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2 LAHOMILÍADOMINIC<strong>AL</strong><br />
Del <strong>14</strong> al <strong>20</strong> de Abril de <strong>20</strong>24<br />
La primera, la<br />
comunidad de la Pascua,<br />
se constituyó por el<br />
testimonio compartido<br />
Mons. José Vicente Nácher Tatay C.M.<br />
Arzobispo de Tegucigalpa<br />
Lc 24, 35-48<br />
“Compartir nuestro testimonio”<br />
Jesús, saludando<br />
con la Paz,<br />
muestra sus<br />
manos y sus<br />
pies al aparecer<br />
en medio de la comunidad<br />
que comparte el testimonio<br />
de los hermanos. Además,<br />
nos dice San Lucas, Jesús<br />
les pide de comer, y come<br />
con ellos. Quiere que la comunidad<br />
que comparte la<br />
palabra también comparta<br />
la mesa de la Eucaristía. En<br />
ambos banquetes está él<br />
presente, y la invitación a<br />
las dos presencias siguen<br />
siendo sus heridas abiertas.<br />
El que es glorioso no olvida<br />
a los que aún somos de<br />
carne y hueso. Él no es un<br />
“espíritu” desprendido del<br />
nazareno, sino el mismo que<br />
los llamó a caminar con él<br />
desde Galilea a Jerusalén. Lo<br />
habían visto mucho tiempo,<br />
pero necesitaban que<br />
les abriera la inteligencia<br />
para entender que en su<br />
resurrección se cumplen las<br />
promesas antiguas, y que<br />
todas las Escrituras hablan<br />
de Él. Palabra y signos están<br />
siempre en íntima unidad<br />
entre sí. Ambas son depósito<br />
de la comunidad reunida,<br />
la Iglesia, que las comparte<br />
“El que es glorioso no olvida a los que aún<br />
somos de carne y hueso”<br />
indisolublemente en cada<br />
eucaristía. No viviremos los<br />
Sacramentos sin la Palabra,<br />
ni la Palabra sin la fe, ni la<br />
fe sin la comunidad, ni la<br />
comunidad sin Cristo. Podemos<br />
decir, que, en cada<br />
celebración dominical,<br />
en la que con fe se parte<br />
el pan de la Palabra y de la<br />
Eucaristía, se unen tiempo<br />
y eternidad. La Iglesia peregrina<br />
y Cristo su cabeza<br />
se unen especialmente en<br />
torno al altar, de manera<br />
que toda descripción teórica<br />
queda corta, porque en<br />
cada Eucaristía está presente<br />
toda la humanidad y toda<br />
la divinidad. O lo que es lo<br />
mismo, al hacer esto como<br />
su memoria, el Resucitado<br />
se manifiesta como presente<br />
en medio de los suyos y los<br />
hace testigos de lo que están<br />
celebrando. La Paz, tan<br />
íntimamente vinculada a la<br />
Pascua, no es un estado de<br />
ánimo o una situación social,<br />
es una persona: Jesucristo.<br />
La Paz es una manera de<br />
nombrar a Dios y manifestarle.<br />
La violencia en<br />
cambio, es una negación<br />
de Dios y de la propia humanidad.<br />
Por ello Jesús quiere<br />
ser creído en su Palabra y<br />
quiere ser compartido en<br />
la fracción del pan, para<br />
que nosotros podamos<br />
gozar de su Paz y llevarla<br />
a nuestras casas. La Paz que<br />
él trae solo podrá ser recibida<br />
por quien cree en Él y<br />
tiene hambre de Él. En los<br />
Hechos de los Apóstoles en<br />
su discurso Pedro anuncia<br />
y denuncia, compadece y<br />
exhorta. Denuncia el pecado<br />
y anuncia la victoria de<br />
la resurrección; se muestra<br />
comprensivo con la ignorancia,<br />
pero como Jesús en<br />
su primer mensaje, llama a<br />
la responsabilidad personal<br />
del arrepentimiento y<br />
la conversión. La primera,<br />
la comunidad de la Pascua,<br />
se constituyó por el testimonio<br />
compartido. Sea así<br />
también entre nosotros,<br />
miembros de esta Eucaristía<br />
del tercer domingo de<br />
Pascua, contemos nuestra<br />
alegría a los hermanos y la<br />
Paz de Cristo, habitará en<br />
nuestros corazones.<br />
“No viviremos los Sacramentos sin la Palabra, ni la Palabra sin<br />
la fe, ni la fe sin la comunidad, ni la comunidad sin Cristo”