Demasiado tiempo para amarte - Bárabara Remedios
«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.
«Se habían convertido en dos atractivas mujeres, en cambio, ellas, no parecían estar interesadas en gustar a nadie. De momento se bastaban a sí mismas…». DEMASIADO TIEMPO PARA AMARTE, atraviesa el papel atrapando de inmediato. Te sorprenderás cuando, junto a las protagonistas, te enteres de que han sido elegidas al azar para vivir ciento cincuenta años sin envejecer. Desde entonces sucede un sinfín de situaciones ante el desasosiego que significa enfrentarse a mil interrogantes. Es una emotiva y loca historia de imposibles alrededor del amor. Y no es ficción.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
cada vez que la joven se animaba con la idea, de pronto
cambiaba de criterio objetando que ya habría tiempo más
adelante.
No se veía con fuerzas para alejarse de Lizi. La niña era
apenas una jovencita de catorce años y Toñi era consciente,
de que faltando su madre, Lizi necesitaba cerca la figura de
una mujer adulta que complementara esa carencia. Nicolás
se lo agradecía. Él refería no querer ni pensar en el momento
en que se viera solo en casa sin sus hijas. Hubiera preferido
que sus niñas no cumplieran años. Recordaba a su esposa en
silencio cada día y se decía eternamente enamorado de
Elizabeth.
A Toñi le hubiera gustado que su padre se diera una
segunda oportunidad. Pero al contrario, observaba que no
parecía que fuera a ocurrir nunca.
Este fue un día de esos muy ajetreados en la clínica. Hacía
unos minutos había terminado una cirugía de elevación de
seno maxilar para la colocación posterior de dos implantes
dentales. Se fue al office por un respiro, mientras repasaba
en la mente lo aparatosa de esta técnica odontológica que
había ejecutado. Sabía que la controlaba a la perfección.
Opinaba en lo incómoda de esa intervención para el paciente,
tanto tiempo… la boca abierta… sin embargo, la señora
había sido muy disciplinada aguantando como una
campeona la larga operación. Ahora le quedaba una
extracción y se iría a casa. Supuso, apurando terminar la
infusión que tomaba, que el auxiliar ya tendría la consulta
preparada y al empujar la puerta resuelta a… reconoció a
Isabel.
Pasaban unos cinco años tras finiquitada la amistad con
su hermana a la que no había vuelto a ver. A Isabel sí la
48