05.10.2021 Views

Edicion 05 de octubre 2021

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Opinión

10 Martes 5 de octubre de 2021 Diario Co Latino

El compromiso por la justicia

en el escenario político…

German Rosa, s.j.

El escenario político ha cambiado de manera vertiginosa

en las últimas décadas. La caída del muro

de Berlín fue el presagio del final de las grandes

ideologías y las filosofías de la historia. Ocurrió también la

crisis de los grandes paradigmas políticos, se consolidó la

globalización neoliberal y se acentuaron los fundamentalismos

religiosos. Pero también se hicieron evidentes graves

problemas de la globalización como: la exclusión social, ingentes

desigualdades socioeconómicas continentales, las crisis

financieras y la volatilidad de los mercados de capitales

sustentada por la lógica utilitarista de obtener el máximo

beneficio en el menor tiempo posible, la deslocalización de

las empresas y el desempleo que esto implica para las economías

nacionales, la flexibilización y la esclavitud del trabajo,

la aceleración de la carrera industrial en detrimento

de los ecosistemas y la depredación de la ecología, profundizando

de esta manera la vulnerabilidad medioambiental.

También se ha potenciado el individualismo competitivo y

el consumismo compulsivo, se extienden los conflictos bélicos

en regiones enteras, crecen las migraciones masivas por

causas de la pobreza y de la violencia. En consecuencia se

acelera una gran deshumanización a causa del impacto de

todas estas situaciones. Estas realidades provocan una gran

desesperación y un descontento de grandes grupos de población

en distintas partes del mundo.

Comprometernos por realizar la justicia es una necesidad

urgente e ineludible para revertir todas estas realidades

arrolladoras que destruyen nuestra condición humana

y nuestra casa común. No se puede vivir a espaldas de todas

estas situaciones que nos afectan, ni podemos permanecer

indiferentes.

Pero para afrontar todos estos retos comprometiéndonos

con la justicia se requiere inevitablemente la participación

política. Sin embargo, nos encontramos cada vez más

en un callejón sin salida. Pues quienes se involucran en el

quehacer de la política se preocupan cada vez más por soluciones

cortoplacistas para resolver los problemas de la población

que tristemente quedan irresueltos y también por el

sostenimiento del status quo.

Estas situaciones nos hacen poner los pies en la tierra

porque la política no es omnipotente ni es una varita mágica

que resuelve todos los problemas de la sociedad en que

vivimos.

Los partidos se “oligarquizan” y la política del ciudadano

ha sido reducida cada vez más a un ejercicio del sufragio

electoral cada cuatro o cinco años para elegir los dirigentes,

y gran parte de la población se abstiene de la participación

política y se desentiende de la responsabilidad en la cosa pública.

Y para rematar la corrupción financiera de los líderes

políticos ha sido una mala noticia democrática que ha contribuido

al desinterés de los ciudadanos por la política que

muchas veces, y con razón, la consideran sucia y perversa.

Además, la prevalencia del mercado sobre el Estado en

la globalización ha llevado al dominio de lo económico sobre

lo político. Lo económico condiciona generalmente las

grandes decisiones políticas en la democracia.

Ante este panorama complejo y muchas veces desolador,

no podemos ignorar que está emergiendo una nueva política

en torno a cuestiones éticas y culturales. Ejemplos de ello

son los movimientos que van creciendo en torno al cuidado

de la casa común; la paz de los conflictos globales; la solidaridad

con los migrantes económicos, políticos y por causa

de la violencia; los derechos humanos; la convivencia, la

tolerancia y el diálogo intercultural y religioso, etc. Curiosamente

se está gestando una mayor sensibilidad y elevación

ética de la sociedad civil.

Otro campo en el que se está desarrollando la participación

democrática son las iniciativas ciudadanas que movilizan

grupos al margen de los partidos políticos e incluso de

los sindicatos. Es como si asistiéramos al renacimiento de la

sociedad civil ante las desilusiones y la falta de credibilidad

de los partidos políticos y sindicatos en la sociedad. Esto implica

un giro de la sensibilidad que presagia una agenda política

social.

Otro espacio político que está creciendo son las movilizaciones

que agrupan movimientos que difunden y tratan

de resolver los problemas sociales. A veces se pueden percibir

como manifestaciones desordenadas con escasa organización

o institucionalidad, pero con talante profético social.

En América Latina, la primera década del siglo XXI estuvo

marcada por grandes movilizaciones sociales cuyos protagonistas

han sido: «indígenas», «piqueteros», «desocupados»,

«pingüinos», que han sido actores con presencia, organización

y capacidad de movilización.

Además, ha ocurrido un repertorio de acciones colectivas

típicas latinoamericanas: «cortes de ruta», «caceroladas»

o «marchas por la dignidad».

