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Fotografía : Jens Sondergaard
TErriBLEmENTE NiñoS
Por: Wilfredo Arriola
La pasión desde luego se
convierte en un aliciente
en la vida de las personas,
algunos la conocen desde
temprana edad, otros continúan
esa búsqueda sinuosa entre tantas
posibilidades para volcarse
en ella y otros mueren sin llegar
a conocerla. Al preguntarse ¿cuál
es mi pasión? En la generalidad
de la pregunta podemos tambalear
al responder, porque no nos
la replicamos o porque incluso le
tememos a decirla como reflejo.
Unos luego de sentirla identificada
se avergüenzan de ella y otros
la defienden como el mejor de sus
tesoros. La pasión nos identifica
tanto así, que puede convertirse
en una motivación o en la peor de
nuestras desventuras.
Muchos creen que pasión solo
hay una, y que las demás formas
de emociones solo son paliativos
para poder igualar ese mismo sentir,
que no habrá otra que se le
iguale. Unos lo encuentran en un
deporte, en la música al tocar un
instrumento, al escuchar la melodía
de un artista en particular, en
el arte, en la pintura, en la poesía,
en el baile, en fin… puede ser en
tantas maneras de expresión, en la
religión, aunque esta se gestione
como si fuera la aplicación de esta
en las otras tendencias de emoción.
La pasión se torna religión
y la religión es una practica disciplinario
día con día. Personas se
vuelven una religión, aunque enamorarse
es crear una religión cuyo
dios es falible, remata Borges
cuando habla acerca del amor, la
pasión más grande que ha existido,
el amor. El amor será entonces
la vena principal de la pasión, se
fomenta de esta, de sus articulaciones,
de sus pliegues y de ese latir
que acumula ese padecimiento
sobre lo que nos mueve de forma
incontrolada.
En la etimología nos devela algo
que pudiera parecer opuesto a lo
que sea cree, viene del latín passio
y este del verbo pati, patior (padecer,
sufrir, tolerar). Esta palabra
indica lo contrario de la palabra
acción, es decir, un estado pasivo.
El verbo patior generó un número
elevado de palabras tales como:
pasivo, paciente, impaciente,
compasión, compatible, padecer,
compadecer entre otras. Además,
la raíz de esta es indereuropea que
se remite a peir es decir, sufrimiento.
La pasión conlleva el sufrimiento
y con ese estado un gusto
particular por lo elegido, por
ese asalto a nuestras emociones
Tuvimos las de la infancia, quizá
todavía estén entre nosotros, de
manera aislada o descansan simplemente
en la profundo de las necesidades
que se dejan a un lado
por la cotidianidad del tiempo, a
pesar de eso, están y esas son el
vinculo por excelencia para sentirnos
vivos. Siempre Borges, en
uno de sus poemas insignes termina
de la siguiente manera: “Un
símbolo, una rosa, te desgarra y te
puede matar una guitarra”. Lo que
nos mantiene vivo también nos
incita a los extremos, ahí en esas
condiciones nos sentimos vivos,
nos sentimos, terriblemente niños.
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Edición Extra |20 Noviembre de 2021 |