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Historia de Argentina

Si no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos, no podemos preguntarnos hacia dónde vamos. He aquí la importancia de la historia. Conocer el pasado nos permite comprender el presente y nos brinda la posibilidad de proyectarnos al futuro. Recorramos a través de estas páginas el proceso histórico de nuestra conformación nacional.

Si no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos, no podemos preguntarnos hacia dónde vamos.
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>> El Ejército del Norte, al mando

del general Belgrano, durante

la segunda campaña al Alto Perú,

recorrió y combatió en las heladas

altiplanicies de la Puna.

Dispuesto a acatar esta orden

–ante la cercanía de las tropas

realistas–, el 23 de agosto de

1812, Belgrano dictó un bando

patriótico por el cual exigía a la

población civil que abandonara

el lugar y siguiera con todos sus

bienes, muebles y haciendas al

ejército. Así se hizo. En las calles

solo quedaron, entregados a las

llamas, los enseres que no podían

transportarse. Esto pasó a la

historia como el éxodo jujeño.

En septiembre de 1812, el

Ejército del Norte llegó en retirada

a Tucumán. Allí, la población

se comportó heroicamente: los

paisanos formaron un cuerpo

de caballería, que se puso a las

órdenes de Belgrano para defender

la ciudad.

La acción militar tuvo lugar el 24

de septiembre de 1812.

El ejército patriota derrotó en

la batalla de Tucumán a las

fuerzas realistas, y las obligó a

emprender la retirada. Belgrano

persiguió con cautela a los españoles,

que se atrincheraron en la

ciudad de Salta. El general les

cortó la retirada por el norte y el

20 de febrero de 1813 libró otra

batalla decisiva, la de Salta, que

finalizó con el merecido triunfo

para las fuerzas de Belgrano.

Una vez más, rumbo

al Alto Perú

Belgrano avanzó por el altiplano

de Bolivia para liberar al pueblo

altoperuano, que apoyaba la causa

revolucionaria. Por desgracia,

la suerte militar no le fue propicia.

El 1 de octubre de 1813, los patriotas

fueron vencidos en Vilcapugio.

A pesar del contratiempo,

Belgrano consigue rehacer sus

fuerzas y, el 14 de noviembre,

vuelve a enfrentarse con los realistas

en la Pampa de Ayohuma.

Esta vez los patriotas sufren un

desastre total, y deben abandonar

el Alto Perú.

Enterado el gobierno de Buenos

Aires de los desgraciados hechos,

dispuso el reemplazo del

General Belgrano por el

General José de San Martín. En

enero de 1814, ambos generales

se unieron en un abrazo en

Yatasto. Así, San Martín se hizo

cargo del Ejército del Norte.

Rondeau y la derrota

Una seria afección hizo pedir a

San Martín el relevo, el 27 de

abril de 1814. El director supremo,

Gervasio Posadas, nombró

entonces como reemplazante al

general José Rondeau, el 7 de

mayo de 1814. La defensa de la

frontera septentrional había

Güemes, “el guardián de la frontera”

quedado a cargo de Güemes,

que junto a sus invencibles gauchos

actuaba en Salta y Jujuy.

En 1815, Rondeau inicia una nueva

campaña, internándose en las

sierras bolivianas, pero sin contar

con el apoyo de Güemes, a causa

de un fuerte enfrentamiento que

se había producido entre ambos.

A pesar de estar solo, Rondeau

continuó avanzando. En Puesto

del Marqués, las tropas patriotas

obtuvieron el primer triunfo sobre

los realistas (abril de 1815).

Sin embargo, poco tiempo duraría:

el 20 de octubre, los realistas

vencen en Venta y Media, lo

que obligó a Rondeau a retroceder

hasta Sipe-Sipe, donde el 29

de noviembre de 1815 fue prácticamente

destrozado por los españoles.

El camino al Alto Perú

quedó así definitivamente cerrado

para los ejércitos rioplatenses.

Consecuencias

de las campañas

al Alto Perú

• Precipitan la caída del Primer

Triunvirato.

• Se pierde el Alto Perú.

• Se pierden las minas del Alto

Perú.

• Los pueblos del Alto Perú cambian

su opinión respecto de

la Revolución de Mayo.

• Queda abierta la frontera a

las fuerzas españolas para invadir

las Provincias Unidas desde

el noroeste.

• Favorecen la futura creación

de Bolivia.

A partir de la derrota de Sipe-Sipe, la defensa de la frontera norte quedó a cargo de uno

de los más abnegados patriotas de nuestro país, el salteño Martín Miguel de Güemes.

La táctica del caudillo salteño para controlar el avance realista radicó en la división

de sus hombres, los gauchos, en pequeñas partidas de caballería, armadas con lanzas

y carabinas, a las que empleó en guerrillas a través de las sierras y quebradas, que

conocían como la palma de sus manos. Estos infatigables hombres, sin dar grandes

batallas, diezmaron al enemigo en innumerables y sorpresivos ataques.

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