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Deuca Tuco 17

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“Cumplida la ceremonia inicial, Bruno da rienda suelta a sus fantasmas.”<br />

Fata Turchina se tiende sobre una chaise longe<br />

estilo imperio, recuerdo de aquel amante de<br />

Arlés que venía los veranos a La Granja y que<br />

se decía primo segundo bastardo de Vincent<br />

Van Gogh.<br />

Bruno no se mueve de su silla de<br />

ruedas y su copa de anís. A veces, le ha ocurrido<br />

que, al cruzársele recuerdos imprevistos, una<br />

lágrima solitaria ha acompañado la magnífica<br />

aparición. Aunque la contención que procura<br />

es un intento por no romper la magia y por<br />

reservar para adentro las sensaciones, todas y<br />

una a una, densificándolas.<br />

Cumplida la ceremonia inicial,<br />

Bruno da rienda suelta a sus fantasmas.<br />

A veces no necesita de la palabra. A<br />

veces, ni aún de la mirada.<br />

En ocasiones es el espeso silencio<br />

el que transmite las comunicaciones más<br />

íntimamente enraizadas.<br />

Mientras, la bruma artificial se va<br />

acabando, los leños de la chimenea se van<br />

consumiendo, la noche se va terminando con<br />

la inmisericordia del amanecer.<br />

El bolero es ya rasgado monótono<br />

de una pista vacía, la comunicación ha<br />

languidecido, la botella de anís conserva<br />

solo, en su piel facetada, las huellas digitales<br />

de Fata Turchina y de Bruno, única mezcla<br />

de humores producida en una noche más<br />

de encuentros improbables. Mientras, como<br />

siempre, aparece allá arriba el arco iris con los<br />

colores turquesa, oro y plata.<br />

En la cancela de la casa aislada,<br />

Doña Antonia, somnolienta e impávida,<br />

recoge la silla y la lleva hacia el regreso.<br />

Como siempre, hay un momento en que<br />

parece adivinarse una mirada de uno al otro<br />

o de ambos que, en todo caso, es de ternura<br />

infinita.<br />

Paseantes de la noche les miran<br />

y se cuchichean una sucia historia de<br />

promiscuidades y alcohol.<br />

Alberto García Gil (texto y dibujos)<br />

NOTA: En realidad, ¿Quién era Fata Turchina?.<br />

Solo sé que conocía a Pinocchio, se parecía a<br />

Gina Lollobrigida y, quizá, solo pasó por Roda<br />

de Eresma camino de Pucela.<br />

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