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cuatro sacerdotes y tres trabajadores laicos de la arquidiócesis de<br />
Cracovia fueron juzgados por un tribunal militar, acusados de colaborar<br />
con la CÍA y de traficar ilegalmente con monedas extranjeras.<br />
Tras un juicio de cinco días, que incluyó severas condenas al difunto<br />
cardenal Sapieha, el padre Jozef Lelito y dos de los trabajadores<br />
laicos fueron declarados culpables y sentenciados a muerte. Estas<br />
sentencias se conmutaron después, y los siete hombres recibieron<br />
largas estancias en prisión.<br />
En medio de esas turbulencias, Karol Wojtyla continuó con sus<br />
deberes pastorales en San Florián. Durante el año académico impartía<br />
clases de ética, organizaba retiros, celebraba misa, oía confesiones<br />
y estudiaba diligentemente para preparar su tesis. No obstante,<br />
mantuvo absoluta indiferencia respecto a la lucha mortal de su Iglesia<br />
por proteger las libertades básicas. Por numerosos que fueran,<br />
los arrestos y encarcelamientos no pudieron incitarlo a protestar.<br />
En cierto sentido, esto fue una repetición de su reacción a la Segunda<br />
Guerra Mundial, cuando no participó en la resistencia armada<br />
e instó a sus amigos a hacer lo mismo, declarando que el ejército<br />
polaco había sido derrotado y era inútil combatir. Durante los tres<br />
últimos meses de 1939, los invasores alemanes dirigieron su atención<br />
a los enfermos mentales y los vulnerables de Polonia. Empezaron<br />
por vaciar las clínicas psiquiátricas en el norte del país. Más de 1,000<br />
polacos fueron transportados de varias clínicas 9 un bosque junto a<br />
la ciudad de Piasnica Wielki, donde murieron a balazos. Un año después,<br />
se dijo a cerca de 300 ancianos que se les llevaría a la ciudad<br />
de Padernice. Esa ciudad no había existido nunca. Los camiones<br />
que los transportaban hicieron alto en una zona boscosa a las afueras<br />
de Kalisz. Ahí, los ancianos murieron asfixiados por el humo del<br />
escape de los camiones, y fueron sepultados en los bosques de Winiary.<br />
Desde octubre de 1939, menos de un mes después de iniciada<br />
la ocupación alemana de Polonia, ya se creaban guetos para los<br />
judíos. A veces estos últimos eran apiñados en una sección de una<br />
ciudad históricamente ocupada por ellos, como en Varsovia, donde<br />
se les obligó a construir y pagar una muralla alrededor del área que<br />
les fue asignada.<br />
H<br />
Justo en esos meses, Wojtyla escribió a su buen amigcxMieczyshiw<br />
Kotlarczyk:<br />
Antes de nada, debo decirte que me mantengo ocupado. En estos<br />
días algunas personas se mueren de aburrición, pero yo no; me he<br />
rodeado de libros y me sumerjo en las artes y las ciencias. Estoy trabajando.<br />
¿Creerás que casi no tengo tiempo para nada más? Leo, escribo,<br />
estudio, pienso, hago oración, lucho conmigo mismo. A veces<br />
siento una gran opresión, depresión, desesperanza, maldad. Otras,<br />
es como si viera el amanecer, la aurora, una gran luz.<br />
Sus cartas muestran una extraordinaria preocupación por sus<br />
actividades. Polonia sufría entonces la más penosa ordalía de su historia,<br />
pero ese graduado excepcionalmente talentoso escribía cartas<br />
empalagosas que hacían pensar en los días en la universidad antes de<br />
la guerra.<br />
En la década de 1950, confrontado con el comunismo, Karol<br />
Wojtyla se había replegado de nuevo. Aun cuando su viejo amigo y<br />
maestro, el padre Kurowski, fue arrestado, él guardó silencio, y en<br />
sus textos y sermones nunca atacó directamente al comunismo. Esta<br />
norma de conducta siguió floreciendo a lo largo de los años 50. En<br />
1953 Wojtyla terminó su tesis, lo que derivó en el otorgamiento de<br />
su segundo doctorado; en octubre empezó a dar clases en su antigua<br />
universidad, la Jaguelloniana, de ética social. Realizó entonces numerosas<br />
excursiones con sus fervorosos estudiantes, a esquiar, remar<br />
y principalmente caminar. Era un caminante prodigioso; en una ocasión<br />
recorrió 40 kilómetros en un día. En julio de 1958, mientras disfrutaba<br />
de una de esas vacaciones en la región lacustre del norte de<br />
Polonia, recibió un citatorio para presentarse ante el cardenal Wyszynski.<br />
El arzobispo Baziak, que había impulsado silenciosamente su<br />
carrera, lo había recomendado con Wyszynski para el puesto de<br />
obispo auxiliar de Cracovia. El primado acababa de recibir la noticia<br />
de que el papa había aceptado la recomendación de ambos. Significativamente,<br />
el régimen comunista polaco también había aprobado<br />
el nombramiento.<br />
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