Fotografía de <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> con su firma, publicada por Jorge Arango Sanín <strong>en</strong> su artículo «<strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> arquitecto», <strong>en</strong>: Revista Proa (este texto se acompañó de imág<strong>en</strong>es del prototipo Dom-Ino, la casa tallar de Oz<strong>en</strong>fant, una foto interior del Pabellón de L´Esprit Noveau y un croquis del edificio, una imag<strong>en</strong> del proyecto para el C<strong>en</strong>trosoyuss, la casa <strong>en</strong> Mathes y el edificio del Ministerio de Salud y Educacion <strong>en</strong> Río de Janeiro). © Proa. <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong>, Precisiones sobre el estado pres<strong>en</strong>te de la arquitectura y el urbanismo: carátula de la primera edición (1930), donde hace un recu<strong>en</strong>to de sus confer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> Bu<strong>en</strong>os Aires y Río de Janeiro. © FLC. <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong>, diorama de conjunto de la ciudad horizontal, publicado <strong>en</strong> el numero 7 de la revista Proa <strong>en</strong> el articulo «<strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> urbanista». © Proa. Autorretrato de <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> publicado <strong>en</strong> el número 7 de la revista Proa <strong>en</strong> el articulo «Psicogénesis de la Pintura de <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong>». © Proa. <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> y la revista Proa o la historia de un mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido | Hugo Mondragón 103
El artículo terminaba con la invitación de <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> a los arquitectos colombianos a constituir la sede local de ASCORAL (Asamblea de Constructores por una R<strong>en</strong>ovación Arquitectónica), que él presidía <strong>en</strong> Francia. «Psicogénesis de la pintura de <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong>» fue el título del artículo escrito por José de Recans<strong>en</strong>s. Se trataba de un artículo muy singular, ll<strong>en</strong>o de conceptos propios de la psicología, que dificultaban su lectura para aquellos no familiarizados con esa disciplina. Sin embargo, lo que quedaba más o m<strong>en</strong>os claro de la lectura del artículo era que Recans<strong>en</strong>s proponía como hipótesis que, a través de su acción como pintor, <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> había <strong>en</strong>contrado una salida para sus frustaciones –obras no realizadas– como arquitecto. En este s<strong>en</strong>tido, la obra pictórica de <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> estaría compuesta de sus frustaciones arquitectónicas y por lo tanto, esta sería complem<strong>en</strong>taria de la obra arquitectónica. Una suger<strong>en</strong>te interpretación. Augusto Tobito, por su <strong>parte</strong>, pres<strong>en</strong>tó al «<strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> urbanista», haci<strong>en</strong>do un recorrido por las hoy bastante bi<strong>en</strong> conocidas propuestas de La Ville Contemporaine, el Plan Voisin, La Ville Radieuse, el Plan de Argel, etc. Más que <strong>en</strong> tratar de exponer las ideas y argum<strong>en</strong>tos que guiaban sus propuestas urbanísticas, el artículo se conc<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> tratar de pres<strong>en</strong>tar un listado sintético de las propuestas urbanas desarrolladas por <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> <strong>en</strong>tre 1918 y 1938. Finalm<strong>en</strong>te, y para cerrar este número 8 de la revista Proa, dedicado a construir un perfil <strong>en</strong>tusista de la figura de <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong>, se publicó un extracto de El modulor, del propio <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong>. Luego de esta <strong>en</strong>tusiasta recepción que Proa le brindó <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> inmediatam<strong>en</strong>te después de su primer viaje a <strong>Bogotá</strong>, <strong>en</strong> 1947, dos cosas llaman la at<strong>en</strong>ción del lector at<strong>en</strong>to de la revista: <strong>en</strong> primer lugar, el sil<strong>en</strong>cio que se guardó <strong>en</strong>tre 1947 y 1952 <strong>en</strong> relación con la contratación del Plan Regulador de <strong>Bogotá</strong> a <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> (1947), la creación de la Oficina del Plan Regulador de <strong>Bogotá</strong> –OPRB– (1947) y la <strong>en</strong>trega oficial del Plan Director (1950). En segundo lugar, el ácido editorial publicado <strong>en</strong> la revista <strong>en</strong> noviembre de 1952 contra el Plan Regulador de <strong>Bogotá</strong> y el «urbanismo por correspond<strong>en</strong>cia». 