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10 Martes 10 de mayo de 2022
Opinión
Diario Co Latino
Política y políticos
Detenciones y moralidad
José M. Tojeira
Publicación de la Sociedad Cooperativa de Empleados de Diario
Co Latino de R. L.
Condominios Cuscatlán, sobre 23 Avenida Sur y 4a. Calle
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Director Ejecutivo:
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131 AÑOS INFORMÁNDOTE CON CREDIBILIDAD
Detener a un delincuente
es en principio
un acto moral.
Pero el modo de proceder de
la detención puede volverse inmoral
si hay abuso de la fuerza, si
hay degradación o juicio anticipado
del detenido, o también si se detiene
a alguien sin elementos suficientes
que apunten a su culpabilidad.
Esto último parece que es lo
que está pasando en este período
de “estado de excepción” y su consecuente
política de capturas masivas.
Hay demasiados testimonios y
evidencias de que se detiene a personas
sin motivación adecuada, de
un modo arbitrario y, según repetidos
testimonios, con detenciones
sujetas al número de detenciones
diarias estipuladas desde la autoridad.
Evidentemente este modo de detener
es inmoral, aunque el método
garantice la detención de un relativo
porcentaje de personas que
efectivamente tienen deudas con la
justicia. Que una jueza en una audiencia
preliminar con una duración
de cuatro horas envíe a instrucción
a un poco más de trescientas
personas es inaudito. La
presentación de arraigos que
hicieron algunos abogados
defensores no fue ni siquiera
revisada por la jueza.
La Fiscalía no presentaba
pruebas claras de pertenencia
de estas personas a asociaciones
ilícitas y prácticamente no se les dejaba
hablar a los pocos defensores
públicos y privados que acompañaban
a los detenidos. Más allá de la
catalogación legal que merece un
modo de operar como el descrito,
moralmente es evidente que se está
procediendo de un modo inmoral.
Y toda inmoralidad es un acto de
corrupción. De modo que se puede
decir con propiedad que continúa
habiendo jueces corruptos en la actualidad
de este “novedoso” sistema
judicial.
Es cierto que algunos de los detenidos
ilegal y arbitrariamente han
sido liberados. También algunos
pocos, y eso es grave, fueron entregados
cadáver. Algunos incluso antes
de ser encerrados en esa especie
de “penalito” a donde se los llevaban
inicialmente lograron ser liberados.
Así pasó con un joven religioso
carmelita, detenido cuando
iba a una reunión sobre la vida religiosa.
Fue liberado porque acudieron
a reclamarlo al parque Buenos
Aires, donde estaba retenido,
un buen grupo de monjas y religiosos
sacerdotes que estaban en la reunión
a donde pretendía llegar el
joven religioso. Pero incluso a esas
personas detenidas injustamente
ni se les da una disculpa. La fuerza
coercitiva de la Fuerza Armada
o de la PNC, que son instituciones
al servicio de la persona humana,
abusan de la persona inmoralmente
cuando proceden con este tipo
de detención arbitraria e ilegal.
La moralidad ha sido una
materia reprobada por muchos de
los que han ejercido cargos públicos
de autoridad en el país. Y aunque
ahora nuestro pueblo viva todavía
con la confianza en el cambio
político y económico prometido,
todo abuso produce decepción
y desánimo. Y cuando el abuso
persiste surge la resistencia. Las
personas con conciencia humana
y libertad han comenzado ya
a presentar reclamos y críticas. Se
equivocan quienes piensan que
pueden superar las críticas con las
respuestas también plagadas de inmoralidad
de los troles y de personas
que no quieren escuchar ni la
más mínima crítica.
Creer que se puede sustituir la
verdad con insultos es comenzar
a construir la propia decadencia.
Y tratar de arreglar las cosas invocando
el derecho de guerra, como
ha hecho el Vicepresidente, no
solo es una manipulación vergonzante
del derecho, y por tanto una
inmoralidad de picapleitos, sino
también un intento de transformar
en una guerra interna lo que
es un problema social, político y
policial mal manejado desde hace
ya bastantes años hasta el presente.
A parte de que invocar el Derecho
Internacional Humanitario
en el contexto de lo que está pasando
no es más que un acto de
hipocresía.
Olvidar los Derechos Humanos,
apoyar la arbitrariedad en el
sistema judicial, no es tema del derecho
de guerra. Si los Derechos
Humanos se respetaran en el país
un poco más y desde hace más
tiempo, lo más probable es que
no hubiera maras. Y la moralidad
tendría peso en vez de ser un objeto
de subasta política.