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La<br />
belleza<br />
del<br />
perdón<br />
POR STEPHANIE M. CARTER<br />
Eldolor. Ese es el<br />
medio que usa a menudo<br />
Dios para prepararnos para<br />
visitar nuestras vidas, para<br />
guiar nuestros pasos por Su<br />
camino (Proverbios 19:21) y<br />
revelar Su naturaleza, carácter<br />
y amor verdaderos. Sin dolor,<br />
tal vez no lleguemos adonde<br />
Dios desea que estemos. A<br />
veces, debemos experimentar<br />
la oscuridad y llevarla en<br />
nuestras almas para encontrar<br />
la verdadera libertad.<br />
He sufrido dolores profundos, pero ninguno<br />
como el del fracaso de mi matrimonio<br />
con mi mejor amigo. Nunca imaginé que<br />
alguien a quien amaba, en quien confiaba<br />
y que creía que Dios me había dado pu diera<br />
generarme tal sensación de abuso, rechazo,<br />
odio, depresión, y derrota y tristeza profundas.<br />
La angustia mental era asombrosa,<br />
y casi nos destruyó a otros y a mí. Me<br />
sentía prisionera en mi hogar, mi corazón y<br />
mi alma.<br />
No fue sino hasta que le di a Dios las<br />
llaves de mi corazón roto que por fin fui<br />
libre. Él me sanó y renovó todo (2 Corintios<br />
3:17, 5:17). Le dio un propósito al divorcio y<br />
mis luchas de madre soltera, y los usó para<br />
revelar el resentimiento y el dolor ocultos.<br />
También me ayudó a descubrir mi ser y mi<br />
amor verdaderos.<br />
Nadie disfruta del dolor. Seamos sinceros:<br />
la infelicidad no es agradable. Pero<br />
si la procesamos y sobrellevamos con Dios,<br />
el dolor puede beneficiarnos. Incluso puede<br />
restaurarnos.<br />
Muchas noches oscuras me ayudaron a descubrir<br />
mi identidad y mis fuerzas ocultas. Y lo<br />
que es más importante, me ayudaron a saber<br />
quién es Dios y quién ha sido toda mi vida. El<br />
Señor usó cada pedacito de dolor como preparación<br />
para hacerme Su amada hija y novia<br />
(Apocalipsis 21:9).<br />
Dios me ha fascinado desde que tengo memoria.<br />
Mi mamá nos llevaba a mi hermana y<br />
a mí a la iglesia, y se sembró en mi corazón<br />
los asuntos de Dios. No recuerdo que mi papá<br />
nos acompañara.<br />
La vida en mi hogar no era mala, pero mamá<br />
parecía infeliz. Contábamos con todo lo necesario,<br />
teníamos vacaciones familiares, pasábamos<br />
muchos veranos en Florida visitando a mis<br />
abuelos y celebrábamos las festividades. Sin embargo,<br />
no recuerdo haber presenciado muestras<br />
de amor en nuestro hogar. A menudo anhelaba<br />
la calidez y el consuelo de una familia cariñosa.<br />
26s Número 01 / <strong>2024</strong><br />
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