Deuca Tuco 17

a Fondo: Pueblos de Segovia con apellidos
Se contaba un chiste hace tiempo que hablaba de un segoviano que tenía un amigo ruso al que quería
visitar. Fue a la estación de trenes de Segovia y trató de comprar el billete para viajar a Berezniki, la
pequeña localidad cercana a los Urales donde vivía su amigo. El factor, muy serio, le espetó que eso
no era posible, que lo que debía hacer era acercarse a aquel lugar en varias etapas, viajando entre
ciudades que dispusieran de líneas regulares hasta que llegara a su destino final. De ese modo, compró
un billete para Madrid y al llegar allí otro para París. En la capital francesa adquirió el pasaje que lo
llevó a Berlín y allí hizo lo propio para ir a Moscú, después de pasar por Varsovia y Minsk. Una vez en
la capital rusa se dirigió, siempre en tren, de una estación a otra, primero a Nizhniy Novgorod, luego a
Perm’, hasta llegar a su destino: Berezniki. Tras un mes de pláticas y paseos con su amigo, deseoso de
volver a su casa, fue a la vieja estación de ferrocarril de aquella remota localidad, pidió al funcionario
de la ventanilla un pasaje para Lastras y, aquél, imperturbable, le musitó “¿Del Pozo o de Cuellar?”
E xiste
un tópico sobre los nombres de los
pueblos de Castilla, según el cual éstos
suelen tener nombres raros, compuestos
y divididos entre “de arriba y de abajo”. Sin
ánimo de realizar un estudio exhaustivo
—faltan nombres, sin duda— desde un
punto de vista semántico o histórico, nos
proponemos sacar a la luz la rica variedad
de los que hay en la actual provincia de
Segovia; no tanto de aquellos con nombres
simples sino precisamente de los que son
compuestos, y más específicamente de su
“apellido”, aquella palabra que le completa
o sirve para diferenciarle de otro con el
mismo nombre, algo que en su momento
fue necesario también para distinguir unas
personas de otras.
La adición de un “apellido” al
nombre de pila no denota falta de entidad,
sino una necesidad de distinción de otras
poblaciones con idéntico nombre, a veces
no tan lejanas unas de otras, como es el caso
de Castroserna de Arriba y Castroserna de
Abajo, Cerezo de Arriba y Cerezo de Abajo o
Zarzuela del Monte y Zarzuela del Pinar.
Algunos pueblos tuvieron su
apellido pero lo han perdido pues, de nuevo
como con las personas, de puro famosos no
les hace falta para ser conocidos. Tal es el
caso de Pedraza de la Sierra.
En el caso de Carbonero El Mayor,
se trata de dejar claro que nos nos referimos a
cualquiera (de Ausín), sino al más grande.
Otros han acabado asimilando el
apellido junto con el nombre, en una simple
yuxtaposición (Aguilafuente, Fuentemilanos,
Fuentepelayo, Fuenterrebollo, Fuentesoto,
Matabuena, Matamala, Navafría, Pinarnegrillo,
Sotosalbos, Torreadrada, Torrecaballeros,
Torreiglesias o Trescasas, ), o en una más
d e ta l l e d e m u r o e n m e l q u e d e c e r c o s
acusada contracción, como en el caso de
Hontalbilla, Valdeprados, Vallelado, Valseca o
Veganzones.
Podemos establecer categorías de
apellidos clasificándolos entre toponímicos,
aquellos que hacen mención de accidentes
geográficos, (el nombre de un río, por
ejemplo), patronímicos, advocaciones
religiosas, el nombre de otro pueblo cabecera
de comarca o incluso de oficios, amén de
algunos ciertamente curiosos y algo crípticos.
Son muy comunes los que incluyen
un accidente geográfico, bien sea genérico
(Aldeanueva de la Serrezuela, Carrascal del
Río, Escalona del Prado, Fresno de la Fuente,
Grado del Pico, Honrubia de la Cuesta, Martín
Muñoz de la Dehesa , Navares de las Cuevas,
Ortigosa del Monte, San Cristóbal de la Vega,
Santo Tomé del Puerto) o más concreto (Valle
de Tabladillo, Valverde del Majano).
Si hablamos de ríos, varios pueblos
son los que se dejan apellidar por aquel que
cruza su término. Así, prácticamente cada río de
Segovia nombra a varios: Juarros de Riomoros,
Juarros de Voltoya, Melque de Cercos, Navas
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