crónicas gc. sept-oct 2022
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v<br />
MUNICIPIOS<br />
& TEROR<br />
Domingo J. Navarro, en sus “Recuerdos<br />
de un noventón”, a finales del siglo<br />
XIX destacaba “…la esmerada solemnidad<br />
del culto dentro del precioso y alegre<br />
templo…” de Ntra. Sra. del Pino en<br />
Teror, una fiesta que “…debía su fama<br />
a la enorme concurrencia de los pueblos<br />
atraídos por la muy arraigada<br />
devoción a la milagrosa imagen<br />
de la Virgen…”. Y no se equivocaba,<br />
pues si en los últimos<br />
años hemos recalcado que Teror,<br />
en los días del Pino, es el<br />
“corazón palpitante de la Gran<br />
Canaria”, ya Santiago Cazorla<br />
e Ignacio Quintana, en su libro<br />
“La Virgen del Pino en la historia<br />
de Gran Canaria” (1971),<br />
ya dejaban constancia de Teror<br />
como verdadera “…capital de<br />
la marianidad de Gran Canaria,<br />
que nadie le disputa, ciertamente,<br />
y que tiene ganada como una<br />
primacía. A la sombra del Pino sombroso<br />
y oloroso se alzó la primera manifestación<br />
cristiana de nuestro pueblo. Era<br />
cuando las gentes corrían por ver a la<br />
Madre de Dios arborescente, nidificada<br />
sobre el triángulo de los dragos de la<br />
tradición…”, al tiempo que recordaban<br />
que “…son también los poetas y escritores<br />
y periodistas, oradores e historiadores<br />
los que constantemente tratan de<br />
Teror que es hoy, con su indeclinable<br />
nomenclatura de capital espiritual de<br />
la Isla, fecunda matriz de romerías y<br />
peregrinaciones, venero abundante de<br />
la musa folclórica, anchurosa paleta del<br />
más variado y renovado paisaje…”<br />
Todo ello hace recordar cómo desde<br />
siempre -al menos en Vegueta así se<br />
entendía y se aceptaba- se reconocía<br />
que Teror en los “Días del Pino” era el<br />
centro espiritual de la isla, que en esos<br />
días el Templo de la Virgen era sede<br />
de la Catedral, pues allí concurrían el<br />
Sr. Obispo y el Cabildo catedralicio en<br />
pleno. En una mirada, quizá un tanto<br />
romántica, pero no por ello menos certera,<br />
podría entenderse el centro terorense<br />
casi como el centro veguetero, en<br />
especial el entorno de la Plaza Mayor de<br />
Santa Ana, con los edificios de los poderes<br />
espirituales y terrenales (Catedral,<br />
Casa Palacio Episcopal, Casas Consistoriales,<br />
Casa Regental, mansiones de<br />
autoridades y familias principales), que<br />
podemos entender reflejado esplendorosamente<br />
por unos días en la propia Basílica<br />
y la Plaza de Ntra. Sra. del Pino, el<br />
Palacio Episcopal, la Alameda, la Casa<br />
Consistorial, las Casa de los Patrones<br />
de la Virgen y las casas solariegas de<br />
aquellas mismas familias que vivían en<br />
el centro de Vegueta. Quizás algunas de<br />
aquellas tres cuya expedición a Teror<br />
para unas Fiestas del Pino siglos atrás<br />
rememoró Domingo J. Navarro; viaje<br />
duro y difícil entonces, a lomo de todos<br />
los burros que, con muchos días de antelación,<br />
habían podido comprometer,<br />
y cuyas “…damas lucieron en la iglesia<br />
sus esplendidos vestidos, sus joyas, sus<br />
artísticos peinados, su elegante calzado<br />
y sus preciosos abanicos; que tuvieron<br />
opíparas comidas; que la casa estuvo<br />
siempre llena de obsequiosos visitantes<br />
y que los ocho días de residencia en Teror<br />
los emplearon en deliciosos paseos,<br />
meriendas en sitios amenos y bailes<br />
interminables…”. Representación, reedición,<br />
reiteración, llámesele como se<br />
quiera, de solemnidades, ceremonias,<br />
hábitos y costumbres vegueteras en<br />
pleno Teror.<br />
Quizá uno de los símbolos claros,<br />
diría hasta totémico, de esa conexión<br />
entre estos dos centros históricos principales<br />
de la Isla, sea la denominada<br />
