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Tres milagros

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SELECCIONES <br />

ERA EL SÁBADO 15 DE ABRIL DE 2017. A media mañana,<br />

Xisco Gràcia Lladó descargó los tanques de oxígeno de su<br />

camioneta junto a la entrada de la cueva de sa Piqueta. Junto con<br />

Guillem Mascaró, su viejo amigo, planeaba pasar el día<br />

explorando el sistema de grutas de la isla de Mallorca, España.<br />

Xisco buceaba en las cavernas subterráneas<br />

como pasatiempo desde hacía<br />

más de 20 años. Al hombre de 54<br />

años, divorciado y padre de dos hijos,<br />

le encantaba cartografiar los innumerables<br />

túneles y cámaras de la isla,<br />

contribuyendo a la creciente literatura<br />

científica sobre las grutas mallorquinas<br />

con sus hallazgos.<br />

Guillem, un lugareño esbelto y ágil<br />

de 54 años, llevaba décadas practicando<br />

la actividad en el mar y había<br />

empezado a recorrer las galerías en<br />

2003. Estaba feliz de ir a bucear con<br />

Xisco, uno de los espeleólogos más<br />

experimentados de Mallorca.<br />

Este desdobló el mapa y señaló una<br />

zona a unos 900 metros de distancia<br />

de la entrada de la cueva. “Allí hay cámaras<br />

submarinas”, dijo, “y nunca se<br />

han estudiado”. Le emocionaba la idea<br />

de ser el primero en visitarlas.<br />

Un aire húmedo los recibió al meterse<br />

en la gruta; pasaron a una oscuridad<br />

total. Xisco puso cuatro depósitos<br />

de oxígeno en su cinturón y le dio<br />

otros tres a Guillem. Tras asegurarse<br />

de tener la cantidad necesaria de aire,<br />

suficiente para entrar, explorar, volver<br />

y andar una hora adicional en caso de<br />

emergencia, Xisco se puso el regulador<br />

en la boca y sumergió la cabeza en el<br />

agua. Guillem lo siguió.<br />

Los aventureros utilizaron una herramienta<br />

sencilla, vieja y confiable<br />

a fin de moverse por el artificio submarino:<br />

finas cuerdas guías de nailon<br />

con etiquetas numeradas. Si un túnel<br />

se divide, se extiende otra tira por el<br />

segundo pasadizo.<br />

El camino serpenteante que Xisco<br />

y Guillem iban a seguir se bifurcaría<br />

muchas veces, creando un laberinto<br />

en el que resultaba fácil errar las rutas,<br />

que no eran precisamente distinguibles<br />

una de otra sin la ayuda de las<br />

líneas, los marcadores y las flechas<br />

que iban colocando en cada intersección<br />

señalando la salida. Xisco se<br />

dio cuenta de que el agua estaba clara<br />

esa mañana, por eso podía notar los<br />

señalamientos con facilidad. Ambos<br />

avanzaban dejando a su paso una<br />

turbia estela de sedimentos.<br />

Tras navegar durante 60 minutos<br />

por los estrechos y retorcidos túneles,<br />

Xisco nadó hasta una sala submarina<br />

y empezó a recoger muestras de rocas.<br />

Mientras tanto, Guillem registraba la<br />

forma y levantaba las dimensiones de<br />

una cámara cercana.<br />

Casi una hora después, Xisco miró<br />

los marcadores de presión y vio que<br />

sus tanques se habían vaciado un tercio.<br />

Tenemos dos más cada uno, pensó,<br />

dos y media horas como máximo.

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