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hacer esa afirmación. Él había abierto puertas, concertado reuniones<br />

durante comidas, exaltado sigilosamente las capacidades de<br />

Karol Wojtyla desde los primeros días del concilio Vaticano II.<br />

Más que nadie, él escuchó entonces con ansiosa expectación a su<br />

buen amigo.<br />

Wojtyla había elegido como su tema central las aspiraciones incorporadas<br />

en la que consideraba la plataforma central del concilio<br />

Vaticano II: Gaudium et Spes, Gozo y esperanza, la constitución sobre<br />

la Iglesia en el mundo moderno. Fue una ejecución impresionante.<br />

La comunidad escuchaba y observaba desde su asiento<br />

mientras Wojtyla adquiría creciente seguridad en su dominio del<br />

italiano. La previa experiencia actoral del cardenal no se había usado<br />

nunca antes en tan alto nivel. Una y otra vez él se valió de sus anteriores<br />

experiencias actorales en Wadowice. Una y otra vez la técnica<br />

desarrollada por el grupo del Teatro de la Rapsodia, que se<br />

apoyaba en la voz más que en el cuerpo, llevó a Karol Wojtyla más<br />

allá del umbral existente entre el actor y el público. Entre los príncipes<br />

de la Iglesia que escuchaban a Wojtyla desarrollar su tema de<br />

que "es sólo en el misterio de la palabra hecha carne donde el misterio<br />

del hombre realmente se vuelve claro" estaban el cardenal secretario<br />

de Estado, Jean Villot, francés cuyo gélido exterior ocultaba<br />

un gélido interior; Giovanni Benelli, número dos de la Secretaría<br />

de Estado y forjador en potencia de papas; el cardenal Bernardin<br />

Gantin, de Benin, joven y fuerte; el cardenal Sergio Pignedoli, presidente<br />

de la Secretaría de los No Cristianos, "hijo amado" del papa<br />

Paulo y a quien muchos favorecían como el siguiente papa; el cardenal<br />

Sebastiano Baggio, prefecto de la Congregación de los Obispos<br />

y un hombre que no abrigaba la menor duda sobre la identidad<br />

del siguiente papa: él mismo.<br />

El cardenal Wojtyla hizo buen uso de otras habilidades y talentos<br />

mientras se explayaba en igual medida en los conocimientos que<br />

había adquirido durante sus años de vasto estudio. Citó una pléyade<br />

de fuentes, entre ellas el Antiguo y Nuevo testamentos, clásicos cristianos,<br />

filosofía contemporánea y literatura en general, de San Agustín<br />

a Hans Küng. Pero también demostró que era un hombre con<br />

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alma tanto como con cerebro. Hablando con gran poder^ríutoridad,<br />

se refirió a ese momento en que<br />

un hombre cae de rodillas en el confesionario porque ha pecado.<br />

En ese memento él eleva su dignidad; el acto mismo de acudir<br />

nuevamente a Dios es una manifestación de la especial dignidad<br />

del hombre, de su grandeza espiritual, del personal encuentro entre<br />

el hombre y Dios en la íntima verdad de la conciencia.<br />

Cuando estos sermones de Cuaresma se publicaron tiempo después,<br />

los intelectuales de Cracovia quedaron impresionados, más<br />

que algunos de los escuchas de Wojtyla en el Vaticano, quienes consideraron<br />

la abundancia de fuentes citadas como "evocadora del<br />

examen profesional de un estudiante universitario". Pero algunos<br />

escuchas de ese grupo igualmente habrían reprobado a Dios si por<br />

casualidad Él hubiera pronunciado un sermón. Wojtyla regresó a<br />

Roma en marzo y abril para dar conferencias sobre filosofía. En septiembre<br />

volvió, esta vez a Roma y Genova, para dar más conferencias,<br />

conseguir más publicidad.<br />

En julio de 1976, Karol Wojtyla realizó su segunda visita a Estados<br />

Unidos. La razón oficial fue asistir al Congreso Eucarístico Internacional<br />

en Filadelfia. También esta vez dispuso de pasaporte por cortesía<br />

del gobierno comunista, que intentaba sembrar la discordia entre<br />

el cardenal primado Wyszynski y el cardenal Wojtyla. Pero esta<br />

política oficial de divide y vencerás no produjo en absoluto los resultados<br />

deseados. Aunque la de ellos estaba lejos de ser la más fácil de<br />

las relaciones, Wyszynski y Wojtyla habían desarrollado respeto y<br />

confianza mutuos a través de los años. Fue muy útil que desde el<br />

principio Wojtyla hubiera mostrado invariable deferencia por Wyszynski,<br />

y que en varias ocasiones haya demostrado su lealtad al anciano.<br />

Aunque el primado tenía enorme desconfianza a los intelectuales,<br />

terminó por apreciar a Wojtyla como colega con varias<br />

cualidades, entre las que estaba una penetrante astucia innata.<br />

Mientras Wojtyla se encontraba en Estados Unidos, la doctora<br />

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