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EL MUNDO, MIERCOLES 3 DE JULIO DE 2002
MUNDO
CAMPAÑA CONTRA EL TERRORISMO / Donald Rumsfeld insinúa que las informaciones sobre decenas de muertos y
heridos son «exageradas» / Un equipo de militares se encuentra en la zona para investigar los hechos
EEUU no admite que
haya cometido un
error en Afganistán
El Pentágono sólo reconoce que el incidente se
produjo por disparos de un AC-130, pero dice
que intervino como respuesta a un ataque
JULIOA.PARRADO
Corresponsal
NUEVA YORK.— A la espera de
una investigación preliminar que
puede tardar hasta tres días, el
Pentágono se negó ayer a dar por
hecholamasacreenelpuebloafgano
de Dehrawad.
Los responsables militares de
EEUU tan sólo reconocieron ayer
que el incidente, en el que podrían
haber muerto más de 40
personas según fuentes afganas,
se debió a fuego de artillería disparado
desde un AC-130, en lugar
del bombardero B-52 como se
pensaba el lunes.
«No sabemos si había unaboda.
Desconocemos el número de
víctimas», aseguró el secretario
de Defensa, Ronald Rumsfeld,
que insinuó que los informes sobre
cientos de muertos y heridos
son exagerados.
Un equipo de militares afganos
y estadounidenses se encuentra
desde primera hora de ayer en
Dehrawad para entrevistar a los
habitantes de la población. El
Pentágono tiene intención también
de enviar a un equipo de reporteros
para que verifique la situación
sobre el terreno.
El vicepresidente de la Junta de
Jefes de Estado Mayor, Peter Pace,
insistió en que el AC-130, un
avión de reconocimiento y apoyo
a las tropas terrestres, intervino
en respuesta a un ataque y se negó
a admitir que hubiesen confundido
las salvas de júbilo de la
boda por fuego hostil. En las últimas
semanas estos vuelos de reconocimiento
venían sufriendo
incidentes similares, advirtió.
Entre 300 y 400 soldados, en su
mayor parte afganos, formaban
parte de una misión cuyo objetivo
no fue especificado por el Pentá-
gono. Los servicios de Inteligencia
estadounidenses siguen sospechando
que en las montañas
cercanas se ocultan talibán y
miembros de Al Qaeda, algo que
desmienten los jefes tribales locales.
Posiblemente, los soldados
estadounidenses rastreaban la zona
en búsqueda del prófugo mulá
Omar, antiguo líder del Talibán,
que es originario de una población
cercana a Dehrawad.
Bombardeo
De hecho, coincidiendo con el incidente,
a unos kilómetros de distancia,
un B-52 bombardeaba un
complejo de cuevas. El avión lanzó
siete bombas de precisión, seis
de ellas impactaron en su objetivo,
pero otra se desvió unos centenares
de metros y estalló en una
colina despoblada. En un principio,
se sospechaba que este artefacto
hubiese sido el causante de
la tragedia.
Por no reconocer, Donald
Rumsfeld no admitió ni la existencia
de víctimas mortales. Tan sólo
admitió que las tropas estadounidenses
trasladaron en helicóptero
a cuatro niños heridos desde Dehrawad
hasta la sureña ciudad de
Kandahar.
El Pentágono no ha dejado claro
si las fuerzas de tierra, divididas
en dos grupos, fueron las que
alertaron sobre el ataque antiaéreo
o fue el AC-130 el que detectó
las salvas. Según Defensa, los soldados
de infantería no participaban
en ningún tipo de enfrentamiento.
«Los tripulantes del aparato
sintieron que el fuego de las
armas les seguía, tratando de atacarlos»,
afirmó el coronel estadounidense
Roger King, jefe de
las operaciones en Afganistán.
más del
99%
de puntualidad
En el Puente Madrid y Barcelona, y entre las rutas Madrid-Valencia, Madrid-Alicante,
Madrid-Bilbao, Madrid-Málaga, Madrid-Gran Canaria y Madrid-Tenerife Norte.
Soldados estadounidenses patrullan en la base aérea de Bagram. / REUTERS
El negocio de la posguerra
E. DEL CAMPO
Enviado especial
KABUL.— La reconstrucción
será,
como suele ocurrir
en las posguerras,
un negocio redondo
para los que participen en él.
