Edicion 29 de Septiembre 2021
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Opinión
8 Miércoles 29 de septiembre de 2021 Diario Co Latino
Sociología y otros Demonios (1075)
La sociología del número político (2)
René Martínez Pineda
Sociólogo
La sociología del número político es un
recurso –y es el curso- para dirigir grupos
desordenados o contrarios al medir
su impacto y las necesarias readecuaciones
a impulsar y, en ese sentido, mejora
la gobernabilidad si no cosifica los
grupos ni convierte en número simple
a las personas de carne y hueso ignorando
su probable importancia futura
más allá de las conjeturas y la confusión
entre datos duros y hechos aún más duros,
es decir, si no hace del número político una
propiedad exclusiva de los especialistas que, por
estar fuera del tiempo-espacio de la democracia,
eliminan el perfil moral e ideológico de las banderas
opositoras que siempre tienen una agenda
política, propia o ajena, perversa o sublime y,
por ello, tienen una relación tangible e indiscutible
con el gobierno.
Así, el número político es un mecanismo clave
para la clasificación, evaluación y medición
de la tasa de crecimiento del descontento o la
aceptación y, por otro lado, es una forma estratégica
de organizar la fuerza disciplinaria de los
grupos de apoyo popular y de los aliados, efímeros
o permanentes. Y es que lo disciplinario está
unido a la autoridad natural del gobierno, así
como, mal usado, está atado al mercado o es usado
por él en busca de la eficiencia y el consumismo.
El número político, además, le da coherencia
a la gestión financiera de las acciones del gobierno,
siempre y cuando no implique una métrica
colonizadora. Desde esa perspectiva sociológica,
la disciplina de apoyo popular se gana
con buenas prácticas gubernamentales mostradas
y demostradas en un número político, en
tanto comportamiento de retaguardia al que las
Director Presidente:
Francisco Elías Valencia
Vicepresidente:
Nelson López
Jefa de Información:
Gabriela Castellón Fajardo
Coordinadora de Prensa: Patricia Meza
Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671, 2271,0971 Fax: 2271-0822
130 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD
cifras le dan autoridad pedestre por ser muy superior
al número de voces de protesta. Las personas deben
ser parte de esa disciplina auto-numerando sus acciones
para “desnumerar” la de quienes quieren volver a
la ignominia del pasado más cercano.
Una de la tesis de la sociología del número
político como persona –y como orden político-
es que su lógica no debe sucumbir
a la neo-liberalización que sigue con
sed de bienes públicos. Para concretar el
orden político ideado por un gobierno
que respeta al número político (gobernabilidad
que cuenta a las personas para
que las personas cuenten) hay que verlo
como una matemática de la movilización colectiva,
o sea como un mecanismo democrático que
hace las cuentas cabales. No está en discusión el hecho
sociológico de que los números pueden movilizar
–o ayudar a movilizar- con el algoritmo de la motivación
popular o la manipulación del imaginario
desde la ideología de la derecha y, cuando se llevan
al territorio de la crítica al servicio de la democracia,
permiten re-politizar rubros en la agenda gubernamental.
En otras palabras, la sociología del número
político puede hacer visibles a las minorías y darle
un cuerpo-sentimientos a la identidad sociocultural
y política de las mayorías que buscan refundar el
debate masivo y directo sobre los bienes públicos, tales
como la educación superior, la pobreza, la salud
pública, las pensiones, la migración y una gama amplia
de otros bienes y problemas públicos.
La meta es construir gobernabilidad y democracia
real humanizando el número. Pero ¿Cuál es la relación
entre número, gobierno, democracia y participación
si el número político es una táctica-estrategia
de gobierno que le permite redactar su agenda e
incidir en el comportamiento de los que apoyan y
los que atacan? Así, la gobernabilidad es una dialéctica
de aperturas-cierres, capacidad-limitaciones, luzoscuridad
y certezas-paradojas. Entonces ¿En qué medida
el número ayuda a formular, negociar y readecuar
las políticas? ¿Hasta qué punto es necesario incluir
–como número político- a las minorías expresadas
en grupos de interés, grupos de presión, sindicatos,
gremiales empresariales, asociaciones religiosas
y tanques de pensamiento o de coartada de la derecha
para producir e impulsar políticas públicas? ¿qué
cambia o cuánto importa el número político para generar
gobernabilidad y con ella espacios de sosiego
para realizar los cambios? ¿siempre importa tener a
la mano el número político como operación social,
cognitiva y simbólica?
En el manejo del número político como estrategia
de gobierno hay que tener en consideración tres acciones
elementales (sistematizar, controlar e incluir)
de las cuales incluir es la más importante para que
la suma algebraica y sociológica sea positiva, en tanto
producirá nuevas cantidades materiales de apoyo
popular como resultado natural. Hacer hincapié
en esas tres acciones elementales implica comprender
cómo se diseña y cómo opera cotidianamente la
acción política de la correlación de fuerzas considerando
a las personas como algoritmos y a los algoritmos
como personas; cómo se aborda la tasa de crecimiento
del apoyo popular o de la protesta antagónica
y, por tanto, cómo se comprende y potencia el
número político en cuanto práctica colectiva-gubernamental
y gerencia social de la movilización que se
sobrepasa a sí misma.
En todo ello es fundamental y fundacional la dimensión
de la realidad como dimensión controlada
de la política de transformación significativa. Al respecto,
el análisis y sondeo de las políticas públicas y
la consolidación de la gobernabilidad fuera de la corrupción
e impunidad –que siguen estando vigentes
por ser el problema estructural de la estructura- proveen
la táctica-estrategia gubernamental necesaria
para analizar cómo se gobiernan y administran los
problemas concretos y la reacción respectiva –para
pasar de la reacción a la proposición y liderazgo- y
evaluar, en su justa dimensión, a los actores que tienen
diferenciadas cuotas de poder sobre los procesos
políticos y sociales que hacen de las políticas públicas
y la gobernabilidad el terreno ideal para construir
hegemonía o para depredarla, partiendo del supuesto
político de que existe una relación multidireccional
entre actuar sobre, a través de, o en contra
de los cálculos positivos o negativos.
Lo que propone la sociología del número político
es retomar el cálculo sereno para saber en qué
momento y con quiénes impulsar las diferentes políticas
de gobierno en el marco de las alianzas como
números colectivos que pueden ayudar a formar
conciencia social, imaginarios de la transformación
y, por ende, dirigir colectivos significativos en esa
vía, porque se numera a las personas y se humaniza
a los números, es decir se les confiere un rostro humano
que tiene, de hecho, rasgos muy heterogéneos
que pueden juntarse en un solo cuerpo-sentimientos
que comparte creencias e ilusiones en una coyuntura
signada por un pueblo que viene saliendo, lentamente,
de la desilusión social que provocó la antigua
forma de hacer política, y que quiere deshacer
el falso dilema entre construir calles o generar empleo,
pues lo primero lleva a lo segundo de la forma
correcta
La profunda reforma política y constitucional,
en este sentido, es inseparable de la legitimidad y la
eficacia de la táctica-estrategia del número político
visto como soporte de una gobernabilidad de nuevo
tipo, sobre todo en estos años en que hay que salirse
de los tipos o paradigmas tradicionales de hacer
política.