Edicion 4 de diciembre 2021
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VIAJE AL INfIERNO
SALVADOREñO
AL INTERIOR
DEL TÚNEL
Quizás pensando en Jean Arthur
Rimbaud comparezco ante el
Mi infancia católica hasta el colmo, me
propinó el amor por el prójimo, lejos estaba
de comprender que el mundo prefería
el odio.
Momentos de muerte los he vivido
muchas veces, tantos que parecen canciones
piratas del siglo XVIII, historias
de pobres en barrios pobres, leyendas
de paciencia y tenacidad inculcada por
una tenaz voluntad de comprender el
entorno, he vivido bajo el sol tropical
calcinante, largas caminatas a casa por
promesas infantiles que sin duda creí
genuinas porque la religión no miente,
porque mi consciencia creía y quería
creer en todo lo posible de la jerarquía
religiosa; así construir la historia no era
fácil, porque no comprendía la desigualdad
y tampoco la orfandad de miles de
seres condenados al abandono por las
calles de la ciudad.
La gramática española inculcada en
gruesos libros con las conjugaciones
más castizas del siglo XIX y XX con
Adolfo Bécquer, Rubén Darío, José
de Espronceda, Federico García Lorca,
Enrique Heine, Juan Ramón Jiménez,
Amado Nervo, Jorge Manrique, Pablo
Neruda…. ¡Basta! Todo dentro de esa
silencios de otros poetas jamás nombrados,
así poco a poco descubrí los prohibidos,
subversivos, profanos.
Vivir en mundos de barrios pobres y
mentes católicas era alucinante, más en
Semana Santa con estampitas, alfombras,
Santos semanales con todos sus
nombres y además con una historia militar
visible en cada momento, guerra con
otras naciones y expresiones populares
contra el régimen militar de turno, en
consecuencia, el Golpe de Estado… era
la puerta del Hades.
Mi mundo cambió de golpe con el sentido
de la muerte y fragilidad de los
Derechos, los ciudadanos simplemente
desaparecían; la tenue frontera religiosa
se transformaba, la visión de la sociedad
constitucional se convertía en espiral
con todas las hipotenusas, catetos, senos,
tangentes, en una geometría euclidiana
hasta llegar a la física negativa, la
línea recta del disparo de los militares a
maestros, estudiante, e incluso militares
que deseaban salir del averno.
Un día la vecindad del reino de las sombras
rozó mi piel, éramos miembros o
participantes de los movimientos estudiantiles
universitarios, existían invasiones
militares a la Universidad, policías
internos dentro del Alma Mater, cadenas
y expatriaciones de docentes académicos,
pero un día a nuestros compañeros
los desaparecían, las fuerzas represivas
tenían el poder de capturar y destruir a
nuestros amigos, que dolor tan grande,
que juventud al borde del abismo, que
comprensión de la maldad humana…
nunca les volvimos a ver, ni saber nada
de ellos, ese fue el inicio del camino del
mada
de lucifer… el tiempo ¿ha pasado
en vano? ¿existe tiempo en ese espacio o
vivimos de nuevo esa penumbra?
amazon.com/author/csarcaralv
Al poeta Luis Velásquez, con afecto
El pintor Juan Pablo Castel ha asesinado, a
la persona, en su opinión, que mejor comprendió
su obra, y quizá, a la única mujer
que osó asomarse a las aguas turbulentas de su
desquiciado corazón. Ha segado la vida de María
Iribarne Hunter, y desde la prisión, nos narra los
pormenores de ese sangriento episodio.
Así comienza “El túnel” (1948), la más reconocida obra del escritor argentino Ernesto Sábato
(1911-2011). Una historia que recrea la neurosis obsesiva del artista Castel, presa de una
por los enconados celos.
te
detalle de uno de sus cuadros. Esto ocurre en una exposición del artista. Veamos: “Nadie se
decorativo. Con excepción de una sola persona, nadie pareció comprender que esa escena
constituía algo esencial. Una muchacha desconocida estuvo mucho tiempo delante de mi
cuadro sin dar importancia, en apariencia, a la gran mujer en primer plano, la mujer que
tuve la seguridad de que estaba aislada del mundo entero: no vio ni oyó a la gente que pasaba
o se detenía frente a mi tela”.
Basta este incidente para que Castel inicie un delirante acoso por María, a quien describe
en un apartado del texto: “Su rostro era hermoso, pero tenía algo duro. El pelo era largo y
castaño. Físicamente, no aparentaba mucho más de veintiséis años, pero existía en ella algo
que sugería edad, algo típico de una persona que ha vivido mucho; no canas ni ninguno de
quizá la mirada…”. Así mismo María, de personalidad enfermiza, se ve envuelta en un peligroso
juego, bajo la desesperante y ansiosa demanda emocional del artista, que no cesa por
pretender interpretar de forma casi matemática, los actos, situaciones, palabras, e incluso, los
posibles pensamientos de la joven.
María está casada con un hombre ciego, a quien admira y respeta, pero por quien guarda
personalidad misteriosa, desconcertante y contradictoria. En un diálogo con Castel, le dice:
“- Pero no sé qué ganará con verme. Hago mal a todos los que se me acercan”.
La relación transcurre entre llamadas telefónicas, entrevistas y cartas; ausencias y silencios;
encarnan comportamientos autodestructivos.
Escrita magistralmente, “El túnel”, documenta, la lógica del descenso hacia los increíbles
abismos de la locura y la desolación. Una obra, que, como toda obra de arte, alcanza esta
categoría no por el tema, ni por la trama, ni por los personajes que evidencia; menos por la
supuesta verdad que la asiste; la logra, por la efectiva construcción del medio que emplea,
esto es el lenguaje.
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escritor y por eso son inesperados y toman por caminos que el creador no había previsto, o
cambian sus atributos según se desarrollan, atributos que van descubriéndose por los actos
que ejecutan, a medida que la acción avanza. Nada más sensato que Don Quijote cuando da
consejos a Sancho para gobernar la ínsula, y nada más quijotesco que Sancho cuando cree
en esa ínsula”.
“El túnel” es, sin duda, antes que nada, una obra de gran factura literaria, para el disfrute esté-
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Edición Extra | 04 de Diciembre de 2021 |