CONCEPT ART RE
En este documento podrás encontrar información exclusiva sobre conceptos, propuestas y registros de la producción y el arte de Rojo Escarlata. Si tienes acceso a este documento es muy probable que hayas sido de nuestros apoyos VIP, lo cual agradecemos infinitamente, tanto por apoyar nuestro corto, como por apoyar el cine emergente colombiano. Disfruta de este documento, lo compartimos con mucho cariño y respeto.
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Psicoanálisis, sujeto y problemáticas
Pedro Francisco Sanchez Cifuentes
“Mientras lo bello produce deleite, lo sublime engendra un terror
deleitable al cual se entrega el alma sin poder evitarlo, pues con ella
queda completamente saturada sin dejar lugar para ninguna otra
emoción” (Burke, 1987)
LA CONQUISTA ESTÉTICA DEL
FUEGO
En Colombia, durante uno de los
periodos de violencia más cruel
(2000-2005) los medios de comunicación
tomaron una postura estética con la que se
abalanzaron sobre actores específicos del
conflicto armado, perdiendo así su
objetividad y satanizando a dichos actores,
justificando el fin, empleando una estética
de lo atroz que convenciera a gran parte
del país de lo que era bueno y lo que no,
dejando de esta manera una nueva huella
en los ciudadanos para darle rienda suelta
a lo que se vendría luego, masacres
“justificadas”, revictimización o
insensibilización del dolor de las víctimas
y principalmente deleite con el horror y la
muerte del enemigo. Lo anterior, me hace
preguntar si en Colombia existe una
búsqueda estética con el fin de lograr la
plenitud de las pulsiones de cada uno de
nosotros sin importar que se recaiga en
una estética de lo atroz, es decir y
recordando el fragmento de El Malestar en
la cultura de Sigmund Freud (Freud, 1930),
¿Es posible hablar de una estética de lo
atroz, haciendo un símil con las
dimensiones fálicas con las que La
conquista del fuego busca reconciliarse
con las pulsiones más primitivas o de
muerte?
En El malestar de la cultura, Freud cuenta el
mito de Prometeo como aquel héroe que robó el
fuego de los dioses con el fin de llevarlo ante los
hombres y de esta forma terminar
sacrificándose después de ser castigado por
Zeus, a permanecer encadenado a una roca
mientras un águila viene a diario a comer su
hígado. En este fragmento, Freud advierte de las
dimensiones fálicas que tiene el fuego que lleva
Prometeo poniendo el fuego como una falta, un
objeto deseado por los hombres y prohibido de
antemano por los dioses. Dice Freud que
posiblemente este objeto tiene una carga fálica
similar a la que mantiene la energía libidinal y el
deseo amoroso, sin embargo, más adelante
contrasta con el mito de Heracles que cortaba
las cabezas de la Hidra y asegura que haciendo
una reinterpretación del mito, Heracles no corta
las cabezas a la Hidra, sino que las apaga, a esto
llama una reacción de la cultura contra los
motivos primitivos de la conquista del fuego,
satisfacer las pulsiones.
Teniendo en cuenta lo anterior, la estética de
lo atroz podría llegar a convertirse en el vehículo
de ese fuego que busca satisfacer las pulsiones
más primitivas del ser humano, una estética en la
que se siente placer con la fealdad de la
violencia, encontrando placer en el lugar del
dolor, donde se justifica el dolor de “pocos” por
el placer de muchos. Con esto me refiero
directamente a las dinámicas sostenidas por los
grupos paramilitares, especialmente durante los
periodos más violentos de nuestro país. Los
grupos paramilitares financiados en principio
con arcas del narcotráfico, tomaron consigo la
misión de eliminar a grupos subversivos en
justicia del campo colombiano. Se establecieron
como un grupo de autodefensa que instauraba el
orden en diferentes regiones del país, esto, a
cambio de autonomía para tomar justicia por
mano propia y otros incentivos que tomaban a
fuerza de los campesinos. El surgimiento de
estos grupos desembocó en la realización de
masacres y crímenes que superaban con
creces al “enemigo” compartido con la fuerza
pública, las guerrillas (ELN, FARC-EP, EPL y
M19 en su momento).
A pesar de saber actualmente de aquellos
crímenes cometidos por paramilitares, muchos
colombianos reafirman como justas, las
intervenciones y delitos perpetrados por este
grupo, argumentando que alguien debía caer
para que sufrieran los grupos guerrilleros. En
ese orden, surge un ejemplo de cuando los
individuos no solo están expresando placer y
dando rienda a sus instintos primitivos (como le
llama Freud), por la caída y desaparición del
enemigo, sino deleitándose sobre el
sufrimiento de las víctimas que han tratado de
sobrevivir al conflicto armado.
Afortunadamente este no es un caso que se
pueda totalizar, y aún hay un sector de la
población que como en el mito de Heracles,
prefiere apagar el fuego, y abrir las puertas de
la sublimación que permita hacer parte de una
estética de la vida y la existencia, de una
energía de vida. Hay un segmento de la
población que prefiere hallar la armonía de la
vida en comunidad, en el trato con el otro y bien
de todos. Esta postura se enfrenta a la estética
de lo atroz que opera con imágenes de
crímenes que satisfacen a unos e intimidan a
otros, la labor a gran escala de conquistar el
fuego del que gozan los que quieren perdurar
diariamente en el poder.