Compositoreschilenos para cineMúsica en PrimerPlanoCristián LarraínClaudio Rocco: Tiempos ViolentosNo estamos hablando en sentido figurado cuando decimos que ClaudioRocco llegó a participar en Kiltro, de Ernesto Díaz, “a las patadas y alos combos”. Esto, porque fue precisamente enuna escuela de artes marciales donde se gestóla idea de hacer una película de karatecas ‘madein Patronato’. “Ahí conocí a Marco (Zaror), quientambién entrenaba con Miguel de Luca –el villanode la cinta–”, detalla el autor de dicho soundtrack,inspirado en el funk de los años 70 y las melodíasorientales.Con un pasado en la música para comerciales,Rocco es el sujeto indicado si se quiere hacer unapelícula con héroes de acción, ninjas y romancesépicos. “La música tiene la capacidad de potenciaruna imagen, de narrar lo que los personajessienten”, afirma este compositor, exponente deuna nueva generación en el mundo audiovisual,desprejuiciada al momento de reciclar el legadode sus mentores cinematográficos. “Ernesto (Díaz)tiene una fijación con Ennio Morricone, así queestudié sus piezas y le impregné su espíritu a lamúsica de la película”, cuenta.El próximo proyecto del director se llama Mirageman –nuevamente conZaror interpretando a un superhéroe enmascarado– donde el desafío deRocco es hacer una banda sonora más personal y emotiva, “con cuartetosde violines, mezclados con una onda medio Power Rangers”, cuenta.Cristián LarraínPablo Ávila: Hollywood BLa tranquilidad que trasmite la voz de Pablo Ávila se condice con su posición de “experimentado”en el campo de la composición para cine, donde ha mostrado una concepción más“hollywoodense” del tema, así como una inusual versatilidad. “Soy de los pocos en Chile que sededica de lleno a esto”, asegura.Su currículo incluye la música incidental de Paraíso B y El Nominado, además de varios cortometrajes,en los que ha hecho gala de su mutabilidad artística y de lo que él llama “una aproximaciónecléctica al guión”. Es así como no tiene problemas en pasar de sinfonías acústicas acomposiciones industriales para cintas de acción. La clave, asegura, es buscar la sonoridaddesde el interior y no tanto de lo ya establecido. “Es un desafío hacer música despojada dereferencias, pero que a la vez le dé una identidad a la película”, explica.Pese a su camaleónica trayectoria, afirma que lo suyo es “música chilena”, aseveración queserá comprobada con el estreno de los dos largometrajes en los que está trabajando, ambos deevidente factura nacional: Papelucho y el Marciano y Caleuche: El Llamado del Mar, donde estápreparando una adaptación sinfónica para música huilliche.10 FEBRERO
El creciente desarrollo de la cinematografía chilena ha ido impulsando áreashasta ahora relegadas a un papel secundario, como es el caso de las bandassonoras. En un ámbito donde predominan los compilados de canciones,emergen algunos nombres menos conocidos que apuestan por la músicaincidental de calidad.Banda Sonora Chilena:algunos compositoresdestacados• Jorge Peña: Río Abajo (1950)• Álvaro Covacevich y Nano Vicencio:Morir un Poco (1967)• Gustavo Becerra: Valparaíso Mi Amor(1969)• Tomás Lefever: Tres Tristes Tigres (1968)• Sergio Ortega: El Chacal de Nahueltoro(1970)• Luis Advis: Julio Comienza en Julio(1979), Coronación (2000)*• Jorge Arriagada**: Mi Último Hombre(1996) El Entusiasmo (1998)• Jaime de Aguirre: Imagen Latente(1990), Caluga o Menta (1990), La Frontera(1992)• José Miguel Miranda y José MiguelTobar: Amnesia (1994), Historias deFútbol (1997)• Carlos Cabezas: El Chacotero Sentimental(1999), La Fiebre del Loco (2001) yNegocio Redondo (2002)• Horacio Salinas: El Húsar de la Muerte(versión restaurada en 2001), Sub-Terra(2003)* Premio Mejor Música en el Festival de Trieste, Italia.** Ha colaborado en gran parte de las películas deRaúl Ruiz en Europa y en la banda sonora de It’s AllTrue, película inconclusa de Orson Welles, restauradaa fines de los 90.Por Andrés del RealJuan Cristóbal Meza: Músicade autorHan pasado casi 30 años desde queJuan Cristóbal Meza (44) se iniciaraen el mundo del cine con su actuacióncomo el adolescente de JulioComienza en Julio, de Silvio Caiozzi.Hoy, su nombre vuelve a escucharsegracias a la música que compusopara la película Fuga, de PabloLarraín, una pieza de excelencia enla que participaron 45 músicos de laOrquesta Sinfónica y con la que ganóel pasado Festival de Cine de Valdiviaen la categoría Mejor Banda Sonora.Previo a este reconocimiento, Meza Cristián Larraínvenía realizando lo que él mismo definecomo “un trabajo de bajo perfil”,musicalizando documentales de autores como Cristián Galaz y Caiozzi. Si biensabe la importancia que tiene la música en una película, reconoce que no esun negocio rentable en nuestro país, donde aún no se consagra una real valoraciónpor lo que los gringos llaman ‘original score’ y que él denomina “músicade autor”. “Hay una tendencia de generar algo más importante con la música,aunque eso pasa finalmente por una opción estética del director”, aseguraMeza, quien por estos días prepara su segunda colaboración con Pablo Larraínpara una película sobre un Tony Manero criollo. “Va a ser algo más pop, contoda la onda disco pero a la chilena”, cuenta.Edgardo Cantón: Ciudadano CantónComenzó sus estudios musicales primero en el Conservatorio Nacionaly después en la Universidad de Chile, donde mostró un talento que loha hecho merecedor de innumerables becas en Europa. “Siempre mesentí atraído por la relación entre música e imagen”, confiesa Cantón,quien ya había colaborado en cortometrajes, obras de teatro y unapelícula venezolana al momento en que le solicitaron musicalizar lacinta El Rey de San Gregorio, la ópera prima del cineasta nacionalAlfonso Gacitúa.Admirador de compositores como Bernard Herrmann (Vértigo, Psicosis,Taxi Driver) y Jerry Goldsmith (La Profecía, Alien), Edgardo Cantón seCristián Larraínllevó numerosos elogios por su último trabajo, donde sus melodíassimples pero cargadas de emotividad acompañan delicadamente lahistoria de amor entre dos discapacitados mentales. Al igual que otros colegas, reconoce que lo que se gana componiendopara el cine tiene más que ver con la satisfacción personal. “En Chile, la música para cine no tiene cabida”, afirma, al tiempoque saca a colación una ilustrativa anécdota: “En un momento se me quiso nominar para el premio Altazor por la músicade El Rey de San Gregorio, pero lamentablemente no existe una categoría que premie el trabajo de una banda sonora”.11