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Demasiado tiempo para amarte - Bárabara Remedios

«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.

«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.

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—Como ustedes dos. Criadas y educadas por igual y

ahora tan bellas y diferentes—. Dio las buenas noches

alejándose hacia su habitación con un semblante que

demostraba su disgusto por lo ocurrido el día anterior,

cuando Bea se había encargado de cargarse la velada con su

apabullante intervención.

Las tres mujeres guardaron silencio en un intento de

borrar lo escuchado. Bea levantó la vista del plato dirigiendo

la mirada no se sabía hacia dónde, ni lo que veía.

Isabel simuló el no haber ocurrido nada. Comenzó a

recoger la mesa con ayuda de la madre. Siguió con la

cháchara de las plantas y sus cuidados. Se fueron a la cocina.

Apareció Bea con dos vasos que habían quedado y el mantel

doblado. Lo guardó en el cajón. Se sorprendieron al verla

acercarse a cada una y sintieron el beso en la mejilla con un

susurro de buenas noches.

Isabel, había recibido su gran dosis de sorpresa ese día

con la conversación acontecida en el sendero que no podría

olvidar jamás. La madre, sin embargo, quedó sin palabras,

sorprendida y con la confusa sensación de no entender nada.

Una vez más se desesperaba y se preguntaba acerca de

aquella hija suya tan especial. Viendo Isabel cómo había

quedado su madre la abrazó con cariño.

—Tranquila mamá, todo irá bien.

El resto del extraño día, después de las sinceras palabras

que a modo de confesión habían cruzado las gemelas, los

abrazos y lágrimas dedicados, lo demás hablado fueron

comentarios sin importancia.

Cuando Isabel llegó a la habitación, Bea había apagado la

luz de su lamparilla y estaba resguardada bajo la manta. Aun

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