“torre amarilla”, esa atalaya que es “…<br />
un monumento vivo y emocionado de<br />
la fe mariana de Gran Canaria y una<br />
muestra de la influencia manuelina<br />
portuguesa en el arte canario…”, una<br />
torre-campanario levantada en 1708<br />
con la aportación del pueblo de Teror<br />
y la ayuda del propio Cabildo Catedral,<br />
LA CATEDRAL DE<br />
TEROR<br />
Y LOS DÍAS DEL<br />
PINO<br />
que sobrevivió acertadamente a la segunda<br />
iglesia, que siempre se ha tenido<br />
como réplica de las antiguas torres de<br />
la catedral, la “torre de caracoles”, pues<br />
quizá se consideró que templo de tanta<br />
consideración y trascendencia mariana<br />
SEP-OCT <strong>2022</strong><br />
5<br />
y espiritual debía tener al menos una<br />
torre como la de la catedral.<br />
Y en ese entorno de la Iglesia del Pino<br />
llama la atención la existencia de un<br />
“Palacio Episcopal”, “…construido en<br />
los mismos años que la Basílica, entre<br />
1760 y 1767, bajo la dirección de Antonio<br />
de la Rocha, aprovechando<br />
los materiales sobrantes de la<br />
fábrica de la Basílica…”, que,<br />
aunque hoy está cedido para<br />
centro socio-cultural, durante<br />
siglos fue residencia de los señores<br />
obispos en sus estancias<br />
terorenses, y en cuya fachada<br />
llama la atención el escudo del<br />
obispo Joaquín Lluch y Garriga,<br />
colocado sobre la puerta<br />
principal en un frontón curvilíneo.<br />
Ante el mismo, a modo<br />
de plaza principal, elegante y<br />
siempre concurrida, la Alameda,<br />
o Plaza de Pio XII, proyectada a mitad<br />
del siglo XIX, que, en la actualidad,<br />
tras su remodelación del año 1981, es<br />
uno de los lugares más frecuentados por<br />
el vecindario y por los visitantes, y en<br />
cuyo espacio se celebran todo tipo de actos<br />
culturales, recreativos y festivos. Un<br />
espacio y una diversidad de celebraciones<br />
que rememoran como también en la<br />
Plaza de Santa Ana, ante la Catedral y<br />
el Palacio Episcopal, por el Corpus, por<br />
Santa Ana y por otros acontecimientos<br />
y efemérides señaladas, se celebraron<br />
muchos actos solemnes y festivos no<br />
faltando en los siglos XVI a XVIII los<br />
consabidos “juegos de toros bravos”,<br />
algo que también se llegó a dar en Teror,<br />
pues “…los libros de fábrica de la<br />
parroquia, recogen como en el año 1647,<br />
se pagaron 3 reales a dos toreros que<br />
lidiaron los toros traídos para la ocasión.<br />
Dichas corridas formaban parte<br />
del programa de actos de las fiestas en<br />
honor a la Virgen del Pino, y se realizaban<br />
en la plaza del lugar, habilitando<br />
un coso provisional, con barras de madera<br />
o talanqueras…”, y lo recuerdan<br />
las páginas digitales municipales en la<br />
actualidad.<br />
Así, cada año, cuando llegan los “Días<br />
del Pino” son muchos los recuerdos que<br />
llevan a considerar la honda relación<br />
que siempre aunó a la Catedral de Canarias<br />
y a Nuestra Señora del Pino, que<br />
ha tenido siempre en ella su morada<br />
principal en todas las ocasiones en las<br />
que, a lo largo de los siglos, bajó a la<br />
capital grancanaria por muy diversos<br />
motivos. Y para muchas personas, quizá<br />
antes de salir hacia Teror, o por no poder<br />
subir en esa ocasión, es costumbre<br />
visitar en la Capilla de San Fernando el<br />
magnífico cuadro de Ntra. Sra. del Pino,<br />
obra del afamado pintor tinerfeño José<br />
Rodríguez de la Oliva, que fue allí colocado<br />
en el año 1775 gracias a la donación<br />
del mismo que hizo el canónigo Maestrescuela<br />
Fernando Monteverde. Teror<br />
es la Catedral en los días del Pino, y la<br />
Catedral es santo y seña de esta honda<br />
devoción mariana de la Gran Canaria<br />
que siglo tras siglo pilota Teror con pulso<br />
firme y leal. apple<br />
Juan José Laforet<br />
Cronista Oficial de Gran Canaria