Un par de décadas antes, recordamos a las Madres de Plaza

de Mayo, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra

(MST), las asociaciones de familiares de detenidos desaparecidos,

los comedores populares, la toma de terreno, los comités

de vaso de leche, los movimientos de mujeres y los grupos

ecologistas, entre tantas otras movilizaciones, etc. Este siglo

ha iniciado con una reivindicación de la política en las calles,

desde donde se han presentado las demandas, se ha puesto

en jaque, en algunas ocasiones, a los gobiernos nacionales

y, en algunos países, los presidentes han debido dejar sus gobiernos

por la puerta de atrás, empujados por los movimientos

sociales (Cfr. https://nuso.org/articulo/america-latina-ylos-movimientos-sociales-el-presente-de-la-rebelion-del-coro/).

El trabajo político para comprometernos por la justicia

tiene que despertar y potenciar la sensibilidad ciudadana. No

hay que descansar insistiendo en problematizar éticamente la

política para que ésta se transforme y cambien las cosas. El

filósofo José María Mardones lo expresa en estos términos:

“La profundización democrática que sería deseable no puede

hacerse sin vencer el conformismo que atenaza a nuestra sociedad

y que supone la amenaza más velada y latente del totalitarismo

en nuestra sociedad democrática” (Mardones, J.

M. 2005. Recuperar la justicia. Religión y política en una sociedad

laica. Basauari, Vizcaya: Editorial Sal Terrae, p. 76).

La buena política de enseñar a preocuparnos por el prójimo

es fundamental, porque cuando se llevan al vecino por

la noche, mañana probablemente nos tocará a nosotros y no

habrá quien nos defienda. Y como bien expresa la sabiduría

popular en el adagio: “cuando veas las barbas de tu vecino

cortar, pon las tuyas a remojar”. La política del buen samaritano

puede ensanchar la conciencia general en la vida

pública y nos enseña el buen cuidado de unos con los otros

(Cfr. https://www.diariocolatino.com/el-buen-samaritanouna-parabola-que-denuncia-el-distanciamiento-social/).

Hay

que apostar por mejorar la calidad de vida de nuestros conciudadanos.

La crisis de la democracia nos hace caer en la cuenta que

todo no se juega en la “altísima política”. Hay mucho por

hacer a nivel local y municipal, a nivel de las comunidades,

los cantones, los barrios. La política nacional se construye

desde lo local, recorriendo las veredas polvosas y las carretas

a donde no llega el asfalto. Hay que comprometernos para

realizar la justicia desde lo local, pero teniendo una visión

global. Por otra parte hay que tener en cuenta que la participación

política ciudadana de manera organizada e institucional

en los partidos y los sindicatos tienen una importancia

fundamental para encauzar el río de las iniciativas y la participación

ciudadana para que hagan sentir su voz y su voluntad

a niveles local, nacional e internacional.

El compromiso político por la justicia comienza por la

reivindicación, se inicia ahí donde hay una necesidad y se

empeña por resolverla. La reivindicación se hace en pro de la

necesidad del otro o de los otros. Pero esta reivindicación se

entronca en una visión social y estructural, es decir, identificando

las causas o factores sociales que generan las necesidades.

Y cuando se participa en el dinamismo de la política se

da el paso para pedir el cambio y la transformación de la sociedad

(Cfr. https://www.diariocolatino.com/la-desigualdaden-las-sociedades-democraticas/).

El compromiso por la justicia exige paciencia y perseverancia.

Los cambios estructurales son lentos y se avanza milímetro

a milímetro. Hay que convencernos de que no toda

acción política es “maquiavélica” y que también es posible el

diálogo y los acuerdos para resolver los problemas y las necesidades

humanas.

Desde la fe cristiana el compromiso político por la justicia

se nutre de una espiritualidad encarnada, es decir, una espiritualidad

de los ojos abiertos instalados en la realidad, teniendo

la mirada hacia toda la sociedad, pero con sentido

e intención del bien común; también empleando el análisis

y la reflexión acerca de los medios mejores para cambiar las

circunstancias.

El Papa Francisco en su mensaje para la celebración de la

LII Jornada Mundial de la Paz (1º Enero 2019), a propósito

de la injusticia y la política, nos invita a cultivar la paz: “es

como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de

la violencia. Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier

precio lleva al abuso y a la injusticia. La política es un

vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad

del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella

no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede

convertirse en un instrumento de opresión, marginación

e incluso de destrucción”.

No hay que olvidar que si queremos la paz tenemos que

comprometernos para hacer posible la justicia en el país y en

el mundo. Recordemos las bienaventuranzas del Evangelio

de Mateo: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque

ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los

perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino

de los Cielos” (Mt 5, 9-10). La paz siempre va unida a la

justicia en la política y en la democracia.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!