104 <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> <strong>en</strong> <strong>Bogotá</strong>, 1947-1951: Precisiones <strong>en</strong> torno al Plan Director ¿Qué pudo haber pasado <strong>en</strong> estos cinco años para que la revista cambiara tan radicalm<strong>en</strong>te su posición <strong>en</strong> relación con <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong> y el trabajo que este había desarrollado para <strong>Bogotá</strong>? La respuesta tal vez se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> una seguidilla de artículos y proyectos que t<strong>en</strong>ían por objetivo transformar a <strong>Bogotá</strong> <strong>en</strong> una ciudad moderna, y que se habían publicado <strong>en</strong> la revista con anterioridad a la contratación del Plan Regulador de <strong>Bogotá</strong> a <strong>Le</strong> <strong>Corbusier</strong>. 2 Entre agosto de 1946 y junio de 1948, se publicaron <strong>en</strong> la revista Proa cinco propuestas para transformar a <strong>Bogotá</strong> <strong>en</strong> una ciudad moderna. Fueron ellas: 1. la ampliación de la carrera 10.ª, 2. el plan vial a 20 años, 3. la reurbanización de la plaza c<strong>en</strong>tral de mercado y de las 16 manzanas vecinas, 4. la ciudad del empleado y 5. la reconstrucción de <strong>Bogotá</strong>. 2 Estas propuesta habían sido desarrolladas por personajes como Édgar Burbano, Luz Amorocho, Enrique García, José J. Angulo, Jorge Gaitán, Álvaro Ortega, Gabriel Solano, Augusto Tobito, Alberto Iriarte y Jorge Arango; todos ellos, cercanos a Carlos Martínez, editor de la revista Proa y aunque hasta cierto punto estos planes no eran más que dibujos esquemáticos acompañados de frases provocadoras, a la distancia resulta claro que sus autores t<strong>en</strong>ían serias pret<strong>en</strong>siones de dirigir el destino urbanístico de <strong>Bogotá</strong>. Del exam<strong>en</strong> de estos planes y de varios de los artículos sobre urbanismo publicados <strong>en</strong> la revista <strong>en</strong>tre 1946 y 1951, se han podido inferir algunas pistas. Por ejemplo, para Proa, la administración pública no era otra cosa que la institución que se <strong>en</strong>cargaba de proteger que el b<strong>en</strong>eficio común estuviera por <strong>en</strong>cima de los intereses particulares y, <strong>en</strong> ese s<strong>en</strong>tido, una de sus labores era garantizar que el crecimi<strong>en</strong>to de la ciudad se llevara a cabo de manera ord<strong>en</strong>ada. Pero esto no había sido así. Pareciera ser que esta institución –o la aus<strong>en</strong>cia de ella– fuera la responsable de que al m<strong>en</strong>os a partir de 1936 se pres<strong>en</strong>tara <strong>en</strong> <strong>Bogotá</strong> un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o muy significativo que <strong>en</strong> la revista se conoció con el nombre del «… comi<strong>en</strong>zo de la era del urbanismo feudal». 3 Lo que caracterizaba esta era del urbanismo feudal era la inversión de la escala de valores <strong>en</strong>tre intereses colectivos e intereses privados, que los editores de la revista se aprestaron a d<strong>en</strong>unciar. El urbanismo feudal era la viva repres<strong>en</strong>tación de lo que sucedía con el crecimi<strong>en</strong>to de una ciudad cuando se privilegiaban los intereses individuales por <strong>en</strong>cima de los intereses colectivos. 4 Esto se consideraba una inversión de valores inaceptable puesto que, <strong>en</strong> el marco conceptual construido por la revista, la ciudad debía ser ante todo compr<strong>en</strong>dida como un bi<strong>en</strong> común. En este s<strong>en</strong>tido no es de extrañar la definición de planificación que aparece consignada <strong>en</strong> la revista. La planificación se <strong>en</strong>t<strong>en</strong>día como: «… la ci<strong>en</strong>cia que estudia, prevé, ord<strong>en</strong>a y distribuye el patrimonio o riquezas de una región <strong>en</strong> vista de un bi<strong>en</strong> común; y por bi<strong>en</strong> común debe <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse el de la colectividad. La planificación es la justa relación <strong>en</strong>tre las obras oficiales de servicio público y la satisfacción de las necesidades de la colectividad». Es posible inferir que la planificación sólo debía ser adelantada por la administración pública, es decir, por una institución del Estado, para que de esta manera se pudiera garantizar el privilegio de los intereses colectivos <strong>en</strong> los procesos de construcción de la ciudad. Sin embargo, hacia 1946, <strong>Bogotá</strong> no parecía ser una ciudad que se destacara precisam<strong>en</strong>te por el interés demostrado por la administración pública <strong>en</strong> resolver oportunam<strong>en</strong>te los problemas de crecimi<strong>en</strong>to y acelerada urbanización a los cuales se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taba la ciudad. Ya desde el primer número de Proa se lanzaban los primeros ataques contra la máxima figura de la administración pública <strong>en</strong> esos mom<strong>en</strong>tos, es decir, contra el alcalde de la ciudad. «<strong>Bogotá</strong> –escribió Carlos Martínez– ha t<strong>en</strong>ido copioso número de alcaldes, pero bi<strong>en</strong> pocos son los que merec<strong>en</strong> un lugar <strong>en</strong> los anales urbanísticos de esta ciudad». El único alcalde que escapaba de la crítica de Martínez era Jorge Soto del Corral, puesto que «fue el primero <strong>en</strong> concebir el vasto proyecto de <strong>en</strong>sanche y apertura de vías, que con el nombre de Plan Soto-Bateman se lanzó a la consideración del público <strong>en</strong> 1934». 5
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