Demasiado tiempo para amarte - Bárabara Remedios
«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.
«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.
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En la tercera carrera cuando Bea alcanzó a su hermana, le
dijo que ya eran pasadas las tres y que era hora de buscar un
sitio donde acomodarse a comer. Les gustó encontrar en los
respectivos tápers de sus mochilas, ensaladilla con un huevo
duro y algunas croquetas.
—La verdad es que mamá es la mejor.
—Sí —admitió Bea—. Suponía que nos habría puesto un
par de bocadillos y punto.
—Pues mira. Revisa y busca porque también nos ha
metido, envuelto en papel de aluminio, unas porciones de
chocolate negro. ¿Qué tal llevas la caminata, te sientes bien?
—Perfectamente. Por cierto, ¿qué es lo que lees sobre mí?
—preguntó Bea.
A Isabel le sorprendió la pregunta:
—¿De qué hablas?
—Hace un rato, cuando referiste que yo era una peleona
contigo, me pareció entender que no lo encuentras lógico
porque somos gemelas y que habías leído o te habías
informado…
—Ah sí. Claro. Pero no me refería a que hubiera leído
específicamente de ti. Quise decir que he investigado acerca
de los rasgos comunes y diferencias entre las personas con
la condición de gemelas.
—¿Y?
—Vamos a ver Bea, si hemos llegado al momento de la
aclaración de dudas, tú no respondiste mi pregunta al porqué
eres tan impertinente conmigo. A mí también me gustaría
saber cosas y no estar un día tras otro desorientada al acecho
de una de las tuyas. Es bueno que sepas, que todo ese mal
carácter que recibo de tu parte no es lo que más me lastima.
Lo que de verdad lamento con dolor es que no seas mi amiga.
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