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“All I can say”, el documental.
Como cualquier fan de Blind Melon, cuando se
conoció la noticia de que por fin vería la luz el
documental sobre la figura de Shannon Hoon
basándose en las incontables horas de metraje que
grabó con su cámara de video, sentí una felicidad
inmensa y un cosquilleo comenzó a apoderarse de
mí empezando a contar las horas para poder verlo,
sabiendo además que en Europa no podría ver aún
por problemas de distribución.
La noche elegida debía ser especial, sin duda la
ocasión se merecía considerarla como tal. De
alguna forma, habíamos quedado con Shannon,
íbamos a disfrutar de una velada con uno de los
cantantes y músicos más añorados de nuestra
juventud, al nivel de Jeff Buckley o Kurt Cobain.
Una ocasión casi a título personal, íntima… Y si
bien las expectativas no suelen ayudar, en este
caso eran inevitables. Tan inevitable como la
decepción al comprobar cómo el esperado trabajo
se va diluyendo a cada minuto en un montaje
deslavazado y rozando la completa incoherencia
con una serie de grabaciones en las que no
se cuenta prácticamente nada. Se percibe por
supuesto una ligera línea temporal, pero apenas
podemos agarrarnos a ningún asidero argumental.
Sin duda las imágenes de Shannon son emotivas,
pero nada más, como si se tratara más de un
collage hecho para familia y amigos. Son incapaces
de ayudarnos a conocer no ya al músico ni al artista,
ni al tipo con problemas con las drogas (que se
comentan una vez y de pasada), sino a la persona.
En realidad, y esto es lo peor que se puede decir, si
tú no supieras nada de la banda o de Shannon, no
entenderías completamente nada y pensarías que
el cantante no demuestra tener el más mínimo
interés. Ni siquiera musical, porque para nuestra
sorpresa, la música, el eje fundamental sobre el
que gira la existencia de
los miembros de la banda,
pasa casi desapercibida.
Unos segundos en la sesión
de grabación de “No rain”,
algunos acordes sueltos y
breves secuencias de dos o
tres actuaciones en directo.
No tengo duda de que el
asunto de los derechos
para poder usar material
propiedad de otros debe
haber sido crucial en ese
sentido, pero que no se haya añadido más material
musical es un error imperdonable, porque además
de ser lo que muchos esperábamos, habría
ayudado a darle más sentido al documental
y dotarle de cierta continuidad. Increíble que
apenas se hable de la grabación de su primer disco
y que de la grabación de “Soup” en Nueva Orleans
no sepamos absolutamente nada, a pesar de ser
el momento musical y artístico más potente de su
corta carrera.
Momentos interesantes los hay, sin duda. Cuando
están viendo actuar a Neil Young interpretando
“Helpless” y entre bastidores comentan cómo
una canción de los 60 era entonces ya un clásico,
y se reían pensando en la posibilidad de que
sus canciones pudieran llegar a serlo en un, por
entonces, lejanísimo 2010. O como se deja intuir
que la muerte de Kurt Cobain afectó a Shannon y
que quedó reflejado en la letra de “Soup”.
“Now tell me what’s wrong you see everyone’s gone
You gotta do your best to decorate this dying day
And I’ll pull the trigger and make it all go away
And I’ll make it all go away, I’ll make it all go away”.
Y desde luego el momento más duro es el de la
última grabación, el día en el que Shannon murió
y se le ve hablando por teléfono comentando
que necesita “salir de ese autobús”, haciendo
alusión a que el ritmo de consumo desenfrenado
que llevaba en la gira estaba afectándole y, como
comentarían sus compañeros más adelante,
era en el bus de gira donde solía consumir.
Autobús donde efectivamente lo encontrarían
tras la sobredosis. Como digo, el momento más
impactante.
