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Rock Bottom Magazine Número 19

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PRIMERO

Editorial

por Dolphin RIot

OÍDOS INQUIETOS

AVANCEMOS

Hace poco más de un año que vivo en Texas. Cuando decidí irme de España con mi familia no sospechaba que

una pandemia tiraría del freno de mano del planeta tierra. Sin entrar en detalles, tenía un horizonte interesante

viviendo en Madrid, uno incierto trasladándome a otro continente y decidí lo segundo. En lo personal las cosas

me están yendo incluso mejor de lo esperado, en todo lo demás tengo la sensación de estar en mitad de una

batalla sin sentido entre Republicanos y Demócratas, abrazados a los extremos como pocas veces en su historia,

que por primera vez en más de cien años puede tener como desenlace una guerra civil. Trump se postula como

un serio candidato a la reelección, de hecho, mientras escribo estas palabras compruebo que el paro en Estados

Unidos ha bajado al 7,9% y esto es un notición porque en abril llegó al 14,7 (récord histórico) tras llegado al pleno

empleo antes de la crisis de la Covid-19. Mientras tanto, la venta de armas se duplica, los Republicanos insinúan

que podrían no aceptar el resultado de las elecciones y los demócratas intentan movilizar a sus partidarios más

radicales, ambos animan a ciudadanos armados a enfrentarse en las calles en nombre de la libertad, como en

el siglo XIX. Unos hablan de ‘ley y orden’, otros de disolver cuerpos de policía. Poco importa, sus negligentes

maniobras electorales no persiguen acabar con la brecha social que existe en Estados Unidos. Cualquiera que

eche un ojo a los datos detecta fácilmente que ese es el problema y no el racismo, sin embargo, convertir el día

a día en un conflicto racial es lo que más conviene a medios de comunicación y políticos, veremos cúal es el

resultado; en el momento en que se publique este editorial, las elecciones ya habrán tenido lugar.

En mitad de esta locura, Benjamin Storm Presley Keough, de veintisiete años, fue enterrado en el Jardín de

Meditación de Graceland, Memphis, junto a su familia; incluido su abuelo, Elvis Presley, sus bisabuelos, Gladys

Presley y Vernon Presley y su tatarabuela, Minnie Mae Presley. El único nieto varón (me perdonen licencia

monárquica) de Elvis, hijo de Lisa Marie y el cantautor Danny Keough, estaba llamado a ser un gran músico.

En 2009, cuando aún tenía diecisiete años, consiguió un contrato discográfico con Universal para lanzar cinco

discos por cinco millones de dólares, nunca llegó a publicar nada. Cuentan sus allegados que el legado de su

abuelo, el Rey del Rock and Roll, era un peso insoportable sobre las espaldas de su nieto. Tras una infancia

complicada debido a la fe en la iglesia de la cienciología profesada por su madre, se convirtió en joven del que

todos esperaban grandes cosas. Su tremendo parecido físico con Elvis, su linaje, una fortuna que le permitía

dedicar su vida a lo que quisiera y su declarada pasión por la música hicieron que muchos depositaran en él

la esperanza de volver a ver algo de aquello que solo su abuelo poseía. Casi diez años después de entrar en

el negocio discográfico se decía de él que estaba deprimido, sin ningún tipo de formación, trabajo o pasión,

algunos de sus amigos aseguraban que “estaba perdido en la vida y a la sombra de su abuelo”. La verdad es

que Benjamín mantuvo siempre un perfil bajo, lejos de los focos y sin pronunciarse demasiado pero la posibilidad

de que un Presley lanzara un disco en algún momento estaba siempre ahí. El doce de julio del presente año,

introdujo el cañón de una escopeta en su boca y apretó el gatillo.

Con todo esto solo quiero plantear una cosa: ¿por qué no nos centramos en el futuro? Podríamos aprovechar

las circunstancias actuales para no volver nunca más al mundo en el que habíamos estado viviendo, aquel en el

que los adolescentes andan sin rumbo en un mundo gobernado por septuagenarios que pretenden empujar a los

ciudadanos a guerras en de otra época. Tenemos la oportunidad de construir un futuro en cuyo pasado encontrar

algo digno de ser recordado, en el que el arte dé sentido a la vida y sea un fin en sí mismo. Sé que el mañana

se presenta mucho más distópico que utópico pero eso es algo que depende de nosotros y yo propongo que si

estás leyendo esto hagas algo, algo tan sencillo como por ejemplo animarte a grabar canciones, si no sabes,

anímate a aprender a tocar un instrumento, proponte aportar algo de arte al mundo, sin más, sin esperar nada

a cambio, aunque suene ridículo, estoy seguro de que si todos pudiéramos expresarnos a través de la música

desaparecerían las barreras entre culturas, sería un mundo en el que no aumentaría la venta de armas, ni la

tensión política y con un poco de suerte los chicos como Benjamín encontrarían una camino.

CONSTRUIR UN FUTURO

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