Las olimpiadas de Grecia
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />
Celoni puso los ojos en blanco y se golpeó en la frente con la palma<br />
<strong>de</strong> la mano que no tenía restos <strong>de</strong> nueces trituradas. Víctor trató<br />
<strong>de</strong> tranquilizarlo:<br />
—Venga, Celoni. Solo es un pequeño CONTRATIEMPO. Hay otros<br />
muchos lugares don<strong>de</strong> las <strong>de</strong>jarán entrar. ¿Verdad, Cristina?<br />
—Pues no estoy segura —confesó la chica.<br />
Reanudaron el camino <strong>de</strong> bajada hacia Olimpia. Celoni no paraba<br />
<strong>de</strong> murmurar que aquella misión iba a ser un DESASTRE. Ibis y Cali<br />
volvieron corriendo. Mientras Cali picoteaba las migajas <strong>de</strong> nueces<br />
que se le caían a Celoni, Ibis explicó:<br />
—Hemos llegado hasta el final <strong>de</strong>l camino. Hay una puerta para<br />
entrar en la ciudad vigilada por dos guardias. Llega mucha gente<br />
por una carretera ancha que pasa por encima <strong>de</strong> un río. Los guardias<br />
<strong>de</strong>jan entrar a los hombres, pero no a las mujeres. Qué raro,<br />
¿verdad?<br />
—¡Brrr! —gruñó Celoni.<br />
—Ah —continuó la pequeña—, y hay un chico muy MISTERIOSO<br />
cerca <strong>de</strong> la entrada.<br />
—¿Misterioso? —preguntó Víctor.<br />
—Sí. Está sentado y dibuja en el suelo con un palo. ¡Venid! ¡Ya veréis!<br />
•33•