Lo sabe el flamante nuevo gobernador
del Banco de Afganistán,
Ahady Anwar-ul-Haq, que
tras marcharse en 1978 a Estados
Unidos y labrarse una carrera
como economista del
Banco de Chicago y profesor
del Providence College de Rhode
Island, ha vuelto a su patria
tentado por la misión de velar
por el renacimiento económico
afgano y la masiva inyección de
dólares del extranjero.
«Un país en reconstrucción
ofrece muchas oportunidades
de beneficio. Si hay seguridad,
vendrán las inversiones», dice
en su despacho vestido con traje
y corbata, con un aire de Wall
Street que le hace parecer un
ser de otro planeta.
La primera tarea del banquero
público ha sido controlar mediante
la venta de dólares la inflación
del afgani, la moneda local,
que se disparó al 25% en
marzo con el aluvión de militares,
diplomáticos, periodistas y
trabajadores humanitarios occidentales.
Con ellos, el mercado
inmobiliario escaló a las nubes,
con chalés destartalados a
3.000 dólares al mes. «Este mes
hemos logrado el 0% de inflación»,
celebra el banquero. En
breve planea emitir una nueva
moneda para atajar la riada de
billetes falsos o el absurdo de la
doble circulación de afganis,
los de Kabul y los vigentes en el
El nuevo director del Banco de
Afganistán llega a Kabul tras
pasar por las finanzas de EEUU
norte del país controlado por el
señor de la guerra uzbeko
Rashid Dostum.
¿Tiene Afganistán reservas
propias? Sí. Una mínima porción
en una caja de caudales en
el palacio presidencial, que es
llevado en avión y helicóptero a
las 84 oficinas del banco repartidas
por el país. Pero la mayor
parte, cuya cuantía el director
no quiere precisar, está fuera
(en parte en oro), en bancos de
Estados Unidos, Alemania, Inglaterra
y Emiratos Arabes Unidos.
La decisión de la ONU de
congelar las reservas durante la
etapa de los talibán se ha tornado
providencial.
Un gasoducto
Junto al negocio de la construcción
y el del contrabando de
bienes de consumo, por no
mencionar el del tráfico de opio
y heroína, se asoma en el horizonte
el plan-espejismo del tendido
de un gasoducto a través
de Afganistán. Varios especialistas
del sector energético dudan
de su viabilidad, pero no
así el presidente Karzai ni su
banquero. «Turkmenistán quiere
vender su gas, Pakistán necesita
comprarlo, y nosotros cobraríamos
por dejarlo pasar a
través de Afganistán. Nos beneficia
a todos», dice el economista,
convencido de que el sueño
se hará realidad.
Por ahora, un piso
por debajo, en el
salón de los cajeros,
el banco se enfrenta
al pago de
los salarios que debe
a miles de funcionarios
y militares. Cientos
de hombres se agolpan ante las
ventanillas esperando el turno
que nunca llega. Hace dos semanas
les anunciaron que les
iban a pagar, en partes, los seis
meses que les deben. El militar
Ahmed Zia es de los que acuden
todos los días, seis horas,
hasta que un altavoz le dice
más o menos aquello de «vuelva
usted mañana». Son siete
dólares de salario al mes y otros
43, aproximadamente, en concepto
de comida. «Tengo que
seguir esperando. ¿Qué otra cosa
puedo hacer?».
Ahmed Zia no ha cobrado,
pero está cerca. El encargado
de Negocios de España enKabul,
Juan Manuel López Nadal,
que acaba de concluir su misión,
recuerda que si los funcionarios
afganos van a sobrevivir
es porque España, entre otros
donantes de la UE, ha aportado
un millón de euros a la ONU para
sostener su administración.
Además, «España ha dado este
año entre ocho y nueve millones
de euros de ayuda de emergencia,
y en los próximos cinco
años aportará 100 millones a
fondo perdido en Fondos de
Ayuda al Desarrollo (FAD) a
través del Banco Asiático de
Desarrollo», resume el diplomático
en un intento de despejar
las dudas sobre el compromisodeMadridylaUEconun
país tan remoto y martirizado.