
las transferencias monetarias. Si el
sistema bancario salvadoreño nunca
fue un ejemplo de empresas preocupadas
por el desarrollo social
del país, ahora se quiere iniciar un
proceso de sustitución de moneda
que puede llevarnos fácilmente a
distintas situaciones de bancarrota
o de inseguridad monetaria.
Hemos dicho tantas veces, y generalmente
con razón, que el pasado
era malo, que ahora se nos vende
fácilmente un futuro peor. Por
supuesto siempre adornado con
frases grandilocuentes, hoy todavía
más rotundas y sonoras que las
promesas de antaño. Todos vamos
a enriquecernos a un ritmo maravilloso
con el bitcoin, sin necesidad
de hacer una reforma fiscal progresiva
que propicie una mayor inversión
en los sectores desprotegidos y
semi abandonados del país.
Pero el abuso y la mentira tienen
siempre un límite. Entre las personas
que votaron por el actual presidente
hay muchas que esperaban
algo más que propaganda. Y aunque
no hay duda de que este gobierno
ha hecho algunas cosas buenas,
que otros fueron incapaces de hacer,
el afán de poder y el exceso de propaganda
está comenzando a cansar
a la gente, incluido un sector que
votó por él. Se vio en la manifestación
del 15 de Septiembre, se percibe
en la migración que continúa
desangrando al país, se advierte en
el comunicado de la Conferencia
Episcopal de El Salvador y se echa
de ver en una polarización que impulsada
desde el inicio por los sectores
gubernamentales, no ha conseguido
asustar a la gente, sino que
se ha encontrado con cada vez más
personas dispuestas a manifestar sus
críticas. Falta todavía una capacidad
de propuesta que aglutine a los descontentos.
Una propuesta democrática, con
amplio contenido social, con institucionalidad
independiente de los
caprichos políticos, con austeridad
real para poder así invertir más en
quienes más lo necesitan, es imprescindible
para que la fuerza real manifestada
este 15 de Septiembre pasado
se convierta en capacidad orgánica
que obligue al gobierno a tenerla
en cuenta. Solo entonces se
podrá hablar de tu a tu con el gobierno
y refrenar la actual política
de decisiones rápidas, poco consultadas
y creadoras de situaciones que
no pueden ser llamadas justas ni democráticas.