en la noche - SINEDIT

—Es como un siseo… casi como una voz —le intentó
explicar inútilmente, ya que no sabía cómo hacerse comprender, al
no hallar similitudes con algo conocido.
—¿No serán nuestras propias voces, produciendo algún efecto
sonoro?
—Quizás. Puede que el tamaño de esta gruta produzca ese
efecto en mis oídos –dijo, sin mucho convencimiento en sus
palabras.
El terreno que pisaban era irregular. Las rocas dispersas, a
menudo se apretaban formando obstáculos de aspecto caprichoso,
y el relieve se hizo algo más accidentado al cabo de un tiempo.
Ascendieron hasta alcanzar un terraplén, donde aprestaron de
nuevo sus arcos, lanzando ardientes saetas hacia los cuatro puntos
cardinales. Fue en aquel instante, cuando les pareció distinguir al
noreste unas formaciones, cuyas líneas contrastaban con el resto
por su uniformidad, decidiendo encaminar hacia allí sus pasos.
Sintió cómo dos de las presencias avanzaban temerosamente
en la oscuridad, mientras una tercera quedaba arriba. Por vez
primera, desde hacía mucho, se sintió alterado, nervioso ante la
magnitud del acontecimiento. Un repentino vigor lo estremecía,
conforme la presencia de los hombres se hacía más y más intensa.
Volteó lánguidamente sus manos una y otra vez, y sus finos dedos
oscilaron sinuosamente en la negrura, dibujando inquietantes
formas que parecían modelar algo en la oscuridad. Aguardó
impaciente, hasta que al fin pudo distinguir las diminutas
luciérnagas tintineando en la negrura.
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