Pero por desgracia el trabajo en conjunto es
decepcionante. Y posiblemente no sea culpa
de nadie, dudo mucho que los responsables de
recolectar las imágenes tuvieran mucho más
donde elegir para hacer un todo más coherente y
con más sentido. Por una parte es una gran noticia
“pasar un rato” con Shannon pero a la vez es triste
comprobar que ha sido una especie de “meet &
greek” sin profundizar lo más mínimo, y que tras
este flash final, su figura ahora sí se quedará fija
en la memoria de los que amamos la música de
Blind Melon.
Javistone
“No rain” es como un alto en el camino en el
transcurrir del disco, una parada en el tortuoso
viaje de Shannon, se nota que la letra no la ha
escrito él. Fue Brad quien compuso la canción
la compuso Brad más de un año antes de que
la grabase Shannon, la época en que se había
mudado a California y se dedicaba a tocar en
la playa para ganarse unas pocas monedas
para sobrevivir, un estilo de vida duro y que lo
tenía sumido en la depresión. Y de eso trata
la canción en realidad, de estar deprimido, de
no ser capaz de salir de la cama y de buscar
excusas para no afrontar el hecho de que, en
ese sentido, no tienes nada. De eso trata “I
don’t understand why I sleep all day and I start
to complain that there’s no rain”, me gustaría
que estuviese lloviendo para justificarme a mí
mismo que no puedo salir de la cama ni hacer
nada. Pero hace un día soleado, así que hay
que enfrentarse a eso. Una letra triste para una
melodía luminosa y un video absolutamente
adorable que hicieron de “No rain” uno de los
grandes clásicos de aquella época.
Con “Deserted” comienza lo que parece la
segunda parte del disco, que no cede ni un
ápice en fuerza. Me encanta cómo acaban
esta canción, casi un lamento, exhaustos
después de tanta intensidad. De hecho,
“Sleepyhouse” (como llamaban la casa en
Carolina del Norte a la que fueron a componer
el disco) es posiblemente la canción más
tranquila de todo el disco, lo cual no quita que
tenga algunos de los momentos más bellos al
comprobarse cómo está disfrutando Shannon
de la música y de estar rodeado de una banda
de amigos.
“Are you feeling fine?
As I was, as a little child
And I’m feeling better when I’m high
With a red light shining on
Shining on a little unity”.
“Holyman”… qué canción. Ese inicio entre
la mandolina y la voz de Shannon sigue
poniéndome la piel de gallina. Una canción
en la que Shannon de nuevo está peleándose
con sus demonios, sintiéndose desubicado y
necesitando encontrar su propio camino.
“Older man, he said “I’ll tell you boy
You’ve planted rotten seeds
And in a land of happiness
They’ll grow us evil trees”.
“Seed to a tree” mantiene el ritmo de las
primeras canciones para dar pie a “Drive”, el
último respiro que la banda de nos da antes
de finalizar el trabajo. Otra majestuosa canción
con cambios de ritmo y melodía como si
quisieran jugar con nosotros, comenzando casi
sin querer para acabar de nuevo dejándose
llevar. Una vez más maravillosos trabajos a las
guitarras de Thorn y Stevens que se funden a
la perfección con la voz de Hoon y los coros
de Brad Smith. Una canción que habla de
cuando Shanoon se pasó a ver a Thorn en la
tienda en la que este trabajaba y vieron cómo
William, otro empleado de la tienda, comenzó
a meterse un pico de heroína y de cómo este
luego siempre les pedía que le llevasen al
centro a conseguir más porque él no conducía.
Llegamos al final y nada, absolutamente nada
se puede comparar con “Time”. Si la colección
de canciones que conforma “Blind Melon”
hasta ahora haría de él un disco majestuoso,
terminar con esta composición hace que todo
se eleve aún más si cabe. No se me ocurre
nada más bello para despedirse que “Time”. Un
disco, una relación, una amistad… una vida.
Esos acordes que la inician, ese tarareo de
Shannon que te hiela la sangre… Una canción
Rock Bottom Magazine 21