Demasiado tiempo para amarte - Bárabara Remedios
«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.
«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Pasada una media hora sintió el pitido del aviso del móvil.
Abrió el cajón y leyó «¿Dónde te has metido Bea? ¡Apúrate!,
te estamos esperando».
Devolvió el teléfono a su sitio y siguió con la lectura, si
bien se dio por vencida al darse cuenta de que no se había
quedado ni con una palabra de lo leído. Regresó atrás
buscando el último marcador, volvió a doblar la página y
cerró el libro.
«¿Quién es esta persona que está aquí? ¿Estoy yo entera
o está solo mi yo? A veces imagino que nos desdoblamos…
Ahora mismo, no sé qué me pasa». Las lágrimas asomaban
mientras continuaba la batalla con su interior.
«Puede que quien está aquí sentada sea el yo de algún
alma que me poseyó al nacer y desde entonces me ha
abrazado quedándose conmigo». Más lágrimas.
«Es que a veces no quiero actuar así porque no me gusta
por momentos reconocerme de esta manera. Pero es que eso
que siento por dentro… «Esa cosa» se me adelanta y me
empuja. Comienzo a tener miedo a que un día me haga hacer
lo que no quiero».
Acompañada de esos lúgubres pensamientos sintió pasos
por el pasillo. Se apresuró a limpiar la cara con las sábanas.
Se puso en pie disimulando estar haciendo la cama,
quedando de espaldas a su hermana que abrió la puerta con
mucho cuidado para no molestar, aunque una vez visto que
Bea estaba en pie, saludó como cada mañana sin mostrar
rencor por lo ocurrido la noche anterior.
—Buenos días, cariño —le respondió.
Sentadas a la mesa de la cocina mientras tomaba el
desayuno, Bea se dirigió a Isabel.
—¿Qué haces hoy, tienes plan?
26