Antología de Crónicas Proyecto Pedagógico Práctica - Universidad Industrial de Santander

MI HERMOSA MADRE
En mis primeros años de vida era muy feliz por tener una madre y un
padre que se amaban tanto como yo a ellos. Mi madre era una mujer
muy amorosa e inteligente, le gustaba mucho el arte de la pintura.
Ahorita pienso que eso lo saqué de ella porque también me encanta el
arte. Ella era una persona con la cual podía contar y confiar siempre.
Ella jugaba conmigo, aunque a veces era un poco malgeniada, pero
nunca no la podía ver como una mala persona porque me cuidaba, me
consentía y además, estuvo en mis momentos difíciles. Eso es lo que
me hace sentirme más orgullosa de ella, a pesar de que ella quería
tener un niño, pero me tuvo a mí y me aceptó tal como soy.
Ya no está conmigo, pero sé que Dios me dio una bendición muy
grande y aunque fueron pocos los años que estuve con ella, le doy
gracias a Jesús por darme una madre como la que tengo, porque para
mí, ella no está muerta, ella está conmigo y siempre lo estará.
Una bella mujer llena de alegría y sonrisas así la recuerdo yo. No
puedo olvidar su carisma, sus ganas de salir adelante y ser feliz al
lado de sus hijos y su gran esposo. Mi preciosa madre se sentía
orgullosa de la vida con tan solo 23 años de edad.
23
La extraño con todas las fuerzas de mi corazón y es duro para mí ver
como las madres de mis compañeras les dan consejos, las ayudan y lo
más importante las acompañan en su día a día. Muchas veces me
siento triste y dolida, a veces quisiera irme y acompañarla, pero
recuerdo las últimas palabras que me dijo, y las recuerdo tanto. Tan
solo tenía cinco añitos, ella me dijo; ‘‘Mamita cuida a tus hermanos,
a tu papito y ayúdalos siempre en todo’’. En ese momento no
comprendí porque ella me decía eso, pero ahora entiendo sus
palabras.
Días después de escuchar sus últimas palabras, mi madre murió de
dengue muy avanzado. Yo recuerdo que todo empezó con una simple
gripa que según los doctores era normal y que no había de qué
preocuparse. Cuando por fin se dieron cuenta de la gravedad de la
enfermedad, mi mamita se estaba muriendo poquito a poquito y cada
día que pasaba ella se encontraba cada vez peor hasta que llegó el día
en que mi madre no aguanto más y murió por el diagnóstico de una
simple gripa.
Ese día al anochecer, mi papi llegó triste y cansado, pero esta vez sin
mi mamita. Llegó a la casa con sus ojos llenos de lágrimas sin decir