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Edicion 10 de mayo de 2022

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10 Martes 10 de mayo de 2022

Opinión

Diario Co Latino

Política y políticos

Detenciones y moralidad

José M. Tojeira

Publicación de la Sociedad Cooperativa de Empleados de Diario

Co Latino de R. L.

Condominios Cuscatlán, sobre 23 Avenida Sur y 4a. Calle

Poniente, Nivel 3 # 313, San Salvador

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Director Presidente:

Francisco Elías Valencia

Vicepresidente:

Nelson López

Director Ejecutivo:

Antonio Valencia Fajardo

Coordinadora de Prensa: Patricia Meza

Teléfonos: 2222-1009, 2271-0671

131 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD

Detener a un delincuente

es en principio

un acto moral.

Pero el modo de proceder de

la detención puede volverse inmoral

si hay abuso de la fuerza, si

hay degradación o juicio anticipado

del detenido, o también si se detiene

a alguien sin elementos suficientes

que apunten a su culpabilidad.

Esto último parece que es lo

que está pasando en este período

de “estado de excepción” y su consecuente

política de capturas masivas.

Hay demasiados testimonios y

evidencias de que se detiene a personas

sin motivación adecuada, de

un modo arbitrario y, según repetidos

testimonios, con detenciones

sujetas al número de detenciones

diarias estipuladas desde la autoridad.

Evidentemente este modo de detener

es inmoral, aunque el método

garantice la detención de un relativo

porcentaje de personas que

efectivamente tienen deudas con la

justicia. Que una jueza en una audiencia

preliminar con una duración

de cuatro horas envíe a instrucción

a un poco más de trescientas

personas es inaudito. La

presentación de arraigos que

hicieron algunos abogados

defensores no fue ni siquiera

revisada por la jueza.

La Fiscalía no presentaba

pruebas claras de pertenencia

de estas personas a asociaciones

ilícitas y prácticamente no se les dejaba

hablar a los pocos defensores

públicos y privados que acompañaban

a los detenidos. Más allá de la

catalogación legal que merece un

modo de operar como el descrito,

moralmente es evidente que se está

procediendo de un modo inmoral.

Y toda inmoralidad es un acto de

corrupción. De modo que se puede

decir con propiedad que continúa

habiendo jueces corruptos en la actualidad

de este “novedoso” sistema

judicial.

Es cierto que algunos de los detenidos

ilegal y arbitrariamente han

sido liberados. También algunos

pocos, y eso es grave, fueron entregados

cadáver. Algunos incluso antes

de ser encerrados en esa especie

de “penalito” a donde se los llevaban

inicialmente lograron ser liberados.

Así pasó con un joven religioso

carmelita, detenido cuando

iba a una reunión sobre la vida religiosa.

Fue liberado porque acudieron

a reclamarlo al parque Buenos

Aires, donde estaba retenido,

un buen grupo de monjas y religiosos

sacerdotes que estaban en la reunión

a donde pretendía llegar el

joven religioso. Pero incluso a esas

personas detenidas injustamente

ni se les da una disculpa. La fuerza

coercitiva de la Fuerza Armada

o de la PNC, que son instituciones

al servicio de la persona humana,

abusan de la persona inmoralmente

cuando proceden con este tipo

de detención arbitraria e ilegal.

La moralidad ha sido una

materia reprobada por muchos de

los que han ejercido cargos públicos

de autoridad en el país. Y aunque

ahora nuestro pueblo viva todavía

con la confianza en el cambio

político y económico prometido,

todo abuso produce decepción

y desánimo. Y cuando el abuso

persiste surge la resistencia. Las

personas con conciencia humana

y libertad han comenzado ya

a presentar reclamos y críticas. Se

equivocan quienes piensan que

pueden superar las críticas con las

respuestas también plagadas de inmoralidad

de los troles y de personas

que no quieren escuchar ni la

más mínima crítica.

Creer que se puede sustituir la

verdad con insultos es comenzar

a construir la propia decadencia.

Y tratar de arreglar las cosas invocando

el derecho de guerra, como

ha hecho el Vicepresidente, no

solo es una manipulación vergonzante

del derecho, y por tanto una

inmoralidad de picapleitos, sino

también un intento de transformar

en una guerra interna lo que

es un problema social, político y

policial mal manejado desde hace

ya bastantes años hasta el presente.

A parte de que invocar el Derecho

Internacional Humanitario

en el contexto de lo que está pasando

no es más que un acto de

hipocresía.

Olvidar los Derechos Humanos,

apoyar la arbitrariedad en el

sistema judicial, no es tema del derecho

de guerra. Si los Derechos

Humanos se respetaran en el país

un poco más y desde hace más

tiempo, lo más probable es que

no hubiera maras. Y la moralidad

tendría peso en vez de ser un objeto

de subasta política.

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