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zynski, con todos sus candidatos rechazados. Los archivos de la policía<br />

secreta polaca e información adicional de ex miembros del Partido<br />

Comunista revelan un rumor maravillosamente irónico, confirmado<br />

en forma independiente por el biógrafo papal George<br />

Weigel. 3 Un pensativo primado se retiró a su estudio, y al fin tres<br />

nuevos nombres se enviaron al Vaticano para la aprobación papal,<br />

la cual fue remitida al gobierno polaco. Luego de tres meses más, la<br />

segunda lista volvió al cardenal Wyszynski; también esta vez el régimen<br />

reprobaba los tres nombres.<br />

A fines del otoño de 1963, el padre Andrzej Bardecki, asistente<br />

eclesiástico del periódico financiado por la Iglesia católica, Tygodnik<br />

Powszechny, recibió a un visitante en su oficina en Cracovia. El profesor<br />

Stanislaw Stomma encabezaba al minoritario Partido Católico<br />

en el parlamento polaco. Con un máximo de cinco miembros, en realidad<br />

no era más que un membrete, pero servía a muchos propósitos<br />

útiles, no siendo el menor de ellos el de conducto entre los comunistas<br />

y la Iglesia católica. El profesor invitó tranquilamente al padre<br />

Bardecki a dar un paseo por la ciudad. Mientras caminaban, el profesor<br />

Stomma relató una conversación que había tenido recientemente<br />

con Zenon Kliszko, el número dos comunista. Kliszko le había<br />

preguntado quién era el mejor candidato para la vacante de<br />

Cracovia. "Yo le respondí firme y categóricamente que Wojtyla era<br />

el mejor, en realidad la única opción." Kliszko sonrió satisfecho y replicó:<br />

"He vetado a siete hasta ahora. Estoy esperando a Wojtyla, y<br />

seguiré vetando nombres hasta conseguirlo a él".<br />

¿Por qué Wojtyla? El régimen lo consideraba políticamente ingenuo<br />

y un hombre que nunca había dado muestras de la intransigencia<br />

por la cual su primado era internacionalmente famoso, alguien<br />

que estaría abierto al arreglo. Ésta era una opinión basada en<br />

gran medida en la corriente de información que se recibía del preciado<br />

espía del régimen infiltrado en el corazón mismo de la arquidiócesis<br />

de Cracovia. Un nombramiento como ése tenía considerables<br />

ramificaciones para el gobierno comunista de Gomulka. Los<br />

comunistas y la jerarquía católica estaban involucrados en delicados<br />

malabarismos, y si no lograban coexistir había la muy seria posibili-<br />

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diid de que tanques soviéticos aparecieran en las calles de Varsovia<br />

v Cracovia. Todo esto podía implicar un arzobispo recién elegido<br />

que pugnara ambiciosamente por un perfil internacional a través de<br />

1 ¡ícticas de confrontación. El vocero Kliszko no quería a un revolucionario<br />

o agitador político predicando en los pulpitos de las iglesias<br />

de Cracovia. Había estudiado el dossier de la policía secreta (pues no<br />

ora otra cosa que eso) sobre Wojtyla, y no vio en él nada peor que<br />

misas a medianoche en un campo en Nowa Huta y un sermón para<br />

conmemorar el centenario de la Revuelta de Enero contra los rusos<br />

en 1863. A Kliszko también lo tranquilizaron las actividades de Woj-<br />

I yla durante la guerra, o más bien su ausencia; ahí estaba un hombre<br />

que repetidamente se había negado a integrarse o asistir al ejército<br />

guerrillero y que había confiado en la voluntad de Dios para prevalecer.<br />

A ojos de Kliszko, era sumamente improbable que Wojtyla hiciera<br />

causa común con cualquier facción disidente polaca que pudiera<br />

emerger.<br />

El elemento decisivo, sin embargo, había sido el muy detallado<br />

informe que Kliszko había pedido al principal agente del Partido<br />

(Comunista en Cracovia, el padre Wladislaw Kulczycki. Las tácticas<br />

do Kliszko surtieron efecto. Cuando recibió una nueva nominación<br />

del cardenal, la lista contenía el nombre "Wojtyla". No todos los líderes<br />

comunistas habrían podido asegurar que fueron útiles en la preparación<br />

de un papa, en particular un papa polaco. El 8 de marzo<br />

de 1964, Karol Wojtyla fue instalado como arzobispo de Cracovia.<br />

Ya sólo estaba a dos escalones del trono de San Pedro.<br />

Cuando el concilio Vaticano II volvió a reunirse en octubre de<br />

1964, Wojtyla, quien había conseguido hablar en la primera sesión<br />

como joven obispo auxiliar, se dirigió entonces al concilio como arzobispo.<br />

Sus ascensos le habían dado creciente confianza, e hizo influyentes<br />

contribuciones a varias declaraciones propuestas, en especial<br />

durante el debate en torno a la Declaración sobre la Libertad<br />

Religiosa, en el que argumentó que el opresivo edicto decimonoveno,<br />

según el cual "el error no tiene derechos", debía modificarse.<br />

Sus opiniones —muy en línea con los reformadores dentro del concilio—<br />

de que la tolerancia y la proclamación del derecho funda-<br />

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